El hombre fue creado como un ser perfecto, pero por medio de su desobediencia cayó de la gracia de Dios, ganando imperfección, muerte y maldición, efecto que perdura hasta hoy en todo hombre. (Gn. 1.26-31, 3:8-20, 1 Co. 15:21; Ro. 5:12).


“De consiguiente, vino la reconciliación por uno, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron” (Romanos 5:12)

La frase LA CAÍDA DEL HOMBRE es consecuencia de lo que aconteció en el huerto de Edén, donde Adam y Eva comieron del árbol prohibido, esta frase se usa en sentido figurado, pues ellos no cayeron literalmente, sino en el sentido de que fueron vencidos por Satanás; perdieron su posición en la gracia de Dios.

Antes de su caída, el hombre pudo haber tenido una existencia perpetua, todo lo que el corazón humano podía haber deseado. Y tenía dominio y control sobre todo ser viviente. Todo cuanto podía desear estaba en sus manos, un hermoso huerto, deliciosos frutos, un clima ideal, un estado de preservación perfecto, no era inmortal, estaba sujeto a la muerte, pero pudo haber obedecido a su creador, estar bajo su protección y vivir para siempre.

Pero la desobediencia al mandato de Dios provocó que el hombre cayera de su estado de perfección, todo aquello podría considerarse como un incidente trivial y sin importancia, pues al fin y al cabo ningún crimen se había cometido; tampoco Adam y Eva habían maldecido a Dios, ni se habían hecho un ídolo para adorarlo, pero sí propició que esa desobediencia se considerara como una grave falta delante de Dios, lo que les acarreó el castigo.

El hecho de participar del árbol prohibido, tuvo como consecuencia una repercusión tremenda que hasta el día de hoy se deja sentir en cualquier ángulo del mundo. Así vemos que un acto de desobediencia, por simple que parezca, es una gran ofensa a Dios. Como en el caso de Adam y Eva, que al ofender a Dios, perdieron la imagen de su Creador.

El apóstol Pedro nos muestra que el Todopoderoso no perdonó a los que desobedecieron en el tiempo antiguo. De igual manera, el apóstol Pablo nos enseña que si Dios no perdonó a las ramas naturales, a nosotros tampoco nos perdonará, porque una falta, un acto de desobediencia, puede apartamos del camino que nos lleva a La Vida Eterna (2a Pedro 2:4-6; Romanos 11:18-22).

Amados hermanos, permanezcamos en el camino de Dios, al cual fuimos llamados, conservemos la rectitud que nos dio el Creador; así como la perfección que ha sido mostrada a nosotros a través del ejemplo de Cristo (Mateo 5:48). De esta forma tendremos las bendiciones y recibiremos la promesa de vida.

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