En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.
Proverbios 17:17. Cita Bíblica
Cada hombre o mujer, además de un ser humano, es un mar. El agua que lo conforma está formada por diferentes sucesos de la vida: Hay agua de alegrías, agua de amor, agua de recuerdos, agua de paz y agua de dolor.
Conforme el tiempo pasa, conforme viajamos la vida, los niveles de cada mar cambian, nunca son iguales, a ratos se llenan de la hermosa agua del amor y el efecto grandioso que tiene sobre los otras tipos de agua es inmediato. Por desgracia, a veces es el agua del dolor la que nos inunda y hace que suframos, nublándonos el paisaje. Cuando los niveles suben tan abruptamente tenemos que hacer algo para no derramarnos, para que el agua no nos ahogue, necesitamos un río, y es en eso en lo que se transforman nuestros buenos y queridos amigos.
Nos acercamos a ellos para depositar un poco de nuestra agua, para que nuestros niveles bajen y podamos vivir como antes. Los ríos que nos quieren, nos escuchan y prestan su ayuda oportuna para salvarnos. Hay otros que creíamos grandes y cercanos ríos, sin embargo no pueden ayudarnos en ese momento, no quieren recibir de esta agua, quizá porque les estorba o ellos también se están desbordando y no pueden con más. Cuando eso sucede no debemos molestarnos, sino más bien tratar de comprenderlos.
Tú, mar, debes elegir en que ríos vas a desembocar cuando los niveles te rebasen y debes ser consciente que en algún momento otro mar necesitará que ahora tú seas su río. No dejes pasar la oportunidad, recuerda cuando te ahogabas. La mayoría de las veces los mares no quieren consejos o ayuda, simplemente desean ser escuchados. Yo ya tengo mis ríos – sé que quizá lleguen nuevos ríos a este mar, pero los actuales son hermosos- y me siento feliz de haberlos elegido porque siempre han aceptado un poco de estas aguas para salvarme. GRACIAS
Querido mar, considérame un río azul, dispuesto á ayudarte o escucharte cuando me necesites.