“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.”

1 Corintios 15:3-4

La enseñanza de las escrituras es para dar testimonio hoy a los que estudiamos. Para descubrir que es una palabra fiel y verdadera. No hay cosa que haya sido escrita y sucedido en los tiempos pasados, que solo sirva para una época, sus enseñanzas el día de hoy tienen el mismo propósito que los autores narran, la Salvación de la Humanidad.

Así esta lectura de Corintios nos recuerda que hubo un acontecimiento, que marcaría el inicio de esperanza para muchos. La muerte de Cristo por los pecados del  mundo. Todo esto es de Dios, que sabía que tendría que enviar a su hijo en favor de la humanidad que estamos envueltos en nuestros asuntos, y nos olvidamos que en todo está el Dios Todopoderoso.

Él es el sacrificio que fue ofrecido por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

1 Juan 2:2

El recordatorio del sacrificio

Este sacrificio es digno de recordar, lo podemos recordar como lo hace el mundo o lo podemos hacer como está escrito. De esa misma manera lo dice Pablo, conforme a las escrituras, recordar lo que pasó. Si es importante este evento para nosotros, por qué no buscar el conocimiento que viene de Dios. Y en las escrituras hallamos lo siguiente:

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”

Isaías 53:4-6

El anuncio del profeta

El profeta Isaías describe lo que iba suceder, poco más de 700 años antes que pasara. Para que así todo su pueblo tuviera el anuncio para cuando sucedieran estas cosas. Hoy podemos tomar la misma escritura y saber que todo sucedió, así como el Padre Celestial lo había predestinado.

En la misma escritura se anunciaban eventos, con personajes como Elías, Eliseo, Jonás, David, José, etc. Todos ellos nos anuncian lo que prefiguraba acerca del cordero que haría redención por la humanidad. Y Jesús anuncia de su muerte:

Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de un enorme pez, también tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra.

Mateo 12:40


El tiempo que estaría Jesús en el sepulcro serían 72 horas en total, para que se cumplieran el inicio de una etapa para todo el mundo. La resurrección de los muertos cumplida en Cristo Jesús. Él nos promete lo mismo, que cuando vuelva resucitará a todos los que hayamos creído en Él.

Sin embargo, Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque era imposible que la muerte lo mantuviera bajo su dominio.

Hechos 2:24

Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final.

Juan 6:40

Conclusión

Todo lo que podemos encontrar en las escrituras está lleno de promesas y esperanzas. El mismo testimonio de Pablo, hoy recordamos para que podamos tener la misma idea en nuestra mente y corazón. Cristo murió para que nosotros podamos tener una esperanza de vida eterna, no dejemos pasar estos momentos tan especiales y pongamos en nuestro pensamiento todo lo que hizo por nosotros.

Así es como ha pasado el tiempo, a pesar de las malas interpretaciones y las versiones que nos cuentan los hombres. El verdadero Cristo está ahí, solo necesitamos clamar a él para que nos de entendimiento. Y sus promesas vivirán en nosotros, porque las creemos por fe. Esta fe tiene recompensa, poner nuestro corazón no en lo que perece, sino en lo que a vida eterna permanece.

Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señaló Dios el Padre.

Juan 6:27

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