Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21-22
Uno de los retos que tenemos como personas es aprender a perdonar y a pedir perdón, ambos son igual de difíciles. Jesús nos exhorta a perdonar las veces que sea necesario, hagamos ese intento, confesando nuestras faltas a Dios, perdonándonos primero a nosotros mismos. Pues si reconocer mis faltas y pedirle perdón a Dios por ellas, entonces también podré perdonar las faltas de los demás, porque nadie es perfecto.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 1a. de Juan 1:8-10
Teniendo esto en mente, no podemos poner condiciones sobre el perdón, Dios no envío a su hijo a condenar al mundo por sus faltas, sino que vino a salvarnos, que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Isaías 55:7
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:14, 15
El perdón y la misericordia de Dios son herramientas grandiosas, el perdón es una arma poderosa que requiere de humildad, no buscando los errores en los demás, sino aceptando que tanto uno como otro cometen errores y ninguno está exento de caer, si perdonamos a nuestro prójimo, nuestro Padre celestial también perdonará nuestras faltas en el día del juicio.
Que nuestro Dios siempre nos guíe en su palabra.