La travesía del pueblo de Israel por el desierto, tras su liberación de la esclavitud en Egipto, se presenta en la Biblia como un período de prueba y crecimiento espiritual. Si bien este viaje estuvo marcado por la providencia divina y la presencia de milagros, también se caracterizó por la murmuración, la desobediencia y la falta de fe de muchos israelitas. Esto llevó a que un gran número de personas no pudieran llegar a la tierra prometida y murieran en el desierto.

1. Murmuraciones e Incredulidad:

“El Señor dijo a Moisés y a Aarón: —¿Hasta cuándo ha de murmurar contra mí esta perversa comunidad? Ya he escuchado cómo se quejan contra mí los israelitas.”

(Números 14:26-27)

El pueblo israelita, a pesar de haber presenciado las maravillas que Dios realizó para liberarlos de la esclavitud en Egipto, comenzó a murmurar y quejarse contra Moisés y Dios. Dudaron de su capacidad para proveerles alimento y agua en el desierto, y anhelaban regresar a la vida de servidumbre en Egipto.

¿Por qué no quisieron irse?

La respuesta se encuentra en la naturaleza humana. A veces, nos aferramos a lo conocido, aunque sea doloroso o perjudicial, por miedo a lo nuevo e incierto. El pueblo israelita había vivido en Egipto durante generaciones, y a pesar de las condiciones opresivas, era lo único que conocían. La idea de aventurarse en un desierto desconocido y enfrentar nuevos desafíos les generaba temor e incertidumbre.

2. Falta de Fe:

“Así que diles de mi parte: “Tan cierto como que yo vivo”, afirma el Señor, “haré que se cumplan sus deseos. 29 Los cadáveres de todos ustedes quedarán tirados en este desierto. Ninguno de los censados mayores de veinte años que murmuraron contra mí”

(Números 14:37-38)

En lugar de confiar en las promesas de Dios y obedecer sus instrucciones, el pueblo israelita se dejó llevar por el miedo y la desconfianza. Se enfocaron en los obstáculos y peligros que visualizaban, en lugar de creer en el poder y la fidelidad de Dios para guiarlos y protegerlos.

¿Qué es lo que nos cuesta trabajo soltar en esta vida?

Al igual que el pueblo israelita, todos tenemos nuestras propias “cadenas” que nos atan al pasado o a situaciones que nos perjudican. Puede ser un trabajo tóxico, una relación dañina, un hábito destructivo o incluso miedos e inseguridades que nos limitan. Soltar estas cargas no siempre es fácil, requiere valentía, fe y la determinación de buscar un futuro mejor.

3. Consecuencias de la Desobediencia:

“Por eso los responsables de haber difundido esta información falsa acerca de aquella tierra murieron delante del Señor, víctimas de una plaga.  De todos los hombres que fueron a explorar el país solo sobrevivieron Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefone.”

(Números 14:37-38)

Las consecuencias de la desobediencia del pueblo israelita fueron graves. Dios decretó que toda la generación que murmuró y se rebeló en el desierto no entraría en la tierra prometida. Solo Josué y Caleb, quienes habían mantenido su fe y obediencia, pudieron disfrutar de la recompensa de la tierra fértil y abundante.

¿Puedes dejar ir?

Dejar ir lo que nos pesa o nos limita no significa resignarse a la derrota o conformarse con una vida mediocre. Significa tener la fe y la determinación de creer que Dios tiene algo mejor para nosotros, algo que solo podemos alcanzar si soltamos las cargas del pasado y abrazamos su plan para nuestras vidas.

La incredulidad, la desobediencia y las murmuraciones son actitudes que obstaculizan nuestra relación con Dios y nos lleva por un camino de sufrimiento y muerte espiritual, en cambio la fe, la obediencia, la gratitud y la confianza en Dios nos permite superar dificultades, crecer nuestra relación con Él y alcanzar una vida plena.

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