Purificación del Corazón: Condición para la Verdadera Comunión

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Introducción: El Corazón Humano, Depósito de Vida y Heridas

La Biblia presenta el corazón no solo como el órgano físico, sino como el centro de la persona: voluntad, emociones, pensamientos y carácter. Es el depósito donde se almacenan todas nuestras experiencias, conocimientos y heridas. Las Escrituras declaran: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23, RVR1960). Este “manantial” puede estar contaminado por lo negativo vivido, afectando toda nuestra relación con Dios y con el prójimo.

I. El Estancamiento: Un Corazón Aislado por su Carga

Cuando el corazón se llena de experiencias dolorosas, fracasos, resentimientos o amargura sin procesar, se produce un estancamiento espiritual y emocional. Este estado nos encierra en nosotros mismos, impidiéndonos ver soluciones o recibir ayuda. La Palabra describe esta condición: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12, RVR1960). Nos aferramos a nuestras propias perspectivas limitadas y dañadas, y así, “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9, RVR1960). Esta desconfianza en nuestro propio criterio, unida al aislamiento, nos impide conectar genuinamente con los demás, pues proyectamos nuestras heridas o construimos muros.

II. El Espacio para Jesús: La Guía hacia la Verdad Interior

La verdadera transformación comienza cuando permitimos que Cristo, la Luz y la Verdad, examine y sane nuestro interior. Él no solo ofrece un consuelo superficial, sino que nos guía a un conocimiento liberador de nosotros mismos y de Su voluntad. Jesús promete: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26, RVR1960). Al darle espacio, Él cumple Su promesa: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad…” (Juan 16:13, RVR1960). Este proceso nos lleva a ver tanto lo bueno como lo malo que hay en nosotros, pero no para condenarnos, sino para reconocer nuestra necesidad absoluta de Él. Como David oró después de su pecado: “He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría” (Salmo 51:6, RVR1960).

III. La Palabra que Purifica: Agua que Lava el Corazón

La herramienta principal que Dios usa para esta limpieza es Su Palabra. Ella actúa como un agente purificador que expone y remueve la suciedad moral y emocional. Jesucristo mismo utilizó la Palabra para santificar a sus discípulos: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado” (Juan 15:3, RVR1960). De manera poderosa, la Escritura describe este efecto: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12, RVR1960). Esta “limpieza” específica remueve los frutos de un corazón enfermo: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez” (Marcos 7:21-22, RVR1960). Al ser lavados por la Palabra, estas cosas pierden su dominio en nosotros.

IV. El Fruto de un Corazón Limpio: Autenticidad y Comunión Sana

Un corazón purificado por Cristo y Su Palabra ya no necesita esconderse detrás de máscaras. Puede mostrarse auténtico, porque ha sido perdonado y renovado. Este nuevo corazón es descrito en la promesa de Dios: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26, RVR1960). Un corazón de “carne” es sensible, vulnerable y capaz de amar. Desde esta autenticidad, podemos conectar con los demás de manera profunda y compasiva, porque hemos sido primero sanados. La Palabra nos exhorta: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32, RVR1960). La conexión genuina nace de un corazón que, habiendo recibido gracia, puede extenderla.

Conclusión: Un Manantial Renovado para Dar Vida

El proceso de limpiar el corazón no es un fin en sí mismo, sino la condición indispensable para que nuestra vida “mane” bienestar para nosotros y para los que nos rodean. Al permitir que Jesús more en nuestros corazones por la fe (Efesios 3:17), y ser constantemente lavados por Su Palabra, somos transformados. Dejamos de buscar en los demás una salvación que no pueden darnos, y nos convertimos, por gracia, en canales de la salvación y el amor que hemos recibido. Así, cumplimos el gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39, RVR1960). Solo un corazón limpiado y ocupado por Dios puede amar de esta manera.

Carne a Espíritu

Dios en su infinita misericordia nos permite vivir momentos que nos ayudan a entender quién es Dios, y quiénes somos en sus ojos. Hay momentos de felicidad y tristeza, salud y enfermedad. Pero en cada uno de ellos, si recordamos, ahí estuvo el Padre Celestial, cuidando nuestros pasos para nuestra renovación. Así que les comparto lo que el Padre me ha dado expresado en Letras, durante algunos años estuvieron guardadas y hoy se las comparto, varias son musica original y otras con ayuda de la IA. Pero espero entiendan el objetivo de compartirlas. Que sea siempre para gloria y honra del que nos da vida. El Padre Eterno, el Dios de Israel.

Conexión Auténtica: Cómo Conectar con los Demás en el Amor de Dios

¿Cómo conectar con las personas? Parece que cuando más queremos estar acompañados, es cuando más nos apartamos. Las amistades que tenemos en el mundo virtual necesitan volverse más tangibles, para que no solo nuestra alma pueda estar conectada con otra persona, sino también el cuerpo y el espíritu. Así que, en apariencia, somos muy difíciles de conectar; aunque seas muy sociable, una cosa es conocer a una persona y otra conectar con su interior para ver los ojos del alma.

Vamos a plantear la necesidad de vernos reflejados en el otro. Solemos encerrarnos en nuestros pensamientos, y esto es delicado para nuestra salud espiritual. Las virtudes y defectos que tenemos en nuestro interior necesitan ser comunicados, para que no solo seamos conocidos por lo que decimos o cómo nos vemos, sino que también se muestre lo que eres: una definición pura de tu corazón, no influida por lo que piensan, esperan o definen de ti. La pureza de nuestra alma se define por lo que Dios desea que compartamos con el mundo. Un ejemplo es el amor, así como Dios es amor, su creación también está hecha a su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Si nos mostráramos en esa naturaleza divina, compartiríamos lo que somos con todos los que nos rodean (1 Juan 4:7-8).

Si dejamos de enfocarnos solo en nuestros pensamientos, ahora nos definiremos no solo en el interior, sino en todo lo que nos rodea. Cuando volteas a ver a las personas con las que te cuesta más trabajo congeniar, podrías pensar que no tienes nada en común, que, al contrario, hay más diferencias que coincidencias. ¿Te has preguntado por qué pasa esto con ciertas personas? Cuando más encuentras diferencias, más nos parecemos a ellos; cuando más rechazamos, más atraemos; cuando más estás en desacuerdo, hay más pensamientos en común. Esto es algo maravilloso en lo que Dios diseña el alma humana (Romanos 12:4-5).

Lo maravilloso del diseño del alma es que no permitirá que nos quedemos sin atender algo. En nuestra falta de conocimiento, no tenemos todo el panorama de nuestras necesidades, por eso Dios ha diseñado los medios para el perfeccionamiento, uno de ellos es su Iglesia. El cuerpo de Cristo es donde podemos ir tomando forma, donde nos vemos reflejados en él (1 Corintios 12:27). Y ahora, con el ejemplo de su Hijo, encontramos un camino a esta purificación (Efesios 4:11-13).

El evangelio de su Hijo amado nos limpia, limpia nuestros sentidos espirituales, para ahora ver cosas que antes no, y ver a las personas que nos rodean con sus ojos. Con ojos de amor y misericordia, y poder sentir lo que los demás sienten. Un deseo ferviente de tener lo que todos necesitamos: amor, justicia, paz y fe (1 Pedro 1:22). Las personas que nos rodean entonces son una bendición: los que nos alegran, pero también el que te enoja; el que congenias, pero también el que no toleras; el que amas, pero también el que odias (Mateo 5:44-45).

Cada persona perfeccionará una parte a la que no has prestado atención. Tal vez porque guardas un pensamiento o sentimiento negativo. Pero ahora viene la luz del evangelio y nos enseña; reconocemos aquello que no nos hace bien, que daña y enferma nuestro ser interior (Salmo 119:105). Y nos ayuda a practicar todo lo que Dios nos dio desde el principio: un amor que no acaba, que es desinteresado y que siempre está dispuesto a ayudar, no juzgando y condenando por lo que es en el presente (1 Corintios 13:4-7). Ahora, conociendo que todos fuimos creados con el mismo propósito, darle gloria al Dios que nos creó (1 Corintios 10:31).

Cuando nos conectamos con ellos, somos tan parecidos y estamos tan unidos (Gálatas 3:28). Así que abre tu corazón a conocer a las personas en el amor de Dios, abre la puerta a su Espíritu para que unja tus ojos, y podamos ver el mundo con su mente, cumpliendo sus deseos y propósitos (Romanos 12:2).

La bendición del conocimiento de Dios

La Importancia de Profundizar en el Conocimiento Verdadero

Hoy en día, debido a la gran cantidad de conocimiento rápido al que podemos acceder, nos resulta difícil profundizar en el aprendizaje. En la situación que atravesamos, es necesario analizar las ventajas o riesgos que tenemos, ya que es de suma importancia toda la sabiduría e inteligencia que podamos adquirir.

Podemos conocer muchas cosas de diversos temas sin profundizar, y eso permitirá que, cuando percibas algo relacionado, tu cerebro pueda establecer una conexión con lo que ya has aprendido. Ahora, ¿qué sucede cuando de un conocimiento no solo sabes un detalle, sino que comprendes el fundamento que lleva a una determinada conclusión? Entonces no solo relacionas, sino que analizas y razonas para entender cómo se llegó a ese conocimiento.

El Paralelo en la Palabra de Dios

En la palabra de Dios sucede algo similar: escuchamos o leemos sobre algún tema, pero solo captamos algo superficial. Así, no sentimos la necesidad de profundizar en él, y se queda solo así en nuestra mente, sin buscar el por qué, el cuándo, el cómo, etc. Dios tiene un fundamento y un propósito para todo lo que hace, y si buscas la raíz, comenzarás a sembrar el conocimiento que Él tiene para todos en su palabra.

Si te das cuenta, así puedes no solo saber datos, sino que se abre la puerta del conocimiento hacia la mente tan maravillosa que nos ha dado Dios.

Proverbios 4:5-8: “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca. No la dejes, y ella te guardará; ámala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.”

“Adquirir” es una acción que requiere tu esfuerzo, no conformarte solo con lo que recibes, sino procurarlo en tu vida, dedicando tiempo, profundizando y razonando todo lo que lees, escuchas, ves y sientes. Esta es una de las grandes bendiciones que nos ofrece Dios al estudiar su palabra.

Un Ejemplo Práctico: Profundizando en las Palabras de Jesús

Imagina que escuchas a Jesús decir:

Mateo 7:21-23: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”

Si nos quedamos solo con lo escuchado, podríamos decir: “Lo que Jesús quiere es que hagamos su voluntad”. Pero, ¿qué pasa cuando nos adentramos en el conocimiento que nos da nuestro Maestro? Aquí pongo un ejemplo:

  1. “Me dirán en aquel día”. ¿A qué día se refiere?
  2. La declaración de “Señor, Señor” es un reconocimiento a su autoridad, pero ¿qué implica que Él sea tu Señor?
  3. Tres acciones que se declaran como justificante para recibir el nombre del Señor: profetizar, echar fuera demonios y hacer milagros. Parecerían acciones dignas, pero el Señor no las recibe con agrado, ¿por qué? ¿Se podrían hacer estas cosas si Él no está con ellos? ¿Hay cosas falsas que se hacen sin la autoridad del Maestro?
  4. Y a pesar de todos sus esfuerzos por agradar a su Señor, Él les contesta: “Nunca os conocí”. ¿Qué hacían estos hombres para ser rechazados? ¿Dónde estaba su corazón?
  5. La última parte los llama “obradores de maldad”. Entonces, si las obras que en apariencia eran buenas en realidad eran maldad, las intenciones del corazón son lo que realmente importa, ya que las acciones pueden ser falsas.

Podríamos seguir profundizando, porque también buscaríamos bases bíblicas para lo que Jesús nos está diciendo. Con este tipo de ejercicios, nos damos cuenta del enorme beneficio de profundizar en el conocimiento de Dios.

Deuteronomio 4:6: “Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.”

Muchas veces, al quedarnos solo con lo que oímos y no prestar suficiente atención a Sus palabras, podemos estar haciendo las cosas a medias y, en consecuencia, no recibir Sus grandes bendiciones.

Conclusión y Próximo Tema

La parte complementaria de este tema será que, al estudiar, no solo se trata de estudiar, sino de mantenerse activamente en el Espíritu: la guía para no caer en la soberbia y vanidad de nuestros sentidos. Este tema lo compartiremos posteriormente, ya que el Espíritu nos dará el conocimiento suficiente para entender no solo lo literal de la palabra, sino lo espiritual y eterno de Dios, el único y sumo protector de Su palabra.

“Los Ojos del Corazón: Entrenando la Mirada en la Visión de Dios”.

Introducción: Dos Tipos de Vista

La Biblia constantemente nos habla de dos maneras de ver: la vista física y la vista espiritual. La primera percibe la realidad tangible, temporal y, a menudo, engañosa. La segunda, que debemos entrenar, discierne la realidad eterna, la verdad de Dios y Su reino. El objetivo es que nuestros “ojos del corazón” (Efesios 1:18) se alineen con la mirada de Dios.


1. La Necesidad de una Nueva Visión: Los Ojos del Corazón

El problema del ser humano caído es la ceguera espiritual. Vemos el mundo a través del filtro del pecado, el miedo y la temporalidad.

  • Proverbios 4:25-27 (NVI):“Que tus ojos miren rectamente; fija la mirada en lo que tienes delante. Endereza las sendas por donde andas; afianza bien todos tus caminos. No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda; apártate de la maldad.”
    • Análisis: Este pasaje es un manual de entrenamiento. Insta a una mirada focalizada y directa, evitando las distracciones que nos llevan al pecado. Es una decisión activa de dirigir la atención.
  • Efesios 1:18 (NVI):“Pido que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos.”
    • Análisis: Pablo no ora por la vista física, sino por la iluminación de los “ojos del corazón”. Esta es la visión de la fe que nos permite ver nuestra esperanza y herencia en Cristo, realidades que los ojos físicos no pueden captar.

2. Entrenando la Mirada: ¿En Qué Fijarnos?

La disciplina espiritual consiste en redirigir constantemente nuestra atención hacia lo que edifica.

a. Ver las Promesas de Dios y Su Fidelidad (Más Allá de las Circunstancias)

  • 2 Corintios 4:18 (NVI):“Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.”
    • Análisis: Este es el versículo clave. Entrenar la vista significa elegir conscientemente no fijarse en los problemas visibles (que son temporales), sino en las realidades invisibles de Dios (que son eternas). Es ver la promesa de provisión en medio de la escasez, o la paz en medio del caos.
  • Hebreos 11:1, 13 (NVI):“Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve… Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos…”
    • Análisis: Los héroes de la fe son nuestro ejemplo. Ellos “reconocieron a lo lejos” las promesas. Su mirada estaba entrenada para ver el futuro de Dios en el presente, lo que les dio perseverancia.

b. Ver con Esperanza y Misericordia (La Mirada de Jesús)

  • Mateo 9:36 (NVI):“Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.”
    • Análisis: La mirada de Jesús no era de desdén o juicio, sino de compasión. Entrenar nuestra vista implica pedir a Dios que nos permita ver a las personas como Él las ve: con necesidad y dignidad, lo que genera en nosotros misericordia y deseo de servir.
  • Salmo 123:1-2 (NVI):“A ti levanto mis ojos, a ti que reinas en el cielo. Como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor… así nuestros ojos miran al Señor nuestro Dios…”
    • Análisis: Este salmo describe una mirada de total dependencia y esperanza. Es fijar los ojos en Dios, esperando Su guía y provisión, en lugar de depender de nuestras propias fuerzas.

3. El Peligro de una Mala Vista: Las Distracciones y la Vanidad

La Biblia también nos advierte sobre lo que no debemos mirar, porque corrompe el corazón.

  • 1 Juan 2:16 (NVI):“Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo.”
    • Análisis: La “codicia de los ojos” es una de las puertas de entrada al pecado. Mirar lo que no nos pertenece, lo que es vanidad o inmoral, envenena el alma. Entrenar los ojos incluye aprender a apartar la vista.
  • Proverbios 23:5 (NVI):“¿Has de fijar en él tus ojos? ¡Nada hay! Porque la riqueza se hace alas, y como águila, vuela al cielo.”
    • Análisis: Un ejemplo específico: fijar la vista en las riquezas es inútil porque son pasajeras. Es una visión miope que ignora la eternidad.

4. El Ejemplo Supremo: La Visión de los Profetas y la Vida Eterna

Los profetas son el modelo máximo de hombres con los “ojos del corazón” entrenados. Ellos veían la realidad espiritual detrás de la física y recibían visiones del futuro de Dios.

  • Habacuc 2:1-3 (NVI):“Me pondré en guardia; stationado en la muralla, velaré para ver qué me dice y qué he de responder… Aunque parezca tardar, espéralo; porque sin falta vendrá.”
    • Análisis: Habacuc entrena activamente su mirada. Se coloca en posición de espera para ver la palabra de Dios. Su visión se traduce en una promesa que requiere fe para ser vista: “aunque parezca tardar”.
  • 2 Reyes 6:17 (NVI):“Y oró Eliseo: ‘Señor, te ruego que le abras los ojos para que vea.’ El Señor abrió los ojos del siervo, y éste miró y vio que la colina estaba llena de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.”
    • Análisis: Este es el desenlace del entrenamiento: Dios abre nuestra vista espiritual para ver la realidad de Su protección y poder (la vida eterna actuando en lo temporal). Es la confirmación de que lo invisible es más real que lo visible.
  • Apocalipsis 21:1-4 (NVI):“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva… y oí una potente voz que provenía del trono y decía: ‘¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios!… Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor…'”
    • Análisis: La visión final de Juan es el destino de nuestra esperanza. Entrenar nuestra mirada hoy es comenzar a vislumbrar esta realidad eterna. Es saber que el camino, aunque estrecho, conduce a un lugar donde Dios mismo enjugará toda lágrima de nuestros ojos. La vida eterna es la culminación de una vista bien entrenada en las promesas de Dios.

Conclusión

Dios nos invita a un entrenamiento diario de la vista. No se trata de negar la realidad física, sino de interpretarla a través de la lente de la fe, la esperanza y la eternidad. Al elegir fijar nuestros ojos en Jesús (Hebreos 12:2), en Sus promesas y en la necesidad del prójimo, nuestros “ojos del corazón” se fortalecen. Dejamos de ser distraídos por la vanidad y comenzamos a ver el mundo como un campo de misión, nuestra vida como un viaje hacia la eternidad, y a las personas como objetos del amor de Dios. Como los profetas, aprendemos a ver lo invisible y a vivir con la certeza de que la visión final de Dios—un cielo nuevo y una tierra nueva—es la verdadera y eterna realidad.

Justicia, Misericordia y Humildad: Los Pilares para una Vida y Familia que Honra a Dios

Introducción: El Problema de Enfocarnos en Nosotros Mismos

Hoy, muchos hogares y relaciones se han vuelven superficiales, dominados por lo material y lo inmediato. Las conversaciones profundas y el tiempo de calidad son reemplazados por distracciones, dejando un vacío espiritual y emocional.

El pueblo de Judá cayó en cautiverio no solo por su idolatría, sino porque olvidaron lo esencial:

  • Justicia en sus relaciones.
  • Misericordia en sus hogares.
  • Humildad para depender de Dios.

Dios les advirtió por medio de Miqueas 6:8: No bastaba con rituales religiosos (holocaustos); Él quería corazones transformados.


1. La Justicia de Dios en Nuestros Hogares

“Como Dios es justo, busca que Su justicia esté en los que le temen” (Salmo 33:5).

¿Qué implica la justicia divina en la familia?

✅ Equidad: Tratar a cada miembro con dignidad (Colosenses 3:21).
✅ Cubrir necesidades integrales: No solo lo material (comida, educación), sino también:

  • Espiritual: Oración y enseñanza bíblica en casa (Deuteronomio 6:6-7).
  • Emocional: Escuchar activamente, notar cambios de ánimo (Romanos 12:15).

Acciones prácticas:

  • Conversaciones intencionales: Preguntar: “¿Cómo estás… de verdad?”
  • Defender al vulnerable: Proteger a los más débiles (Salmo 82:3).

Resultado: Familias que reflejan el carácter de Dios y se convierten en faros de bendición.


2. La Misericordia: El Antídoto Contra la Amargura

“La misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13).

¿Cómo se manifiesta en el hogar?

  • Perdón rápido“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos” (Efesios 4:32).
  • Amor incondicional: Aún en desacuerdos (1 Pedro 4:8).

Ejemplos cotidianos:

  • Padres e hijos: Guiar con paciencia, no con enojo (Efesios 6:4).
  • Matrimonios: Dejar el orgullo y ceder (1 Corintios 13:4-5).

Clave: La misericordia no ignora el pecado, pero elige restaurar (Gálatas 6:1).


3. Humillarse: La Puerta para Andar con Dios

“Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).

Tres aspectos clave:

  1. Dependencia total“Sin mí, nada podéis hacer” (Juan 15:5).
    • Aplicación: Orar juntos por decisiones familiares.
  2. Quebrantar el orgullo: Reconocer que Dios sabe más (Proverbios 3:5-6).
    • Ejemplo: Admitir errores y pedir perdón.
  3. Sumisión a Su voluntad: Como Jesús en Getsemaní (“No se haga mi voluntad, sino la tuya”).

Beneficios:

  • Paz en medio de pruebas (Filipenses 4:6-7).
  • Familias unidas bajo Su dirección (Salmo 127:1).

Conclusión: Un Llamado a la Acción

¿Cómo comenzar?

  1. Evaluar: ¿Hay injusticia, falta de misericordia u orgullo en mi hogar?
  2. Actuar:
    • Justicia: Escuchar y suplir necesidades profundas.
    • Misericordia: Perdonar y amar sin condiciones.
    • Humildad: Poner a Dios en primer lugar.
  3. Confiar“El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará” (Filipenses 1:6).

Promesa:
“Si volvéis a Jehová de todo vuestro corazón… Él os recibirá” (Joel 2:12-13).

El Aprendizaje del Amor y la Caridad Divina

La dificultad de aprender a compartir

Qué difícil es aprender a compartir, con tantas actividades que tenemos y la dispersión de nuestros pensamientos hacia lo que debemos hacer. Olvidamos que nuestro vínculo hacia la perfección es compartir, practicar la caridad de Dios hacia todo lo que nos rodea.

Ver la necesidad con ojos preparados

Es sencillo ver la necesidad cuando nuestros ojos están abiertos, pero de lo contrario, nos concentramos en la vanidad del mundo. El mundo pasa y su concupiscencia, y nuestra forma de ver está educada por los medios que bombardean constantemente, definiendo la vida desde la perspectiva del materialismo. Entonces, ¿por qué no educarnos con la palabra de Dios para aprender a ver con sus ojos la necesidad humana? La necesidad de los demás también es la nuestra y, cuando compartimos, el bien que hacemos también nos beneficia personalmente.

“Pon tu delicia en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmo 37:4)
“El que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14:33)

La caridad como base del mandamiento de Jesús

Dios establece mandamientos donde se practica la caridad. Una de las bases de la enseñanza de Jesús es el primer y grande mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma y con todas tus fuerzas.” El amor de Dios es lo más especial que tiene su creación, porque todo se hizo con esa base del amor y todo fue para beneficio de la misma creación. Entonces entenderás de dónde proviene la perversión del mundo: lo malo que se está reproduciendo no proviene de Dios, sino del mal del corazón del hombre.

Aprender a amar a Dios es amarnos a nosotros mismos

Aprender a amar a Dios es amarnos a nosotros mismos, porque Dios es amor. Si fuimos creados por Dios, también fuimos creados en amor. Analizando este principio en la palabra, descubrirás que todo conduce a la caridad de Dios. Las leyes antiguas y la historia del pueblo de Israel son una muestra de ese amor que siempre los procuró para salvarlos y que conocieran el beneficio de guardar sus pactos. En el nuevo pacto con Jesús, el principio es el mismo: Él nos salva para que conozcamos el beneficio de permanecer en este pacto.

“Alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme.” (Jeremías 9:24)
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19)

La práctica de los mandamientos y el amor al prójimo

La aplicación práctica de los mandamientos de Dios nos trae como recompensa una relación de amor con los demás. El respeto mutuo, la comunicación efectiva, la empatía, la confianza y la honestidad son parte de la ley de Dios. Cada mandamiento que nos transmite Jesús en su Evangelio está conectado con obedecer a Dios y amar a nuestro prójimo.

El amor propio como reflejo del conocimiento de Dios

Amarnos a nosotros mismos es conocer a Dios. Recordemos que fuimos creados a su imagen y semejanza, y que somos amor y misericordia. La justicia está escrita en nuestro ser; vibra y llama todo nuestro ser cuando alguna injusticia es cometida, ya sea hacia ti o hacia lo que te rodea. Dios nos diseñó para notar cuando algo hace falta. Por eso, la enseñanza de Jesús es: “Busca primero el reino de Dios y su justicia.” Si comienza a importarnos nuestra integridad y salud, entonces Dios será primero antes que todas las cosas. Ahora buscamos en su palabra las recomendaciones para adquirir salud y recordar el beneficio de su misericordia, ese amor que, cuando nos envuelve, comienza a sanar.

El amor a Dios se demuestra guardando sus mandamientos

Jesús enseña que el verdadero amor a Dios no es solo de palabras, sino de obediencia:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15)
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama.” (Juan 14:21)

Partiendo de aquí, descubres que el amor de Dios es hacia ti mismo. La ley te cuidará en todos los aspectos; tus pensamientos, sentimientos y emociones estarán protegidos por Él.

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos.” (Salmo 139:23)
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8)
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.” (Romanos 12:2)

Vivir en el amor de Dios y amarnos a nosotros mismos

Lo importante es que aprendamos del amor de Dios para amarnos a nosotros mismos. Ahí descubriremos el amor al prójimo, porque entendemos el beneficio de vivir en su amor, y Él nos guía a ponerlo en práctica hacia todo lo demás. Todo lo que nos rodea está conectado con el Creador, si a Dios le pertenecemos.

“Porque en él vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas han dicho: ‘Porque linaje suyo somos’.” (Hechos 17:28, RVR1960)

La muerte, nuestro límite de tiempo para aprender a vivir

La muerte como maestra espiritual

Cuando estamos en contacto constante con la muerte, por cualquier motivo que sea, la Palabra de Dios nos ayuda a recordar sus enseñanzas. Enseñanzas muy profundas sobre su significado y su propósito. Aunque nuestro Dios, desde el principio, marcó los términos al hombre para que disfrutara de la vida, tenemos la tendencia natural en nuestra carne de desviarnos y malgastarla.

La temporalidad de la vida: sabiduría de Salomón

Si bien por nuestras faltas traemos la muerte, Dios ha provisto de todo un conocimiento vasto para que no solamente aprendamos de ella, sino que cambiemos y nos transformemos, porque si algo es cierto, como dice Salomón, es que todos vamos a morir; es decir, tenemos un tiempo límite para disfrutar de la vida.

La administración del tiempo divino

Cuánto tiempo nos queda, no lo sabemos, pero si eres consciente todos los días de que ese día, tarde o temprano, llegará, te ayudará a entregarte a lo que Dios te da cada día y disfrutarlo. Agradecer porque se nos da tiempo. Qué haces con tu tiempo, eso está en tus manos, en las de nadie más, porque no podemos culpar a nadie de lo que hacemos con nuestro tiempo de vida.

La igualdad ante la muerte: Eclesiastés 9:2-4

“Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.” — Eclesiastés 9:2-4

El límite divino

Este suceso que es la muerte es nuestro límite que Dios ha marcado para toda su creación, y aunque queramos encontrar diversos caminos que nos lleven a prolongar nuestra vida o no pensar en lo que pasará más allá de nuestra muerte, lo más importante es: ¿qué vas a hacer cuando llegue ese instante?

Las consecuencias de ignorar nuestra mortalidad

Si lo ignoras, entonces se cumplirá lo que nos enseña la Biblia: descenderemos al sepulcro y no nos llevaremos nada de lo que has trabajado durante toda tu vida: los esfuerzos en tu carrera, trabajo, lo que construiste o destruiste, lo que amaste o no. Ahí termina tu tiempo y toda tu obra.

La sabiduría divina ante lo inevitable

La sabiduría de Dios nos ayuda a ser conscientes y ubicarnos dónde estamos. La posibilidad de que en cualquier momento podemos morir es latente y te puede ocurrir en cualquier momento y lugar, porque no hay edad ni tiempo específico para que ocurra.

El control divino sobre la vida y la muerte

Es una realidad inevitable, porque ambos eventos le pertenecen a Dios: el momento en el que respiramos y hay espíritu de vida, y en el que morimos y ese espíritu nos abandona. Esto no está en nuestro control; no depende de nosotros determinar cuántos días viviremos.

Vivir con propósito: consejos prácticos

Así que siempre que tengas un problema, angustia o dificultad, piensa en que vas a morir. Vamos a suponer que tienes una discusión con tu pareja, y el enojo te ha llevado a guardar tu sentir y alejarte, dejar de amar o de compartir lo que hay en tu corazón.

El peligro del enojo prolongado

“Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar. El enojo no debe durarles todo el día.” — Eclesiastés 4:26

La urgencia de vivir plenamente

No debería hacer falta que llegues al filo de la muerte para sentir el impulso de vivir plenamente. La sabiduría de Dios nos enseña que no podemos andar pensando que mañana haremos una cosa u otra.

Relaciones significativas en perspectiva eterna

Esta es la conciencia que nos permite desarrollar Dios, para tener relaciones profundas y significativas, para no perder el tiempo con el mundo digital que nos puede robar nuestra humanidad.

Lecciones de la Pascua: el Ángel de la muerte

Cuando recordamos la Pascua, el momento en que desciende el Ángel de la muerte, ¿qué crees que pensaba el pueblo que estaba en sus casas con la esperanza de que la sangre cumpliera su propósito?

Las distracciones modernas y su costo

Ahora, muchos de los instantes más valiosos nos los perdemos por enfocarnos en vivir la vida de otros, viendo esto en redes sociales, videojuegos, series o algún otro sistema de ocio que nos distraiga de lo que es más importante.

El ejercicio de la última semana

¿Y si esta semana fuera la última semana de vida que se te otorga? ¿Seguirías haciendo las mismas cosas y de la misma manera?

La pregunta del Ángel de la muerte

Estás viviendo la vida sin pensar en que un día morirás, y el Ángel de la muerte viene a ti y te dice: “Vamos, ya es hora”, y exiges tu semana de vida o un aviso previo de que morirás.

La victoria sobre la muerte

“¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?”

Revisando nuestras prioridades

Sabes que vas a morir. El momento y el tiempo no. Dejarás tus posesiones y a tus seres queridos; tu amor y también tus odios; esperanzas y sueños perecerán.

Los obstáculos para vivir plenamente

¿Qué es lo que nos impide vivir la vida plenamente? ¿Qué hay en nuestro interior que tiene tanto miedo y nos impide vivir nuestra existencia?

Conclusión: Vivir sin miedo

El Ángel de la muerte está acechando nuestros pasos, y sin aviso vendrá en algún momento. Así que comencemos a vivir cada día para soltar nuestros miedos y temores, para poner en práctica lo que aprendemos de Dios.

El Propósito del Sufrimiento: Cuando el Dolor Transforma tu Fe

Introducción: Nuestra Relación con el Sufrimiento
Cuando pensamos en el sufrimiento, es algo que nadie quiere experimentar. Conscientemente evitamos todo lo que nos pueda producir dolor. Sin embargo, nuestra alma frecuentemente atrae el sufrimiento; aunque no lo elijamos, está presente en nuestras vidas a través de la alimentación, lo que vemos, lo que hablamos y en nuestros pensamientos. Muchas cosas nos dañan sin que descubramos cómo liberarnos de ellas.


Mi Encuentro Personal con el Dolor
Hace años sufrí una enfermedad que afectó mi hígado y riñones. Hubo momentos en que no me reconocía al verme al espejo: veía a una persona enferma. Siempre fui deportista con buena alimentación, pero estaba profundamente enfermo por dentro. Así comenzó un viaje espiritual donde descubrí, gracias a Dios, el propósito transformador del sufrimiento.


Sufrimiento: ¿Castigo o Campo de Entrenamiento?
*”El sufrimiento no es un castigo, sino un campo de entrenamiento para nuestra fe. Como dice Romanos 5:3-5…”*
“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.

El Proceso Divino Revelado

  1. Tribulación (sufrimiento, angustia)
  2. Paciencia (resistencia desarrollada)
  3. Prueba (validación del carácter)
  4. Esperanza (certeza en Dios)

Este proceso bíblico nos ayuda a crecer y reconocer nuestra dependencia del Creador. Sin conciencia de este propósito, repetiremos experiencias dolorosas.


Lecciones de los Héroes Bíblicos
Las Escrituras muestran numerosos ejemplos de sufrimiento redentor. José, traicionado y esclavizado, resume esta verdad:
“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20).

Como humanos nos enfocamos en lo inmediato, pero Dios transforma el dolor en beneficio eterno cuando confiamos en Él.


El Fuego que Purifica
Dios usa el dolor para refinarnos como el oro en el crisol. Nuestras obras -motivadas por vanidad, celos o envidia- son expuestas en este proceso:
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro […] sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:6-7).


Jesús: Nuestro Modelo de Transformación
Cristo no evitó el sufrimiento; lo redimió para darnos ejemplo:
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8).

En Getsemaní nos enseñó a orar en el dolor:
“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39).


Reinterpretando Nuestro Dolor
Como Job, descubrimos facetas de Dios en el sufrimiento:
“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).

Abracemos el proceso sin quejas, enfocados en nuestra transformación interior:
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales” (Santiago 1:2-4).


Conclusión: Del Callejón al Puente de Fe
El sufrimiento no es un callejón sin salida, sino un puente hacia una fe profunda donde descubrimos:

  • Nuestras limitaciones y fortalezas
  • La gloria de Dios obrando en nosotros
  • Su misericordia y paz sobrenatural

“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17).


Invitación a la Acción: Tres Pasos Prácticos
Esta semana, cuando sientas dolor:

  1. Anota una bendición oculta en esa prueba
  2. Comparte tu lucha con alguien de confianza
  3. Clama“¡Dios está conmigo en el fuego!” (Isaías 43:2)

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2).

El Padre y Madre que todos necesitamos

Un momento, una oportunidad

Si todas nuestras necesidades fueran cubiertas, ¿en qué condición nos dejaría? Como no nos falta nada, ¿qué buscarías, a quién acudirías para que te ayudara si no hay más necesidad? Por esto necesitamos descubrir la primera necesidad: el regresar con el Padre que me hizo (Juan 14:6), la relación más importante en mi vida, porque olvidamos que tenemos necesidad de Él (Salmo 42:1-2). Él suple todas nuestras necesidades (Filipenses 4:19), pero en nuestra búsqueda por tenerlo todo, las suplimos por una versión terrenal, la cual se ha ido deteriorando a través de las generaciones (Romanos 1:21-23).

Entonces, si descubres que esta es una relación especial e importante en tu vida, ¿a quién acudirías para restaurarla? (Hechos 4:12) Podríamos pensar en alguna versión de lo que los demás definen como Dios, o a la fuente de Eternidad. Al mismo Dios que nos formó y nos hizo (Isaías 43:1).

Si piensas por algún momento en este Dios, ¿cómo sería?, ¿qué es lo que alcanzarías a visualizar? Quiero poner esto en tu corazón: ¿ese Dios dejaría a sus hijos desamparados? ¿Forzaría a alguien a ser su Dios? ¿Te dejaría a la deriva en el conocimiento?

Si este Dios hizo el universo y todo lo que nos rodea, entonces cuidaría a toda su creación, dando leyes para que todo cohabite y que sea de beneficio lo uno con lo otro. Este Dios conocería todos los problemas del hombre y le daría su conocimiento para prevenir los males que guarda el mundo (Salmo 32:8).

Este Dios lo podemos definir como la fuente de conocimiento y de amor (1 Juan 4:8). Fuente inagotable de lo que nosotros. Si es amor, paz, perdón, justicia y esperanza. Todo nos lo podría suplir, porque no hay mejor Padre y Madre que Él.

Entonces, si ya identificaste de dónde provienen nuestros males: todo es conocimiento e ignorancia. Lo bueno y lo malo, justo e injusto, santo y profano, vida y muerte. Enseñanzas que se han transmitido con el tiempo, pero hoy tenemos la oportunidad de hacer una nueva creencia (2 Corintios 5:17).

Dios envió a su Hijo para esto: para recordarnos que hay un Dios al que debemos regresar (Juan 3:16). Si nos hemos apartado, está en nuestras manos la decisión (Josué 24:15). Jesús nos reconcilia con Dios (2 Corintios 5:18), y nos enseña que hay que ser criados nuevamente. Una crianza donde Él tiene todo el conocimiento para nosotros (Colosenses 2:2-3).

Para que disfrutemos de una vida nueva (Juan 10:10), vida llena de amor y misericordia, para que nada malo te acontezca a ti o a tus cercanos. Es entonces creer en un Dios que es único y que tiene el poder de dar vida, así como de quitarla, porque conoce lo más profundo de nuestro ser . Recuerda, le importamos y hará todo lo necesario para salvarnos y que ha estado para nosotros siempre, cuidando y protegiendo a cada uno de sus hijos por que nos ama y no descansa de recordarnos(Juan 10:28-29).