Los ojos son el instrumento que nos ha dado Dios para conocer al mundo, también influye en lo que deseamos porque por la vista las cosas se pueden volver codiciables, así que nuestro Dios nos ayuda a tener unos ojos diferentes, para guardarlos con cuidado y educarlos a ver de la forma que Jesucristo nos vió, con ojos de Misericordia y amor.
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Génesis 3:6,7
Eva le gustó lo que veía y el árbol era codiciable porque no había otro con sus características, también sus frutos, sus ojos lo veían y por su color, textura, y singularidad ante los demás árboles, tanto Eva como Adán pecaron por lo que veían sus ojos. Así que sus ojos fueron abiertos y se dieron cuenta de la vergüenza que es ser traicionados por sus sentidos, porque habían desobedecido a Dios, y aunque no sólo los ojos actuaron en sus faltas, fueron la puerta para ser tentados por el enemigo.
Así que debemos recordar que Dios no ve las cosas como nosotros, Jehová no se basa por lo que dictan las emociones humanas, pero sí nos enseña la forma adecuada de ver el mundo. Nos juzga no por las apariencias, sino por lo que se encuentra en el corazón.
Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. 1 Samuel 16:7
Los ojos y el resto de nuestros sentidos están dominados por nuestra mente, y son nuestras emociones y sentimientos los que los motivan a ver lo que nos gusta, según nuestros pensamientos. Así que para dominar cómo vemos el mundo, hay que conocer bien nuestra alma y nuestro espíritu, así nuestros ojos se entrenaran de forma adecuada, para que no sean ellos los que dominen junto con nuestras emociones, sino que todo podamos razonar y ver si es adecuado y de edificación.
Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 1 Corintios 10:23
Lo que le da luz a todo nuestro cuerpo, y con esto nos referimos al conocimiento de lo que nos rodea, son nuestros ojos, si no sabemos qué mirar, dónde poner nuestra atención, cuándo ver y cuándo dejar de ver. Entonces nuestros sentidos estarán educados a ver sólo lo que el mundo nos presenta, pero no el propósito que quiere Dios que sepamos, y aprovechemos cada día de nuestra vida a ver con sus ojos.
La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Mateo 6:22-23
Tal vez solo veamos lo pasajero y dejemos de ver lo eterno, las recompensas de Dios que no son de este mundo ni de este tiempo, para ver lo eterno nuestros ojos se deben fijar en lo espiritual y en poner por obra los mandamientos de Dios, que cada cosa que vemos sea una oportunidad para acercarnos más a sus promesas, ojos de Misericordia que apliquen día con día caridad entrañable a nuestro prójimo.
El Seol y el Abadón nunca se sacian; Así los ojos del hombre nunca están satisfechos. Proverbios 27:20
Nunca nos cansamos de ver lo que el mundo nos presenta, porque es atractivo, dulce a la vista y codiciable, nos dan ideas o formas de vivir que nos gustan. Así que por qué no aprender a entrenar nuestros ojos y saber si realmente algo es bueno o no para nosotros.
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. Salmos 32:5-8
El salmista como cualquiera de nosotros, se sintió tentado por lo que veían sus ojos, incluso cayó en pecado porque no supo frenar las concupiscencias de su corazón, pero entre sus faltas encontró la forma de volver a ver siempre el gran poder sanador de Dios, ninguna falta puede dictar nuestro destino, pero volteemos a ver que en toda adversidad siempre nos ha acompañado Dios ¿Puedes ver cómo Dios te cuida y protege, te sostiene y te da de su alimento? Fijemos nuestros ojos en el Dios invisible.
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Gálatas 6:9,10
Ojos educados a hacer el bien, que si vemos sólo pobreza material, dejamos de ver la riqueza espiritual, siempre Jehová ha buscado que tengamos oportunidades para corregir nuestros caminos y hacer las cosas de forma diferente.
Los Ojos de Cristo
Los ojos de Jesucristo nos muestran el cómo la vida que está delante de nosotros se transforma y se dirige hasta la habitación de nuestro Dios, siendo sacrificios agradables que lleguen hasta su presencia.
Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. Hebreos 12:12-17
Los ojos de Esaú solo vieron lo temporal de su necesidad y eligieron lo que su hambre le demandaba, su cuerpo engañaba sus ojos, vendió algo muy preciado que Jehová le había concedido, una primogenitura en la cual podía haber recibido la bendición, ¿qué elegimos cuando se nos presentan estas oportunidades? Sigamos santificando nuestros sentidos para que podamos ver al Señor.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 1 Corintios 5:16-21
Nueva criatura quiere Dios que seamos, con ojos nuevos y que veamos su grandeza reflejada en toda su creación. Ojos que en lugar de ver oportunidad para hacer mal; despertar rencillas; alejarse de las gentes a las que quiere; burlarse de las personas o las situaciones. Ahora podemos ver los momentos que nos deja vivir nuestro Dios para hacer lo bueno y lo justo, lo verdadero que a nadie daña, porque Jesucristo nos entregó esta palabra de la reconciliación y si hemos alejado nuestra vista de aquellas cosas, siempre es buen tiempo para volver y ver hacia adelante.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. Juan 14:12-14
Ahí está siempre, ¿ahora lo puedes ver? nuestros ojos son abiertos por medio del conocimiento de la palabra, quiera Dios que así sea siempre y estemos acostumbrados a ver lo bondadoso que es Jehová con toda su creación.