Las bendiciones de Dios no tienen comparación, la protección, la salud, la inteligencia y sabiduría y la vida eterna, son algunas de esas promesas. Pero para llegar a ellas no es que vayamos solos y queriendo que según nuestro pensamiento sea como las obtengamos, Él ya tiene trazada la forma en cómo obtenerlas y siempre nos guiará para que las obtengamos.

Las promesas que Dios dio a Abraham y a los hijos de Israel, son para nosotros el reflejo de las oportunidades que ahora tenemos en Cristo de alcanzar la Libertad. Así como Abraham luchó por la libertad y salió de su tierra y parentela, nosotros tendremos que dejar muchas cosas atrás para comprobar la bendición de Dios.

Abram tuvo que luchar contra muchas situaciones antes de recibir las promesas de Dios, y es que como todos nosotros él tuvo que ser evangelizado, para poder convertirse de todo corazón a Dios. No porque no creyera en él, sino porque tendría que conocerlo como realmente es. Un Dios lleno de Misericordia que transforma y renueva a fin de que seamos mejores en esta vida y podamos heredar la venidera.

De setenta y cinco años salió Abram de Harán y de ahí en adelante se enfrentaría a pruebas constantes para ser templado como el oro por nuestro Dios, para ver si era merecedor de todas las promesas que le había hecho, (Génesis 12:1-4)

De todas las promesas que Dios le menciona, le promete una tierra para que la habitara junto con su familia y que se convertiría en una nación grande, la historia nos narra de la gran travesía que se enfrentaría junto a su familia para que Dios le enseñara su recompensa.

Y Pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Sechem, hasta el valle de Moreh: y el Cananeo estaba entonces en la tierra. Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu simiente daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, que le había aparecido. Génesis 12:6,7

Como leímos Abram no vería esa tierra personalmente en este tiempo, pero si su simiente, entonces si no la iba poder ver, por qué luchar. Podríamos decir que estas promesas deberían de luchar los que las van a obtener, pero la palabra de Dios es sobre Trascendencia, no solamente uno trabaja por lo que va obtener en esta vida, sino por lo que nos ayude a pasar a la vida eterna, con este pensamiento podemos luchar ahora no solo por lo que perece sino por lo que a vida eterna permanece.

En el capítulo 15 Dios le dice a Abram: Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. 2 Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? 3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. 4 Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará este, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. 6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. Génesis 15:1-6

Qué fe tan grande es poder creer en todo lo que Dios nos dice sin haber recibido aún lo que nos promete, sabiendo incluso que tal vez nuestros ojos no vean parte de esas promesas, por su fe fue llamado justo delante de Dios.

Y llegó Ismael antes que el hijo que le había prometido Dios a Abram, un hijo que nació de la sierva de Sarai, llamada Agar. Tal vez por la desesperación de que las cosas no lleguen al tiempo que creemos necesario, o porque se había perdido la fe en que los fuera a escuchar Dios. Once años habían pasado desde que recibió la promesa y nace de Agar este hijo.

15 Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael. 16 Era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael. Génesis 16:15, 16

Pero en toda la narrativa si algo no faltó fueron los recordatorios de Dios a Abram, que Él sería fiel a su promesa y que no importaba la edad de los dos, aunque ya eran viejos y Sara ya no podía tener hijos, Dios cumpliría su promesa.

¿Cuánto tiempo estamos dispuestos a esperar que Dios responda nuestras peticiones? En abraham todos los años que pasaron, no fueron porque se había olvidado de lo que había prometido, o porque había cambiado de opinión, sino porque tanto Abram como Sarai tenían que pasar este proceso para ser guiados correctamente hacia su perfeccionamiento, todas sus deficiencias, como la incredulidad, el miedo, la incertidumbre, etc. Cada una de ellas tenía que ser perfeccionada por Dios.

Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Génesis 17:1

Seguir los consejos y la guianza del Señor, nos da seguridad, nuestra fe se fortalece porque es guiada para que seamos perfectos.

Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. 2 Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. 3 Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac. 4 Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le había mandado. 5 Y era Abraham de cien años cuando nació Isaac su hijo. Génesis 21:1-5

Veinticinco años después que le había hecho la promesa fue cuando Sara concibió, la fe de los dos tuvo que ser probada para ver si realmente buscaban a Dios de todo corazón. Tuvieron que ser pacientes pero sobre todo que esa confianza fuera inamovible. Abraham en toda su travesía fue probado y confirmado en las promesas que se le habían hecho, por eso es llamado el Padre de la fe, porque en él nosotros también somos enseñados a creer a Dios en todo lo que en su palabra nos dice, hay que ser perseverantes y no dudar que su palabra la cumplira en el tiempo que crea necesario.

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