Tal vez pensemos que para liderar tiene que existir un grupo de personas a nuestro cargo, o tener muchas responsabilidades en nuestro trabajo donde tenemos que tomar decisiones importantes. Pensando así perdemos de vista que hemos sido puestos con responsabilidades en este mundo, principalmente con nuestro prójimo, y la inicial y más importante para cada uno: la responsabilidad con uno mismo.

Nos enfocamos en todo lo que nos rodea; pero no atendemos las necesidades que tenemos para mejorar nuestra relación con los demás. Nuestro carácter moldeado por nuestro Dios puede ser la herramienta más útil para ser líderes de nuestra persona y ayudar a los demás a que aprovechen lo mejor de nosotros.

Con nuestro carácter dominado por el espíritu de nuestro Dios, podemos inspirar confianza, y una persona que inspira confianza abre posibilidades ante las necesidades que tiene el mundo actual. Cristo es nuestro mejor ejemplo en el dominio del carácter, tantas provocaciones y pruebas son la muestra real en la que cualquier hombre puede dominar y evolucionar su carácter.

En las pruebas y el cómo las enfrentamos, revelamos nuestro carácter. Las pruebas no moldean necesariamente los defectos, si nuestro Dios no moldea este carácter a nosotros nos costará mucho trabajo deshacernos de los malos hábitos y costumbres que afectan el desempeño en nuestras actividades. Debemos aprender a elegir, entendiendo que es una decisión, y que las consecuencias, ya sean positivas o negativas nos irán formando como personas individuales capaces de forjar nuestro propio destino.

Ahora imagina que alguien que tiene el conocimiento y la verdad de este universo te ayuda a forjar ese carácter, evitarías muchas equivocaciones y serías perfeccionado con ayuda del espíritu de nuestro Dios.

Al inicio del ministerio de nuestro Señor Jesucristo, lo primero que necesitó fue la ayuda del espíritu para fortalecer las decisiones que tomaría como ser humano, frágil como cualquiera de nosotros, probado por nuestro enemigo Satanás, con esa formación con la que lo fue llevando nuestro Dios.

Veamos un ejemplo de su carácter dominado:

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo:

  1. 1era. Tentación: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Pero Él respondiendo, dijo: Escrito está: “NO SÓLO DE PAN VIVIRÁ EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS”.
  2. 2da. Tentación: Entonces el diablo le llevó a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del templo,  y le dijo: Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está: “A SUS ÁNGELES TE ENCOMENDARÁ”, y “EN LAS MANOS TE LLEVARÁN, NO SEA QUE TU PIE TROPIECE EN PIEDRA”. Jesús le dijo: También está escrito: “NO TENTARÁS AL SEÑOR TU DIOS”.
  3. 3era. Tentación: Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras. Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS, Y SÓLO A ÉL SERVIRÁS”.
  4. RESOLUCIÓN: El diablo entonces le dejó; y he aquí, ángeles vinieron y le servían.

Nuestro carácter cuando se alimenta sólo de los conocimientos del mundo, se verá debilitado en defectos y aspectos negativos que nos afectan en nuestro desarrollo humano. Nuestro Maestro resistió esa primera tentación reconociendo que hay un alimento más importante para nosotros. Después de haber ayunado 40 días, con su cuerpo demandando algo que comer, es tentado, y resiste reconociendo el alimento fundamental para todos nosotros, un alimento espiritual que su fuente es el eterno Dios, enseñándonos a ser perfectos. El carácter se fortalece con sabiduría.

Nuestro carácter se ve tentado a creer que todo lo puede hacer solo, que no necesita de ayuda. Generalmente la depresión y el estrés son enfermedades comunes en los hijos de Dios que no aceptan que Dios es el que sustenta la vida, que nos da fortaleza para las adversidades, y que si no fuera por Él, nosotros no viviríamos. Jesucristo nos enseña que Dios es lámpara a nuestros pies para no tropezar, la guía que necesitamos para aceptar lo bueno y lo malo, aún en la adversidad Dios nos cuida.

Podemos ver que nuestro carácter se enfrenta continuamente en la lucha carnal y espiritual, una lucha que mientras seamos carne estará presente para hacernos afrenta con la naturaleza humana. No podemos heredar y ser parte en lo espiritual si lo carnal no lo aprendemos a dominar. Si nuestro carácter se inclina sobre posesiones, puestos altos en el trabajo, comodidades materiales, lujos innecesarios, tener muchos noviazgos o más de una familia, etc., entonces esto puede ser la causa de nuestro alejamiento de Dios y del premio que nos ofrece que es la Vida Eterna.

Si nuestro carácter lo forjamos con ayuda de Dios, entonces las tentaciones y pruebas que podamos sufrir, serán para nuestra fortaleza y también de los que nos rodean.

“Y el Dios de paz os santifique en todo: para que vuestro espíritu y alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión para la venida de nuestro Señor Jesucristo.”

1a Tesalonicenses 5:23

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