¿Y por qué no? Si hay termómetros, vóltmetros, amperímetros, etc., porque no hacer un fidesímetro. Tal vez se pregunte ¿Qué sería eso?, es fácil, por ejemplo, si la palabra termómetro proviene del griego thermee: calor, y metron: medida, resulta obvio que éste es un aparato que mide la temperatura. Así que su nombre lo indica fides: fe y metron: medida, es decir que un fidesímetro serviría para medir la fe.
Si partimos de la idea de que la fe es la sustancia de las cosas que se esperan y la demostración de lo que no se ve, entonces se podría creer que la fe es algo invisible al ojo humano y por lo tanto habita en nuestra mente. Para esto serviría el fidesímetro ya que delataría la cantidad de fe que nosotros tenemos.
Incluso a nuestro aparato le podríamos hacer varias presentaciones, como un fidesímetro de pulsera, para aquellos grandes eventos; o tal vez uno con despertador, que sería doblemente provechoso pues cuando nos despertara conoceríamos la cantidad de fe que se pierde o se gana al dormir. ¡Podríamos saber que tan lejos estamos del reino de Dios con tan sólo mirar sus dígitos!.
Realmente sería una maravilla, el más importante instrumento de medición que un miembro de la Iglesia de Dios pudiera tener.
Sólo que el problema de tener un aparato así, empieza cuando pensamos en ¿Cuál tendría que ser la unidad de medida? es decir el termómetro tiene grados, que bien puede ser fahrenheit o centígrados, la báscula tiene los gramos o libras ¿Cuál correspondería a la fe? Después de pensar en varias posibilidades creo que la mejor opción son las obras, por lo que decía el apóstol Santiago la fe sin obras es muerta. Por consiguiente algunas de las expresiones que se usarían, después de poner a trabajar el fidesímetro, serían tengo 12 obras o ¡subí en obras!. Sin embargo el problema continúa, ya que ¿Cuál sería el grado máximo en obras y cuál el mínimo para saber si es que vamos bien o no?
Este problema no es para nada pequeño, ya que determinar algo como esto sería como limitar hasta dónde uno puede llegar en su relación con Dios y no poder pasar de ahí. En la Biblia hay muchos ejemplos de personas con una fe ejemplar y es imposible saber quién la tenía en mayor cantidad. Por lo tanto marcar un límite sería inútil, además de impreciso. Entonces ¿Qué pasará con nuestro fidesímetro? Seguramente nada o simplemente caería en desuso; ya que como usted se habrá dado cuenta, la fe que mora en nuestra mente, sí se puede ver con nuestros ojos, claro a través de las obras. Un cristiano, a pesar de nunca haber visto a Cristo, creerá en él y lo manifestará en su vida, por lo que se comportará con cordura, caridad, paciencia, etc., es decir, en la medida que manifestemos a través de nuestros actos que Dios vive en nuestros corazones, estaremos mostrando la cantidad de fe que tenemos. Por lo tanto no hay ni habrá un equipo de medición de fe que nos indique si es que falta o no, sino más bien tiene que haber una voz interior en cada uno de nosotros que nos indique si es que estamos más cerca o lejos del Todopoderoso.
Para seguir meditando
Sgo. 2:1-26 – Mr. 12:41-44 – He. 11:1-40 – Sal. 51:1-19 – 2ª Co. 5:1-21
Por: Carlos Pacheco