El crecimiento de una nueva criatura no solo se refleja en edad, sino también en virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, temor de Dios y amor fraternal. (2 Pedro 1:5-8). Creciendo de tal manera alcanzaremos mayor productividad y utilidad en el servicio de Jesucristo.
Con la mirada puesta en la plenitud de Cristo, forjamos nuestra fe en un fundamento permanente y Divino, es decir, las Sagradas Escrituras. En ellas “Tenemos la palabra profética más segura”. La biblia no fue escrita por comprensión personal y humana sino inspirada por el Espíritu Santo quien impulsó a los profetas y ellos hablaron por Dios (2ª Pedro 1:19-21). El consejo es prestar atención a aquella lámpara que brilla en un lugar oscuro. En Salmos 119:105 nos dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”.
Enseñar, reprender, corregir e instruir en justicia son las habilidades adquiridas al dedicar tiempo al estudio de las escrituras con el propósito de formar hombres y mujeres perfectos para Dios (2ª Timoteo 3:16,17). La bendición de tener un soporte sólido es la paz, la seguridad ante la tempestad, esas dificultades que generan inquietudes terrenales impidiendo comprender lo celestial, pero en el proceso se desarrollará la prudencia para saber esperar lo eterno. (Mateo 7:24-28)
La exhortación de hoy es tomar unos minutos diarios para la lectura de las cosas divinas, cuando esperas en el banco, transporte público, antes de entrar a consulta médica. El consejo del Apóstol Pablo a Timoteo es “entre tanto que voy, ocúpate en leer” sigamos pues la recomendación entre tanto que viene la segunda venida de Jesús, ocuparse en leer, enseñar y exhortar. (1 Timoteo 4:13)
Ahora bien, debemos reconocer que el fundamento inicia con los profetas del Antiguo Testamento hasta el tiempo de los Apóstoles en el Nuevo Testamento todo ello comprende nuestro cimiento divino y en el total de los escritos edificamos nuestra fe siendo soportados por la piedra angular, Jesús. (Efesios 2:20)
Para concluir, quiero recordarte la promesa que encontrarás en tu lectura, así como la vida y obra del Mesías que al leer de su amor, sacrificio y perdón crearemos una conexión que nos acercará al Padre y la VIDA ETERNA. (Juan 5:39) Y para que alcancemos esto, es necesario tener primero una renovación en nuestro ser para que el Espíritu Santo toque nuestro corazón y haga su labor.