“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (Juan 3:16-18)
Este mundo ha tenido grandes y distinguidos benefactores, hombres que han dado su vida por una patria, por la libertad material; por un ideal, por una institución, etc. Todos ellos han merecido admiración y respeto, pero ninguno ha logrado la redención integral de la humanidad, ninguno ha tomado el lugar que ocupó el insigne Maestro de Israel. El vino como la misma Biblia lo dice: “ para dar su vida por la vida del mundo” (Juan 6:51).
Cristo, el elocuente Maestro de los hombres, admirado por todos sus oyentes, pronto se transformó como lo dice la Escritura en: “varón de dolores”, “ el despreciado y desechado entre los hombres”, en el “ rescate del mundo”, quien “como cordero fue llevado al matadero y no abrió su boca”.
Los héroes de nuestros tiempos no han dado nada sin la idea de recibir algo: algún elogio, algún título, alguna estatua, alguna fama, y sin embargo, todo ha sido inútil, todo ha sido transitorio, todo ha quedado en el olvido después de algún tiempo.
Cristo, aunque no ha recibido elogios de hombres, (Ningún título, ni tiene alguna estatua), es EL REDENTOR, exaltado a lo sumo, es la inspiración de todos los humanos ricos y pobres –“es la esperanza de gloria”, es “El Consolador Divino”, el que no espera nada del corazón vil de los humanos . El que sin miramientos egoístas dijo una vez (Hablando Al Padre) “…Mas me apropiaste cuerpo:…Entonces dije: Heme aquí para que haga, oh Dios, tu voluntad.” (Hebreos 10:5-7).
Su cuerpo fue herido por causa nuestra, fue humillado en alto grado: pagó el alto precio de nuestra redención. ¿Quién pudiera comprender esta palabra: redención?
El poeta Aexhylus había sido sentenciado a muerte por los atenienses, de cuya gracia había caído. Parecía que nada podía salvarlo. Pero el poeta tenía un hermano, quien había perdido un brazo en defensa de su patria en la Batalla de Salamina, cuando los griegos luchaban por su vida contra los Persas. Este hermano se presentó ante la corte que acababa de sentenciar a su hermano, y sin hablar una palabra se puso ante él, abrió su manto y enseño el triste muñón de su brazo cortado. Conmovida la corte de Justicia, se puso unánimemente de pie, y revocó la sentencia.
De la misma forma: Nuestro hermano Mayor, Cristo Jesús, mostrando su cuerpo lacerado a favor de nosotros, logró nuestra LIBERTAD ETERNA.
Esta ha sido la obra cumbre de toda la Historia de la Humanidad. CRISTO SIGNIFICA: ESPERANZA Y SALVACIÓN, es decir: “ CRISTO ES NUESTRA ESPERANZA DE SALVACIÓN”; Por que no hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombres en el que podamos ser salvos (Hechos 4:12).
Boletín Bethesda SÁBADO 17 DE OCTUBRE DE 2009 AÑO 15 No. 511