Tal vez pensamos que escuchar es algo automático que podemos fácilmente dominar, o que al crecer lo vamos desarrollando, así como abro los ojos y veo, abro la boca y hablo, pues así mismo escucho. Pero cada uno de nuestros sentidos se necesitan saber utilizar, nuestro Dios nos enseña a utilizarlos correctamente para sacar provecho a todo lo que entra en ellos. Si nos cuesta trabajo escuchar a las personas que hablan el mismo idioma que nosotros, también escuchar a nuestro Dios requiere de esfuerzo y dedicación.
Deuteronomio 6:1-3 ESTOS pues son los mandamientos, estatutos, y derechos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra á la cual pasáis vosotros para poseerla: Para que temas á Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, y tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, y que tus días sean prolongados. Oye pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien, y seáis multiplicados, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres, en la tierra que destila leche y miel.
Comenzamos leyendo que Dios dió a su pueblo instrucciones que tenían que seguir para obtener sus bendiciones, una de ellas era la Tierra prometida. En lo que Dios dice, pide que se pongan por obra estos mandamientos, ¿Pero no te sorprende que al poco tiempo de escuchar los Mandamientos, el pueblo ya estaba construyendo un ídolo y cometiendo pecado con nuestro Dios? Ya habían oído la instrucción, ¿qué fue lo que les pasó?
Por eso una de las bases de la Fe de los hijos de Dios dice el verso 3 Oye Israel, y cuida de ponerlos por obra. Espero que nos demos cuenta que no sabemos escuchar muchos de nosotros, pasamos por alto las instrucciones divinas.
Éxodo 15:26 Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, é hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído á sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié á los Egipcios te enviaré á ti; porque yo soy Jehová tu Sanador.
A veces podemos dejar pasar las bendiciones de Dios por no saber escuchar, es simple Dios tiene sabiduría infinita para sanidad de las naciones, nosotros podemos acceder a esa sabiduría y obtener como recompensa la salud de Dios, pero pasamos por alto sus recomendaciones, pensando que tenemos una mejor forma de hacer las cosas. Para evitar los males, pongamos atención a lo que quiere decirnos nuestro Dios.
Job 34:2-4 Oid, sabios, mis palabras; Y vosotros, doctos, estadme atentos. Porque el oído prueba las palabras, Como el paladar gusta para comer. Escojamos para nosotros el juicio, Conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno.
Los sabios escuchan las palabras de Dios, lamentablemente a veces nos gusta ser necios y preferimos no escuchar, elijamos el juicio de Dios antes que el de los hombres y conozcamos lo que es bueno. Ponemos atención y las palabras las comienzo a entender, cobran sentido gracias a que Jehová me da la oportunidad de entender su palabra y esa bendición no tiene precio.
Salmos 55:1-5 ESCUCHA, oh Dios, mi oración, Y no te escondas de mi súplica. Estáme atento, y respóndeme: Clamo en mi oración, y levanto el grito, A causa de la voz del enemigo, Por la opresión del impío; Porque echaron sobre mí iniquidad, Y con furor me han amenazado. Mi corazón está doloroso dentro de mí, Y terrores de muerte sobre mí han caído. Temor y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto.
¿Cómo crees que escuche Dios una oración tuya? ¿Crees que cuando te comunicas, te ponga en espera y se ponga a atender asuntos más importantes que nuestras oraciones? Y es que hay muchas cosas que nos distraen, nuestras propias angustias son razón de muchas de nuestras distracciones, y no es para más, pues son cosas que ocupan nuestra mente, pero debemos recordar que en todo el oído debe estar atento a sus consejos y su forma de que salgamos de nuestros problemas, Su Hijo Jesucristo nos muestra con su vida a cómo estar atentos, que por esos instantes de comunicación, nada nos distraiga, por que su respuesta es lo más importante de mi día.
Veremos un claro ejemplo de qué es lo que pasa cuando nuestro oído está atento al mensaje divino.
Hechos 2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron á hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.
Primero vemos que estaban llenos del espíritu Santo de Dios, estaban inspirados para escuchar y también para poner atención en todo lo que se les hablaba.
Ver. 14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó su voz, y hablóles diciendo: Varones Judíos, y todos los que habitáis en Jerusalem, esto os sea notorio, y oid mis palabras.
Pedro con ayuda del Espíritu Santo, comenzó a hablar y puso sentido a las palabras para que todos entendieran.
Ver. 33-38 Así que, levantado por la diestra de Dios, y recibiendo del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió á los cielos; empero él dice: Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra,Hasta que ponga á tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa pues ciertísimamente toda la casa de Israel, que á éste Jesús que vosotros crucificasteis, Dios ha hecho Señor y Cristo. Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron á Pedro y á los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Y habiendo escuchado atentamente, no tardaron en preguntar qué es lo que nos hace falta hacer, arrepiéntanse y bauticense les dijo el Apóstol, y en ese día se convirtieron como 3 mil personas, es Maravilloso escuchar lo que un oído atento puede provocar, “entiendo lo que Dios quiere de mi y no tardo de ponerlo por obra”.
Santiago 1:22-25 Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos. Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se consideró á sí mismo, y se fué, y luego se olvidó qué tal era. Mas el que hubiere mirado atentamente en la perfecta ley, que es la de la libertad, y perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho.
Escucho y como estoy atento a lo que Dios me dice, se que hay que poner por obra su palabra, para que todo me salga bien y prospere en mi vida y mis caminos.