En una ocasión a Jesucristo le preguntaba un hombre con mucho conocimiento, siendo el principal entre un pueblo que tenía estudio y la historia de su pueblo que transmitía sabiduría; pero aún con todo ese conocimiento y antecedentes no pudo entender unas palabras que expresaba el hijo de Dios: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3) ¿Cómo puede un hombre de avanzada edad volver a nacer, o puede alguno de nosotros volver al vientre del que nacimos? Aquel hombre, y como muchos de nosotros faltos de entendimiento, no comprendemos las palabras que mencionaba Jesucristo.

Respondió Jesús: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (Juan 3:5,6).

Nacer de nuevo, una idea compleja que debe entenderse su significado, pues de ella depende nuestra salvación y la oportunidad de poseer vida eterna. No cualquiera puede poseerla, es un premio que requiere esfuerzo y sacrificio; ya que es un galardón de Dios, no es del mundo que se encuentra sin fe y sin Dios. Así que para comenzar a dirigir nuestra mente en algo que no es de este tiempo, comencemos con la enseñanza de Jesucristo.  

Nacer de nuevo representa un cambio completo, giro de 360º, cambios radicales en nuestra vida. La idea de nacer de nuevo es abandonar lo que creemos que somos y que es correcto, porque en realidad no conocemos al real yo, estamos enseñados a tener sentimientos, creencias, pensamientos e imágenes erróneas sobre todo lo que nos rodea.

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” (Juan 16:13).

Cuando vemos la realidad de la vida, nuestros ojos son abiertos, nuestra mente nos enseña que nos pudimos equivocar y haber cometido errores (la Biblia los describe como pecados) delante de Dios. Si aceptamos el hecho de que como hijo de Dios me pude haber equivocado, entonces la oportunidad de nacer de nuevo será real y posible para nosotros. No hay oportunidad en Dios para aquellos que no aceptemos que hemos pecado, la perfección viene con el conocimiento de la verdad y la verdad viene del único Dios.

“De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando fueres juzgado.” (Romanos 3:4).

Nacer de nuevo es dejar nuestros propios pensamientos para unirlos con los de Dios. ¿Abandonarías todos tus bienes materiales a cualquier persona? Ninguno pensaría en hacer eso, tendríamos antes conocer quién es y ver las capacidades que tiene para cuidar nuestros bienes.

Y la parte espiritual, ¿A quién le confiarías tus bienes espirituales?

“La perfección no se puede alcanzar en un solo paso, requiere que estemos dispuestos a nacer de nuevo, ya que Jesucristo nos dice que es necesario, nuestro hombre interior tiene que ir creciendo y alimentándose de la Palabra de Dios. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (1a. Pedro 3:18).

Reconocer que somos pecadores y que necesitamos de un redentor ante nuestro Dios para ser perdonados. El requisito de Cristo es nacer de agua y de espíritu, cada uno de ellos con sus características que nos ayudarán a obtener los premios que nos tiene guardados nuestro Dios en la vida eterna.

Nacer de nuevo es algo digno para luchar, entreguemos nuestro corazón a Dios y dejemos que nos transforme en un ser sin defectos en todos sus sentidos.

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