He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare esa morirá. Ezequiel 18:4

Hay mucha confusión en el tema de la vida y la muerte, muchas historias y teorías que sustentan la forma en que vamos a vivir o morir. Las promesas que guardan esos eventos también son distintos dependiendo la versión que escuchemos. Hay versiones muy antiguas que datan desde la antigua babilonia y que las han adoptado diversas naciones y pueblos a través de la historia.

Lo que Dios nos enseña por medio de la Biblia, es que Dios ha puesto para el hombre dos caminos desde el principio, la vida y la muerte; de estos dos nos enseña cómo podemos obtener el premio que guardan o evitar sus consecuencias. La vida que podían gozar Adán y Eva, es la misma promesa que guarda Dios para todos aquellos que valoramos vivir.

En la segunda carta a los Tesalonicenses capítulo 2, se nos hace una advertencia de todas esas creencias falsas y de espíritus que hablarían contra la verdad, dichas ideologías causaban confusión desde tiempos antiguos, ahora en nuestros días lo siguen haciendo. Es fácil identificar su influencia, tan sólo preguntemos a nuestros conocidos o personas que no han escuchado de la palabra de Dios acerca de este tema, será muy complicado que sin el conocimiento podamos tener una sola opinión, ¿quién tendrá la razón sobre este tema? Resurrección, inmortalidad, reencarnación, suspensión, viaje, cielo e infierno, vida y muerte, etc.

La biblia nos enseña que la vida es algo distinto a la muerte, son caminos con distintos propósitos; los resultados que llevan guardados son la recompensa de lo que hayamos elegido cuando habitamos la tierra.

¿A dónde huiré de su presencia? y si hago mi cama en el infierno, he aquí, ahí estás tú. Salmos 139

Dios tiene un don que se llama vida eterna (Daniel 12:2), tal cosa no se gana por derecho, su propósito es demostrar que valoramos realmente la vida, con todo lo que la compone, con sus leyes y los que habitan en esa vida con nosotros; animales y seres humanos; diversión y trabajo; salud y enfermedad. Cada aspecto de nuestra vida tiene un valor, si para nosotros hay intención de disfrutar todas esas cosas, no las podemos guardar sólo con la buena intención. El joven rico le preguntaba a Jesucristo “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?”. Si fuera sencillo como solo creer en Cristo, pues la respuesta sería obvia, pero El Maestro le contestó que guardara los mandamientos (Mateo 19:16).

Así que para ganar ese preciado regalo de Dios se necesita un esfuerzo, ni siquiera la sangre podría salvar a los que son descendientes de las doce tribus de Israel, cualquier alma que no hiciere la voluntad de Dios, puede morir, no hay esperanza para los que han muerto, la vida es nuestro tiempo para hacer obras dignas de arrepentimiento (Salmos 51:16,17).

Cristo a sus apóstoles les prometía la vida eterna si guardaban de poner por obra lo que les había encomendado. En Marcos 10:28 preguntaban, ¿Qué obtendremos por haber dejado todo y seguirte a ti?. Para ellos y por causa del evangelio habría mucha bendición y la hermosa promesa de la vida eterna.

En tiempos antiguos hubo un momento en que el pueblo que había salido de Egipto, se encontraba con la encrucijada de elegir volver atrás o seguir las promesas de Dios, murmuraron en contra de moisés y de Dios; como castigo les fueron enviadas serpientes ardientes que cuando picaban a uno de los del pueblo, morían a causa de sus pecados y de su desobediencia. Moisés dirigiéndose con Dios le indicó que hiciera una serpiente sobre un asta y que la levantara, y todo aquel que fuera picado por una serpiente y volteara sus ojos hacia la serpiente que había levantado Moisés, no moriría, Dios le daría la oportunidad de seguir viviendo.

Esta historia la podemos leer en el libro de Números capítulo 21, es hermosa la historia y su enseñanza, porque nadie quiere morir, pero pocos valoramos realmente la vida. Muchos confían en que la vida durará mucho y que no hay consecuencias en sus actos. Así como el pueblo de Israel, en nuestros días aquella serpiente es una figura de los que es para nosotros nuestro Salvador Jesucristo. Todos los que volvamos nuestros ojos en aquel que fue puesto en lo alto para intercesión nuestra, tendremos la oportunidad de seguir viviendo.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; Para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:14, 15

Imagina que tú eres parte del pueblo de Israel, y que en estos momentos te encuentras con la oportunidad de tener la salvación. Pero por el contrario sigues mintiendo, robando, adulterando, emborrachandote, cometiendo infidelidades, consintiendo en la injusticia, aferrandote a las cosas materiales, sufriendo sin tener esperanza ni paz y que en palabras sencillas sería: “No guardando los mandamientos de Dios”. Si no se hubiera levantado alguien que nos redimiera de nuestras faltas, estaríamos perdidos, no habría esperanza para la humanidad; porque no es difícil ver a lo que hemos llegado. Dios puso a su hijo para que tuviéramos oportunidad de vivir, pero una vida con propósito, no sólo vivir por vivir.

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida. Juan 5:24

Busquemos algo que está más allá de nuestros planes, Dios ha permitido que conozcamos todas estas cosas por medio de su hijo, que no nos confundamos con creencias sin fundamento, Cristo es el fundamento y debemos construir sobre ese fundamento para gozar de todas las bendiciones que tiene Dios para nosotros. Consideremos dejar el pecado atrás y buscar una vida eterna que es el mejor galardón que cualquier ser humano pueda obtener.

Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos a Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:22, 23

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