La Biblia, incluyendo las divisiones comúnmente conocidas como Antiguo y Nuevo Testamento, es la divinamente inspirada Palabra de Dios. Ninguna otra escritura ha sido de tal manera inspirada. Creemos que la Biblia es infalible en enseñanza y contiene la completa voluntad y revelación de Dios hacia el hombre. (2 Ti. 3:16, 17; 2 P. 1:19-21; Is. 45:23; He. 4:12; Mt. 24:35; Ap. 22:18,19).

“Y él les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos” (Lucas 24:44)

Los pueblos de la antigüedad escribieron y codificaron en sus escritos normas legislativas, morales y religiosas que con el tiempo, en su traducción, han quedado registradas en libros conocidos hoy como sagrados.

Sin embargo, nosotros vemos que a pesar de ser llamados sagrados, no tienen la inspiración del Dios de Israel. Por su parte, la Biblia nos da pruebas irrefutables de que ella es la verdadera Palabra de Dios, pues es infalible como Dios mismo (Números 23:19).

El término Biblia es la forma en plural de la palabra griega Biblon, esta última palabra significa libro, por tanto Biblia significa LIBROS.

Se dice que en el siglo IV el clérigo Jerónimo, considerado como uno de los “Padres” de la iglesia de Roma, le dio el nombre de Biblioteca Divina al conjunto de libros que comprenden este sagrado volumen, lo cual está de acuerdo con el término Biblia, toda vez que se comprende que la misma es un libro de libros, ya que consta de sesenta y seis libros.

El término Biblia nos ayuda a reconocer este volumen sagrado, pero ésta palabra no se encuentra en ninguna parte del contenido de la Sagrada Escritura. Juan Crisóstomo (344-407), Patriarca de Constantinopla, introdujo la palabra Biblia al uso común para designar los Libros Sagrados. Ella misma se designa con varios calificativos como son: Las Escrituras (Juan 5:39), Las Sagradas Escrituras (2a Timoteo 3:15), La Palabra de Dios (Romanos 3:2), La Palabra de Jehová (Isaías 28:13).

La Biblia se divide en dos partes principales, el Antiguo Testamento que contiene 39 libros y el Nuevo Testamento con 27, lo cual hace un total de 66 libros.

El Antiguo Testamento se escribió en hebreo, es importante mencionar que los textos que a continuación señalamos fueron escritos en arameo: Jeremías 10:11, Daniel 2:4 al 7; Esdras 4:8 hasta el 6:18; 7:12-26. Asimismo, salvo algunas palabras y oraciones escritas en arameo, el Nuevo Testamento fue escrito en idioma griego, el cual era común en los tiempos que fue escrito.

Aproximadamente en el año 132 a.C. los judíos dividieron los 39 libros escritos en hebreo, en tres partes conocidas como: La Ley o la Torah, Los Profetas o Nebiim y Las Escrituras Sagradas, también llamadas Divinas o Kethubim. Cada una de estas partes contiene los siguientes libros como a continuación se presenta:

  1. La Ley, comprende los cinco libros de Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
  2. La sección de los Profetas, a su vez esta dividida en tres partes:
  3. Los Anteriores o Primeros o Nevi-im Rishonim, y contiene los escritos de: Josué, Jueces, 1a y 2a de Samuel, 1ay 2a de Reyes.
  4. Los Posteriores o Nevi-im Ajaronim, y son: Isaías, Jeremías y Ezequiel y por último en un solo rollo a los doce Profetas Menores que son: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Haggeo, Zacarías y Malaquías.
  5. Las Escrituras Sagradas o Kethubim, contiene trece libros:
  6. A los tres primeros se les llama la VERDAD y son: Salmos, Proverbios y Job.
  7. A los siguientes cinco se les llama ROLLOS (Pergaminos), MEGUILLOT o Meguilot y son: Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Esther.

En el último grupo están incluidos Daniel, Esdras, Nehemías y 1a y 2a libros de Crónicas.

A esta división se refería Jesucristo cuando decía: “… que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44).

La Biblia fue inspirada por Dios: literalmente dictada por medio del Espíritu Santo a los hombres elegidos por el Altísimo, en diferentes épocas (2a Pedro 1:21). Aún con esto, no hay contradicción alguna de un libro a otro, ha sido una sola mente la que la concibió y dictó. Por esto hay continuidad en su enseñanza a lo largo de las épocas de la humanidad.

Estos son los motivos que nos llevan a creer que la Biblia es la verdadera, única y auténtica Palabra de Dios. Ella nos fortalece en la fe al oírla, también nos amonesta e instruye en todos los campos de nuestra vida. Es la voluntad de Dios, a la cual debemos sujetarnos si en verdad queremos heredar la Vida Eterna.

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