Me siento avergonzado, porque el día de hoy me di cuenta que abandoné la imagen del que me crió, mis ropajes naturales, donde mi cuerpo era puro y sin corrupción, tenía pensamientos libres… libres del conocimiento humano, de la necedad de mi mente de querer saber más allá de lo que se me permitió ver, que en apariencia sentía haber estado limitado a un conocimiento nuevo, saber la diferencia entre el bien y el mal y ser mejor de lo que ya era, pensando que podía perfeccionarme por mí mismo; pero entre más libre me sentía, mis ojos se vieron limitados, me avergoncé y me tapé, porque sabía que Mi Guía me observaba y lo había decepcionado. No acaté una simple ordenanza que a cualquiera le hubiera sido fácil atender. Mi vergüenza me persigue porque he abandonado la imagen del que me formó, pude ser perfecto y tener la sabiduría que ejercería con poder para transformar mi entorno, gozar de los frutos que para mí habían sido creados, los cuales no tenían mancha, eran puros así como mi alma que estaba blanca como la nieve.
He aceptado mi vergüenza y me humillo hacia mi Señor, quiero recuperar la imagen perfecta del que me formó y me hizo ir por los caminos sin ser avergonzado por mi reflejo, tener la seguridad de que mis pasos son firmes porque en la roca he puesto mi confianza. Lograré mis objetivos porque renovado soy, mis alas han crecido y me dirijo a cielos altos para tener mejor visión de todo lo que se ha perdido y lo que podemos hacer para recuperar lo que Dios nos heredó. Desde las alturas puedo ver lo que he enterrado, esperando que nadie lo encuentre, he escarbado para trabajar mis talentos y darle cuentas a Mi Señor.
No me avergüenzo más de lo que fui, porque nueva criatura soy y se me dieron nuevas fuerzas, corro sin cansarme y he trazado mi rumbo fijo hacia ese galardón. No sabía que lo que hacía estaba mal, hasta que conocí la guía de vida que me hizo libre. Espero que no sea demasiado tarde para aprovechar mi tiempo, y dar de vuelta lo que me ha dado Dios. Trabajo sin descansar, ya que por mucho tiempo divagué y mucho tiempo se me fue. Mi Cristo me liberó y mi vergüenza me quitó.
Venid ahora, y razonemos
–dice el SEÑOR—
aunque vuestros pecados sean como la grana,
como la nieve serán emblanquecidos;
aunque sean rojos como el carmesí,
como blanca lana quedarán.
Isaías 1:18