Imagina que con toda la confianza alguien te vende la idea de que al participar con él en su empresa, a los dos meses tendrás 100 veces lo que inviertas. Cuando haces las operaciones en tu mente viaja la idea de la riqueza, todos los sueños que has tenido (materialmente hablando) pueden ser cumplidos y sin el esfuerzo necesario, es una idea atractiva; pero si la analizamos, es poco probable, algo como ganarse la lotería con posibilidad de 1 en 5 millones. Sabemos que el dinero no cae del cielo, es algo que nos debemos ganar con nuestro propio esfuerzo.
La ida al cielo es una idea que nos han vendido muy bien, parece muy agradable la creencia que al morir iremos a un lugar diferente a la tierra. Y es que la tierra en nuestros tiempos ya es un lugar muy contaminado y corrompido; así que mejor ir al cielo cuando muramos, es algo que a cualquiera podría gustarle, pero hay que analizar este pensamiento con la Biblia para conocer las enseñanzas de Dios.
La idea de que vamos ir al cielo ya muertos no la enseña la Biblia, sino por el contrario, nos dice que nadie ha subido al cielo exceptuando a Cristo. Veamos el pasaje bíblico:
- “Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo.” (Juan 3:13). Hay que analizar la ida al cielo como algo excepcional, y que ningún hombre creado en la tierra ha tenido la oportunidad de experimentar. Sí hay visiones de siervos de Dios que pudiéramos pensar que ascendieron al cielo donde habitan los ángeles de Dios; sin embargo, el verso que nos enseña nuestro Señor Jesucristo inicia con “Nadie”.
- “Proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen perfeccionados sin nosotros.” (Hebreos 11:40). En este capítulo nos habla de personajes bíblicos que murieron esperando ser levantados por Jesucristo, y nos dice que la misma promesa tenemos nosotros, y ninguno es delantero a recibir esta promesa, todos los que mueren no se levantarán hasta que venga aquel que levantará a los muertos de sus sepulcros.
- “Por lo cual, os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no seremos delanteros a los que durmieron (murieron).” (1a Tesalonicenses 4:15). Con una referencia más a la idea anterior, habla de dos condiciones: 1. Los que quedaron vivos hasta que venga Cristo por segunda vez. 2. Los que murieron en Cristo. Estos dos en su condición están esperando a que venga Cristo para que nos de nuestra recompensa. Nadie es delantero yendo a ningún lugar como el cielo, todos los que somos de Cristo esperamos el mismo momento.
- “He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos (moriremos), mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, á la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados.” (1a Corintios 15:51, 52). No todos vamos a morir, porque cuando venga Cristo por segunda vez habrá vivos; pero los muertos serán levantados escuchando la voz de su maestro. Nadie ha ido al cielo hasta este momento, todos los que morimos en Cristo, en él morimos y con la esperanza de levantarnos cuando él retorne.
- “De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán.” (Juan 5:25). Así que Jesucristo llamará a los que creyeron en él y siguieron su ejemplo de doctrina, la doctrina que su padre le enseñó, la misma doctrina que aprendemos de la Biblia. Nadie va al cielo, todos los que mueren esperan vida eterna o muerte eterna, según las obras que cada uno de nosotros hace en el tiempo de vida que Dios nos da.
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