Tanto se habla del amor que parecemos expertos, cuando nos preguntan si hemos amado alguna vez muchos de nosotros llegamos a contestar “Yo he amado muchas veces en mi vida”; probablemente nos referimos a las parejas que hemos tenido, novias o novios han rondado y acechado nuestro corazón; muchos saben que amamos a nuestros padres, pero pocos son los que lo demuestran, y no se diga de los amigos, en nuestra cultura en el género masculino se malinterpreta cuando un hombre le dice “te quiero” a otro.

El amor verdadero

Tenemos varias referencias de lo que es interpretado como amor, enlistemos algunos ejemplos de esas interpretaciones de AMOR:

1. Película hollywoodense: “Kevin, toda mi vida he esperado conocer a mi hombre ideal y entonces apareciste tú, y no te pareces nada al hombre que había imaginado. Eres cínico, gruñón e inaguantable; pero lo cierto es que pelearme contigo es lo mejor que me ha pasado y creo que es muy posible que me haya enamorado de ti” -’27 Vestidos’-.

2. Poema de amor: Con el paso de los años creí olvidarte. Nuevos caminos se antojaban largos y solitarios. Seguro estaba de un sendero sin retorno, y de borrar las fechas del calendario. Pero finalmente él me invade. Mi aliento se desvanece. Mi corazón enmudece. Y mi respiración se ahoga y desaparece.¿Qué me pasa? Creí olvidarte… – Poema de George Pellicer-.

3. Canción de amor: Escapando una noche de un bostezo de sol me pediste que te diera un beso. Con lo baratos que salen mi amor, qué te cuesta callarme con uno de esos. Pasaron seis meses y me dijiste adiós. Un placer coincidir en esta vida. Allí me quedé, en una mano el corazón, y en la otra excusas que ni tú entendías. – La oreja de Van Gogh-.

Para muchos el verdadero amor consiste en encontrar al amor de nuestra vida, en ocasiones olvidándonos de nosotros mismos por lograr ese objetivo. Puede ser amor a primera vista, flechazo de un “cupido” que parece que sólo anda viendo cómo hacer nuevas parejas; o quizás química, donde la compatibilidad es lo que determina si somos el uno para el otro. ¿Puede ser esta la versión real del amor?, durante tantos años nos han contado este tipo de historias y parece que la repetición ha causado un efecto de pregnancia en nuestra mente que se ha convertido en la realidad que vivimos.

Bien, ahora veamos lo que nos enseña Dios sobre el verdadero amor, si es verdadero definitivamente debe ser definido por Dios, “Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos”, nos hizo puros en este concepto, sin temor ni miedos.

Lo primero es definir amor, de manera habitual y fundamentalmente en Occidente, se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego, resultante y productor de una serie de actitudes, emociones y experiencias.

¿El amor es un sentimiento? Muchos podríamos contestar que sí, es un sentimiento porque cuando amo siento que se me revuelve el estómago, que me da vueltas la cabeza, que se acelera el corazón.

Si fuera el amor un sentimiento tendríamos que ver la definición de ese concepto y dice que: se refiere a un estado de ánimo como a una emoción conceptualizado que determina el estado de ánimo. Entonces el amor es un estado anímico, hoy puedo estar enamorado y mañana no, puedo estar casado con mi pareja “enamorado” dos años; pero se acaba el amor, así que por consecuencia vuelvo a pedirle a Cupido que me vuelva a flechar, para volver a sentir amor (emoción).

¿Cómo define Dios el amor? Para entender esta definición vamos a plantear una situación: Tenemos a dos hermanos que pelean constantemente en la casa por los juguetes, se gritan el uno al otro y han llegado momentos en los que dicen odiarse. En cierta ocasión su madre entra en su cuarto y los escucha, por supuesto que le duele escuchar a sus hijos decirse que se odian, e incluso uno de ellos grita: “deseo que te mueras”. ¿Cuál crees que sea la respuesta de la madre?

Opción 1: Mamá: Sí hijo que se muera

Opción 2: Mamá: No le vuelvas a decir eso a tu hermano, te prohíbo que le digas eso.

    Hijo: Pero es verdad , lo odio, con todo mi corazón.

    Mamá: Es tu hermano y lo debes amar.

Tal vez es un ejemplo muy simple; pero la madre seguramente le plantearía que es su obligación amar a su hermano. No tendría elección, era su deber.

No te vengarás, ni guardarás rencor á los hijos de tu pueblo: mas amarás á tu prójimo como á ti mismo: Yo Jehová.

Levítico 19:18

Nuestro Dios en su infinita sabiduría sabía que estos sentimientos en el hombre se despertarían, por eso debía existir la advertencia de no cometer errores que nos podrían llevar a la muerte; como en el ejemplo de Caín y Abel.

Dios nos plantea la obligación de amar, las obligaciones las rechazamos porque conllevan responsabilidad, y a muchos no nos gusta llevarlas en nuestros hombros; pero esta responsabilidad no es pesada, al contrario, es algo que nos ayuda a entender más nuestra imagen con Dios.

“Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” Deuteronomio 6:5.

Este es el primer mandamiento que nos enseña nuestro Dios, es la base de la ley, la base de nuestras vidas, un Dios de amor que nos manda que así obremos. Muchas veces no nos va gustar la respuesta del otro, pero si amamos a Dios debemos comprender que hay que amar a nuestro prójimo. Si bien mencionamos que hay obligación es porque hemos decidido hacerlo, ya que no estamos realmente obligados a obedecer a Dios. Y el segundo es semejante á éste: “Amarás á tu prójimo como á ti mismo” Entonces tenemos una comparación ¿Cómo quiero amar a otra persona si no he aprendido a amarme a mí mismo?

También nuestro Dios nos ayuda a entender el cuidado y la atención que debemos tener en nosotros mismos. En la práctica de la caridad, compartimos amor y aprendemos de los demás nuestras carencias: nuestra falta de fe, paciencia, templanza, gozo, paz, caridad, etc., todas las virtudes que posee el fruto del espíritu; así que el amor verdadero no es un sentimiento, es una virtud, y si la sabemos buscar, ésta viene de Dios. La virtud se busca y se pelea por ella, se acepta como Dios la da, no es un flechazo del destino, ni amor a primera vista; sufriremos por ese amor, amor que nos perfeccionará y nos hará mejores hijos de Dios.

La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha; No es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; No se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

1a. Corintios 14:4-7

Esto es el amor verdadero, por medio del conocimiento que tenemos de Dios, Él es amor y en el verdadero amor no hay temor, no preocupa “el qué dirán” si muestro mi amor por mi amigo o amiga, no hay temor al mostrarle amor a mis padres. El verdadero amor no es momentáneo, no se acaba, no tiene fin:

En amor no hay temor; mas el perfecto amor echa fuera el temor: porque el temor tiene pena. De donde el que teme, no está perfecto en el amor.

1a. Juan 4:18

Así que el modelo perfecto de amor está en Dios, cuando vemos la definición de este concepto, podemos decir que no es un sentimiento, es una virtud que Dios otorga a todos los que le buscan. Si entendemos esto, no habrá más infidelidades, falsos amigos, engaños y divorcios. Nada podría acabar con el perfecto amor, y en lugar de seguir los ejemplos que se mencionan al principio de este artículo, tenemos ejemplos como: la amistad de Jonathán y David; El amor de Sara hacia su Señor Abraham; El amor de María hacia Dios, el amor de Cristo hacia la humanidad al entregarse en vida por todos nosotros; El amor de Dios que dio a su hijo unigénito para todo aquel que en Él crea, no se pierda sino tenga vida eterna.

El amor verdadero tiene un objetivo viniendo de Dios, el amor del mundo tiene sólo su propósito en el consentir de tus deseos.

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