Para comprender el impacto que causó la enseñanza de Cristo con su Evangelio, podemos compara cómo se comprende el amor en nuestros tiempos. El amor de Dios siempre ha estado definido no solo por que se dice, también es por lo que se hace. Los dos van íntimamente acompañados, de esta manera no solo podemos conocer las características del amor, sino sus manifestaciones. Para que puedan ser reales y no solo una concepción mental, se deben convertir en acciones.
En la Biblia, la caridad se refiere a un acto de amor desinteresado y compasión hacia los demás, impulsado por la fe en Dios y el deseo de obedecer sus mandamientos. Este tipo de caridad va más allá de simplemente dar cosas materiales; implica también cuidar del prójimo en todas las áreas de su vida, incluyendo el espíritu y el alma.
Por otro lado, el amor que se practica en la sociedad puede ser más superficial y egoísta, a menudo centrado en el interés propio o en obtener reconocimiento público. Puede manifestarse a través de acciones altruistas, pero también puede estar motivado por el deseo de lucro, prestigio o satisfacción personal.
Vamos aprender lo que la Biblia nos enseña sobre el amor de Dios.
- 1 Corintios 13:3 (RVR1960): “Y aunque repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y aunque entregase mi cuerpo para ser quemado, si no tengo amor, de nada me sirve”.
Este versículo muestra que la caridad sin amor genuino no tiene valor real ante Dios.
- Juan 3:16 (RVR1960): “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Aquí se muestra el ejemplo máximo de amor desinteresado y sacrificial, que es el fundamento de la caridad bíblica.
- 1 Juan 3:17 (RVR1960): “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”.
Este verso enfatiza que la verdadera caridad no puede coexistir con la indiferencia hacia las necesidades de los demás.
- Mateo 6:1-4 (RVR1960): “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.
Este pasaje enseña que la verdadera caridad no busca el reconocimiento público o la recompensa terrenal, sino que se practica en humildad y sinceridad ante Dios.
- 1 Corintios 16:14 (RVR1960): “Todas vuestras cosas sean hechas con amor”.
Este versículo resalta la importancia de que todas nuestras acciones, incluyendo la caridad, estén motivadas por el amor genuino, no por el deseo de reconocimiento o ganancia personal.
- Lucas 10:25-37 (RVR1960): La parábola del buen samaritano.
En esta parábola, Jesús ilustra la verdadera naturaleza de la caridad a través del acto desinteresado y sacrificial del samaritano hacia el hombre herido en el camino. Mientras que otros pasan de largo, el samaritano muestra compasión y cuidado hacia un extraño necesitado, demostrando así el verdadero amor y la caridad que Dios espera de nosotros.
Mientras que la sociedad puede practicar formas de amor que se asemejan a la caridad bíblica, la diferencia clave radica en la motivación y el fundamento espiritual detrás de esos actos. La caridad bíblica es impulsada por un amor genuino y desinteresado, arraigado en la fe en Dios y en su mandato de amar al prójimo como a uno mismo.