“ Y sacólos con plata y oro; Y no hubo en sus tribus enfermo. ” (Salmos 105:37)
Este pasaje bíblico, es muy significativo para todos los hijos de Dios que confían en la providencia del Padre y de su Hijo.
Antes de considerar en particular este verso, veamos lo que el salmista plantea cuando menos en los primeros 15 versículos, y en ellos notaremos como David tres veces utiliza la palabra “buscad” : “Gloriaos en su santo nombre: Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. Buscad a Jehová, y su fortaleza: Buscad siempre su rostro. ” (Salmos 105:3,4)
Después que estos versos de alabanza fueron mencionados por el Salmista, hace un recuento de la historia de los hijos de Israel . Tres personajes sobresalientes viene a la vista: José, Moisés y Abraham. José está como el centro de la familia de Dios. Luego la Historia que se centra en Moisés lega ante nosotros. David recuenta las obras maravillosas de Dios, a favor de su pueblo y finalmente, habla del gran Éxodo fuera de Egipto. “ Y sacólos con plata y oro; y no hubo en sus tribus enfermo.”
Fue algo completamente justo que ellos salieran de Egipto tomando toda la plata y el oro, porque toda la nación había sido obligada a servir por mucho años, en medio de la esclavitud sin recibir remuneración alguna.
El texto central de este tema cita algo que suena increíble, nos es dicho que en esa muchedumbre que Moisés guió fuera de Egipto y del otro lado del mar rojo, no hubo enfermos entre ellos. En una muchedumbre tan basta como esa, no es difícil que siempre haya gente lastimada: ciegos, enfermos, o muy ancianos. Aún así, aquí nos es dicho que no hubo ningún enfermo. La nación nunca estuvo mas sana que cuando salió de Egipto. Dios había equipado plenamente a su pueblo para la jornada que iban a hacer
No hubo nadie en esa marcha que se quedara atrás; nadie que tuviera que ser llevado a hombros o remolcado por fatiga. En este éxodo quedó anunciada la profecía hermosa de una era que viene en la historia del mundo, la cual no conocerá debilidades físicas, pobreza ni dolor. Será una era introducida por la aparición personal de nuestro Señor Jesucristo. Cuando Él venga quitará la maldición de la tierra, y toda su creación será librada de la servidumbre de corrupción. (Isaías 35:4-6) dice: “Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará: Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un siervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. “Esto nos dice que no habrá ningún enfermo en esos días en el pueblo de Dios.”
Hay otro milagro en la Historia de Israel en el desierto. De esto leemos en Deuteronomio 29:5 El milagro es que las ropas de los hijos de Israel no se envejecieron. Recordemos que las cosas que Dios hizo en Israel son grandes y maravillosas y muchas van más allá de la comprensión humana.
¿No sería maravilloso si pudiéramos decir que no hay ningún enfermo en el pueblo de Dios en nuestro tiempo? Lo del pueblo de Israel es histórico, la Iglesia de Dios hace su Historia hoy. Las cosas que le sucedieron a Israel son enseñanza para nosotros. En realidad, en nuestra Iglesia son pocos los casos de enfermedades incurables como el cáncer, el sida, lepras, etc. Las enfermedades fuertes raramente nos afligen, Dios es bueno con los que siguen su palabra.
Si deseamos que se cumpla en nosotros el contenido profético de este pasaje, debemos considerar que no debe haber enfermos en la Iglesia De Dios en los siguientes aspectos:
Ningún enfermo en la fe: Si hay enfermos en la fe, no puede haber sanidad en la Iglesia. Si no creemos con todo nuestro corazón en nuestra causa y en el Señor Jesucristo, entonces la causa no tiene valor, y estamos perdidos, fuera del escenario de Dios. Se requiere fe para seguir adelante. Cada hecho, cada empresa y cada acto, es evidencia de la “victoria de la fe.”
Un capítulo completo en el libro de hebreos es dedicado a las victorias de la fe. De hecho, toda la Biblia es el registro de las respuestas de Dios a la fe del hombre. De Abraham leemos: “ Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios.” (Romanos 4:20). Nuestro padre Abraham no era un enfermo en la fe, seamos sanos en la fe.
Ningún enfermo en doctrina: Esta es una de las faltas mayores que se pueden hallar en los guardadores del Sábado en la actualidad. Estar enfermos en doctrina viene por proteger nuestras propias ideas en lugar de aceptar lo que está establecido en la Biblia. Recordemos que la Biblia no es de interpretación privada. El libro de Hebreos hace una declaración muy seria sobre los que mantienen sus ideas propias. “Porque debiendo ser ya maestros a causa del tiempo, tenéis necesidad de volver a ser enseñados cuales sean los rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tengáis necesidad de leche y no de manjar sólido.” (Hebreos 5:12). Muchos guardadores del Sábado están enfermos en este aspecto. En realidad, son pocos los requerimientos fundamentales para ser sanos en doctrina: Guardar los mandamientos de Dios y tener la fe de Jesús (Revelación 14:12). La fe de Jesús es seguir el ejemplo que Él nos dejó. El Apóstol Pedro nos dice en una de sus últimas declaraciones: “ Mas creced en la GRACIA Y EL CONOCIMIENTO de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” (2ª. Pedro 3:18). Seamos sanos en conocimiento.
Ningún enfermo en comunión: Hay dos tipos de miembros en la Iglesia, los fieles y los enfermos, los fuertes y los flacos, los niños y los que han alcanzado madurez. Hay quienes creen que solos pueden hacerlo todo sin ayuda de otros. Recordemos que ni aún Jesús trabajó y vivió solo. Él llamó y nombró discípulos que estuvieran a su lado y de su lado. ÉL ordenó a doce apóstoles, y escogió también a otros setenta, y siempre iba acompañado de alguien a donde quiera que iba. Muchos se jactan diciendo que no necesitan de una Iglesia, de un gobierno o de la comunión de los hermanos para adorar a Dios y ser salvos. ¡Están muy equivocados! Veamos que nos dice Hebreos 10:24,25 “… no dejando nuestra congregación, como algunos tiene por costumbre, mas exhortándonos; y tanto mas cuando veis que aquel día se acerca.” Seamos sanos en el pueblo de Dios teniendo comunión. ¡La unión hace la fuerza!
Reedición del Boletín Bethesda "La casa de la Misericordia", SÁBADO 26 DE DICIEMBRE DE 2009 AÑO 15 No.519