“ Instruye al niño en su carrera: aun cuando fuere viejo no se apartará de ella. ” (Proverbios 22:6)
En el antiguo testamento encontramos que la educación del joven era en el conocimiento de Dios, con el fin de que los hijos de Israel temieran a Jehová y vivieran largos días sobre la tierra; porque en la observancia de las leyes de Dios está la largura de días.
La multiplicación de la Ciencia en la actualidad, si no existe una cercanía con Dios, pone en peligro la fe del joven, sobre todo si no se les instruye en la Doctrina de nuestro Dios. Un joven sin una explicación profunda de la Ciencia Divina, puede llegar al extremo de ridiculizar la Palabra de Dios, menospreciando la profundidad y sabiduría que proviene de lo alto.
Dice la Palabra de nuestro Dios que el hombre es malo desde su juventud, lo cual nos hace entender que necesitamos fijarnos detenidamente en nuestra preparación, saber que en cualquier momento podemos caer si no hay en nosotros preparación. Porque es verdad que nuestra educación en lo que se refiere a los conocimientos del hombre, es para que puedan abrirse paso en esta vida, puedan sostenerse y vivir bien; pero también es una verdad que los jóvenes requieren del conocimiento de Dios, porque el hombre que solamente sabe de los hombres, es opositor de las cosas divinas, y como dice el Maestro: “El que no es conmigo, contra mí es” (Génesis 8:21; Mateo 16:23; 12:30).
Samsón, cuyo nombre significa “semejante al sol”, fue dotado de una gran fuerza para que librara a los hijos de Israel de manos de los Filisteos; pero su fuerza no fue usada en favor de su pueblo, sino para agradar a una mujer Filistea, la cual fue culpable de que él quedara ciego y perdiera su fuerza (Jueces Capítulos 13-16). Salomón, que significa “pacífico o varón de reposo” fue Rey de Israel, un gran sabio, propuso tres mil parábolas, disertó de los árboles, de los animales, de las aves, de los peces, de los reptiles, etc. No obstante con toda su sabiduría, no pudo estar preparado a resistir a las mujeres, que torcieron su corazón de hacer la voluntad de Dios (1º- Reyes 4:29-34; 1:4-11).
Si a estos hombres que crecieron entre el pueblo y bajo la enseñanza de Israel, cayeron en el pecado y se separaron del camino de Dios, con mucha mayor razón la juventud de nuestros días puede caer en los mismos pecados, si no nos ocupamos de la instrucción religiosa desde que son pequeños, podemos apartar su mente y corazón y entregárselo a vanas filosofías.
Como jóvenes podemos tener mucho potencial bien encaminado, para ser los seres de Dios que merecemos ser, todo conocimiento que vemos en el mundo ¿cuál es su fin?, ¿me beneficia entregarme a esos deseos?, ¿hasta que tiempo podemos tener una oportunidad de tener una vida plena? Podemos desarrollar la capacidad de analizar todo lo que está a nuestro alrededor, no menospreciando lo que Dios nos ha dejado, sabiduría perfecta, para ser también perfectos.
“Y acuérdate de tu Criador en los días de tu juventud, antes que vengan los malos días, y lleguen los años, de los cuales digas, No tengo en ellos contentamiento.” (Eclesiastés 12:1)