En la vastedad de la Biblia, encontramos enseñanzas que nos invitan a reflexionar sobre la verdadera identidad de un judío. En el libro de Romanos, específicamente en el capítulo 2, versículos 28 y 29. El apóstol Pablo nos ofrece una perspectiva única que nos lleva más allá de las apariencias externas y nos adentra en la esencia del verdadero judío espiritual.

¿Quién es un verdadero Judío?

Históricamente el pueblo de Israel ha sido elegido por Dios, y los pactos que se establecieron son eternos, hasta que sean cumplidas en ellos todas las promesas que están en la escritura. Los judíos fue el gentilicio que se le dió a todos los que pertenecían al reino de Judá. Recordemos que cuando el reino se dividió, la capital del reino del norte fue Israel y la del sur Jerusalem.

En esta división también sabemos que fueron transportados por los Babilonios, después del tiempo de cautividad tendrían que reconstruir una ciudad destruída y su templo. Para nuevamente restaurar todos los rituales que se practicaban en la antigüedad. Así es como comenzaron a ser llamados como judíos, aquellos que pertenecían a este reino donde estaban dos tribus y a todos los del pueblo de Israel que regresaron después de la cautividad.

El pacto que estableció Dios con Abraham fue con la circuncisión de la carne. Y todo varón o familia que quisiera pertenecer a este pueblo, tenía que guardar todas las leyes que Dios le había dado a Moisés en el Sinaí (Génesis 17:11-13). 

Así que en este pacto entrarían las 12 tribus de Israel, y todo extranjero que quisiera tener el mismo pacto, estaba obligado a guardar la ley de Dios y circuncidarse.

La Circuncisión del Corazón:

En Romanos 2:28, Pablo destaca que no es judío quien lo es solo exteriormente, es decir, mediante la circuncisión física, sino aquel cuyo corazón ha sido circuncidado. Esta declaración nos lleva a comprender que la identidad judía va más allá de las prácticas rituales externas. Implica una transformación interna, un compromiso del corazón con Dios.

Deuteronomio 10:16 nos recuerda la importancia de la circuncisión del corazón como un acto espiritual, no solo físico.

El Verdadero Judaísmo es del Corazón:

En el versículo 29. Pablo refuerza su mensaje al afirmar que el verdadero judío lo es en lo íntimo, en el espíritu, y no simplemente por la ley. Aquí, la esencia de ser judío está vinculada a una relación personal con Dios, marcada por la fe y la obediencia.

Gálatas 3:7 nos muestra que los verdaderos hijos de Abraham son los que viven por la fe, independientemente de su linaje.

La Importancia de la Rectitud y la Verdad:

La identidad judía, según Pablo, no solo se basa en el cumplimiento de rituales, sino también en la práctica de la rectitud y la verdad. El verdadero judío refleja la justicia de Dios en sus acciones y busca la verdad en todas sus formas.

Esto no quiere decir que Cristo haya quitado el pacto a los judíos, sino que renovaría ese pacto para salvación de muchos, y para que la practica carnal se siguiera haciendo en una transición espiritual, nos enseña la circuncisión del corazón en el bautismo.

Colosenses 2:11,12 En el cual también sois circuncidados de circuncisión no hecha con manos, con el despojamiento del cuerpo de los pecados en la carne, en la circuncisión de Cristo; sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también resucitamos con él, por la fe de la operación de Dios que le levantó de los muertos. 

Gálatas 3:26-28 Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Jesús. Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos. No hay Judío, ni griego, no hay siervo, ni libre; no hay varón ni hembra: proque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 

Estas enseñanzas bíblicas son para comprender que el día de hoy, Dios no ha desechado a su pueblo. Hay judíos en la sangre que Dios guarda y será por su eterna voluntad que cumpla sus promesas con ellos. Pero a todos nosotros que nos encontrabamos fuera de ese pacto, lo renueva con Cristo, para que todo aquel que crea pueda ser Judío espiritual, obligado a guardar una fe y los mandamientos del Padre.

Cristo no quita la ley, no establece otro pueblo o congregación. Con la misma congregación judía y gracias a la elección de gracia, hubo muchos judíos en la sangre que se convirtieron a la fe de Jesús y en ellos todos los demás somos añadidos. Y si pertenecemos a Cristo, y guardamos las mismas cosas que ellos, entonces también para nosotros es la promesa que se le hizo a Abraham en la antigüedad.

La identidad judía, en su forma más auténtica, va más allá de las apariencias exteriores y se arraiga en una relación genuina con Dios, caracterizada por la fe, la rectitud y la verdad. La enseñanza nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas, recordándonos que ser verdaderos judíos implica una transformación interna que se refleja en nuestras acciones y en la sinceridad de nuestro corazón ante Dios.

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