- Escrito por Servidor de Dios (Zabdy Castillo)
“ Y no sólo ellas, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, es a saber, la redención de nuestro cuerpo.” (Romanos 8: 23)
Según Webster, el acto de redimir, rescatar, libertar; comprar por el favor de Dios y la muerte de Cristo, es lo que se llama “ Redención”. Lo que predomina en este en este favor divino, es el perdón de los pecados, y la promesa de la Vida Eterna. El texto anterior y lo que se cita en Efesios 4:30, nos prueba que la redención en toda su plenitud no está completa, sino hasta que venga nuestro Señor Jesucristo por segunda vez y traiga consigo nuestro galardón. El perdón de pecados es para nosotros ahora, pero la redención de nuestro cuerpo será cuando seamos vestidos de inmortalidad, hasta la resurrección.
- Escrito por Servidor de Dios (Zabdy Castillo)
“Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme á la carne, mas conforme al espíritu” Rom. 8:1
Gálatas 5:22-23 nos dice, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza...” El fruto del Espíritu Santo es el resultado de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano. La Biblia dice claramente que cada uno recibe al Espíritu Santo en el momento en que cree en Jesucristo (Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:13-14).
- Escrito por Servidor de Dios (Zabdy Castillo)
“Como el Padre me amó, también yo os he amado: estad en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, estareis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y yo estoy en su amor.” (Juan 15: 9.10)
Elevemos nuestro pensamiento a un tipo de amistad que por sus características es única y trasciende a todo lo que a nivel humano hayamos vivido hasta este momento. Me refiero al amor de Cristo y su amistad. Nada mejor para esto que recurrir a la descripción que él mismo nos ofrece en el evangelio: “Yo los amo a Ustedes, así como el Padre me ama a Mi; sigan, pues, en el amor que yo les tengo. Si obedecen mis mandamientos seguirán en este amor que les tengo, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y sigo en el amor que Él me tiene.