Introducción: Dos Tipos de Vista
La Biblia constantemente nos habla de dos maneras de ver: la vista física y la vista espiritual. La primera percibe la realidad tangible, temporal y, a menudo, engañosa. La segunda, que debemos entrenar, discierne la realidad eterna, la verdad de Dios y Su reino. El objetivo es que nuestros “ojos del corazón” (Efesios 1:18) se alineen con la mirada de Dios.
1. La Necesidad de una Nueva Visión: Los Ojos del Corazón
El problema del ser humano caído es la ceguera espiritual. Vemos el mundo a través del filtro del pecado, el miedo y la temporalidad.
- Proverbios 4:25-27 (NVI):“Que tus ojos miren rectamente; fija la mirada en lo que tienes delante. Endereza las sendas por donde andas; afianza bien todos tus caminos. No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda; apártate de la maldad.”
- Análisis: Este pasaje es un manual de entrenamiento. Insta a una mirada focalizada y directa, evitando las distracciones que nos llevan al pecado. Es una decisión activa de dirigir la atención.
- Efesios 1:18 (NVI):“Pido que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos.”
- Análisis: Pablo no ora por la vista física, sino por la iluminación de los “ojos del corazón”. Esta es la visión de la fe que nos permite ver nuestra esperanza y herencia en Cristo, realidades que los ojos físicos no pueden captar.
2. Entrenando la Mirada: ¿En Qué Fijarnos?
La disciplina espiritual consiste en redirigir constantemente nuestra atención hacia lo que edifica.
a. Ver las Promesas de Dios y Su Fidelidad (Más Allá de las Circunstancias)
- 2 Corintios 4:18 (NVI):“Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.”
- Análisis: Este es el versículo clave. Entrenar la vista significa elegir conscientemente no fijarse en los problemas visibles (que son temporales), sino en las realidades invisibles de Dios (que son eternas). Es ver la promesa de provisión en medio de la escasez, o la paz en medio del caos.
- Hebreos 11:1, 13 (NVI):“Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve… Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos…”
- Análisis: Los héroes de la fe son nuestro ejemplo. Ellos “reconocieron a lo lejos” las promesas. Su mirada estaba entrenada para ver el futuro de Dios en el presente, lo que les dio perseverancia.
b. Ver con Esperanza y Misericordia (La Mirada de Jesús)
- Mateo 9:36 (NVI):“Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.”
- Análisis: La mirada de Jesús no era de desdén o juicio, sino de compasión. Entrenar nuestra vista implica pedir a Dios que nos permita ver a las personas como Él las ve: con necesidad y dignidad, lo que genera en nosotros misericordia y deseo de servir.
- Salmo 123:1-2 (NVI):“A ti levanto mis ojos, a ti que reinas en el cielo. Como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor… así nuestros ojos miran al Señor nuestro Dios…”
- Análisis: Este salmo describe una mirada de total dependencia y esperanza. Es fijar los ojos en Dios, esperando Su guía y provisión, en lugar de depender de nuestras propias fuerzas.
3. El Peligro de una Mala Vista: Las Distracciones y la Vanidad
La Biblia también nos advierte sobre lo que no debemos mirar, porque corrompe el corazón.
- 1 Juan 2:16 (NVI):“Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo.”
- Análisis: La “codicia de los ojos” es una de las puertas de entrada al pecado. Mirar lo que no nos pertenece, lo que es vanidad o inmoral, envenena el alma. Entrenar los ojos incluye aprender a apartar la vista.
- Proverbios 23:5 (NVI):“¿Has de fijar en él tus ojos? ¡Nada hay! Porque la riqueza se hace alas, y como águila, vuela al cielo.”
- Análisis: Un ejemplo específico: fijar la vista en las riquezas es inútil porque son pasajeras. Es una visión miope que ignora la eternidad.
4. El Ejemplo Supremo: La Visión de los Profetas y la Vida Eterna
Los profetas son el modelo máximo de hombres con los “ojos del corazón” entrenados. Ellos veían la realidad espiritual detrás de la física y recibían visiones del futuro de Dios.
- Habacuc 2:1-3 (NVI):“Me pondré en guardia; stationado en la muralla, velaré para ver qué me dice y qué he de responder… Aunque parezca tardar, espéralo; porque sin falta vendrá.”
- Análisis: Habacuc entrena activamente su mirada. Se coloca en posición de espera para ver la palabra de Dios. Su visión se traduce en una promesa que requiere fe para ser vista: “aunque parezca tardar”.
- 2 Reyes 6:17 (NVI):“Y oró Eliseo: ‘Señor, te ruego que le abras los ojos para que vea.’ El Señor abrió los ojos del siervo, y éste miró y vio que la colina estaba llena de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.”
- Análisis: Este es el desenlace del entrenamiento: Dios abre nuestra vista espiritual para ver la realidad de Su protección y poder (la vida eterna actuando en lo temporal). Es la confirmación de que lo invisible es más real que lo visible.
- Apocalipsis 21:1-4 (NVI):“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva… y oí una potente voz que provenía del trono y decía: ‘¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios!… Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor…'”
- Análisis: La visión final de Juan es el destino de nuestra esperanza. Entrenar nuestra mirada hoy es comenzar a vislumbrar esta realidad eterna. Es saber que el camino, aunque estrecho, conduce a un lugar donde Dios mismo enjugará toda lágrima de nuestros ojos. La vida eterna es la culminación de una vista bien entrenada en las promesas de Dios.
Conclusión
Dios nos invita a un entrenamiento diario de la vista. No se trata de negar la realidad física, sino de interpretarla a través de la lente de la fe, la esperanza y la eternidad. Al elegir fijar nuestros ojos en Jesús (Hebreos 12:2), en Sus promesas y en la necesidad del prójimo, nuestros “ojos del corazón” se fortalecen. Dejamos de ser distraídos por la vanidad y comenzamos a ver el mundo como un campo de misión, nuestra vida como un viaje hacia la eternidad, y a las personas como objetos del amor de Dios. Como los profetas, aprendemos a ver lo invisible y a vivir con la certeza de que la visión final de Dios—un cielo nuevo y una tierra nueva—es la verdadera y eterna realidad.