En la naturaleza humana el proceso de comunicación es una necesidad, con uno mismo, con nuestro prójimo, con la naturaleza, con el universo o con algo superior que de respuestas de nuestra existencia. La esencia del conocimiento es la comunicación, cuando es comunicada una idea o pensamiento es cuando se hacen real y auténtico; de lo contrario, sólo quedaría en la mente del autor y los demás no sabríamos de su existencia, sería una fantasía en la mente de alguien más.
Dios también tiene necesidad de comunicar: “Ciertamente el Señor DIOS no hace nada sin revelar su secreto a sus siervos los profetas.” (Amós 3:7). Los pensamientos de Dios han sido puestos para que los entendiéramos si es nuestro deseo; así que surge una pregunta: ¿Cómo comunica Dios a la humanidad su mensaje de forma que lo podamos entender?
Un bosquejo de las Sagradas Escrituras en boca de aquel hombre sabio Salomón, quien gracias a la voluntad de Dios, tuvo la oportunidad de conocer grandes cosas del mundo en que vivimos:
Eclesiastés 11:10: “Quita, pues, de tu corazón la ansiedad, y aleja de tu cuerpo el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.” (RVA).
Acerca del infierno hay toda una cultura que lo rodea y que ha alimentado muchas ideas, diferentes grupos religiosos han interpretado a su manera sobre su propósito y sus características. ¿Pero qué nos enseña la Biblia sobre este tema?
“Que en aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la república de Israel, y extranjeros a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Mas ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.”
(Efesios 2: 12,13)
Ya hemos visto en un artículo acerca de la habitación de Dios, que fue algo que por voluntad de Dios fue permitido para cumplir fines específicos para con sus hijos. Queremos ampliar este estudio para ver más características de la construcción del templo físico que construyeron desde los tiempos de Salomón y que fue reedificado y hermoseado por Herodes; hasta que vemos la transición de este templo con nuestro Señor Jesucristo.
El templo que construyó Salomón tenía diversas características como: los muebles que estaban en el tabernáculo, un altar de oro, diez mesas con los panes de la proposición y diez candeleros de oro; igualmente tenía el lugar Santísimo, donde podía entrar sólo el sumo sacerdote una vez al año en la fiesta de las Expiaciones (1° Reyes 7:48-50 y 2° Crónicas 4:8).