“Los Ojos del Corazón: Entrenando la Mirada en la Visión de Dios”.

Introducción: Dos Tipos de Vista

La Biblia constantemente nos habla de dos maneras de ver: la vista física y la vista espiritual. La primera percibe la realidad tangible, temporal y, a menudo, engañosa. La segunda, que debemos entrenar, discierne la realidad eterna, la verdad de Dios y Su reino. El objetivo es que nuestros “ojos del corazón” (Efesios 1:18) se alineen con la mirada de Dios.


1. La Necesidad de una Nueva Visión: Los Ojos del Corazón

El problema del ser humano caído es la ceguera espiritual. Vemos el mundo a través del filtro del pecado, el miedo y la temporalidad.

  • Proverbios 4:25-27 (NVI):“Que tus ojos miren rectamente; fija la mirada en lo que tienes delante. Endereza las sendas por donde andas; afianza bien todos tus caminos. No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda; apártate de la maldad.”
    • Análisis: Este pasaje es un manual de entrenamiento. Insta a una mirada focalizada y directa, evitando las distracciones que nos llevan al pecado. Es una decisión activa de dirigir la atención.
  • Efesios 1:18 (NVI):“Pido que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos.”
    • Análisis: Pablo no ora por la vista física, sino por la iluminación de los “ojos del corazón”. Esta es la visión de la fe que nos permite ver nuestra esperanza y herencia en Cristo, realidades que los ojos físicos no pueden captar.

2. Entrenando la Mirada: ¿En Qué Fijarnos?

La disciplina espiritual consiste en redirigir constantemente nuestra atención hacia lo que edifica.

a. Ver las Promesas de Dios y Su Fidelidad (Más Allá de las Circunstancias)

  • 2 Corintios 4:18 (NVI):“Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.”
    • Análisis: Este es el versículo clave. Entrenar la vista significa elegir conscientemente no fijarse en los problemas visibles (que son temporales), sino en las realidades invisibles de Dios (que son eternas). Es ver la promesa de provisión en medio de la escasez, o la paz en medio del caos.
  • Hebreos 11:1, 13 (NVI):“Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve… Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos…”
    • Análisis: Los héroes de la fe son nuestro ejemplo. Ellos “reconocieron a lo lejos” las promesas. Su mirada estaba entrenada para ver el futuro de Dios en el presente, lo que les dio perseverancia.

b. Ver con Esperanza y Misericordia (La Mirada de Jesús)

  • Mateo 9:36 (NVI):“Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.”
    • Análisis: La mirada de Jesús no era de desdén o juicio, sino de compasión. Entrenar nuestra vista implica pedir a Dios que nos permita ver a las personas como Él las ve: con necesidad y dignidad, lo que genera en nosotros misericordia y deseo de servir.
  • Salmo 123:1-2 (NVI):“A ti levanto mis ojos, a ti que reinas en el cielo. Como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor… así nuestros ojos miran al Señor nuestro Dios…”
    • Análisis: Este salmo describe una mirada de total dependencia y esperanza. Es fijar los ojos en Dios, esperando Su guía y provisión, en lugar de depender de nuestras propias fuerzas.

3. El Peligro de una Mala Vista: Las Distracciones y la Vanidad

La Biblia también nos advierte sobre lo que no debemos mirar, porque corrompe el corazón.

  • 1 Juan 2:16 (NVI):“Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo.”
    • Análisis: La “codicia de los ojos” es una de las puertas de entrada al pecado. Mirar lo que no nos pertenece, lo que es vanidad o inmoral, envenena el alma. Entrenar los ojos incluye aprender a apartar la vista.
  • Proverbios 23:5 (NVI):“¿Has de fijar en él tus ojos? ¡Nada hay! Porque la riqueza se hace alas, y como águila, vuela al cielo.”
    • Análisis: Un ejemplo específico: fijar la vista en las riquezas es inútil porque son pasajeras. Es una visión miope que ignora la eternidad.

4. El Ejemplo Supremo: La Visión de los Profetas y la Vida Eterna

Los profetas son el modelo máximo de hombres con los “ojos del corazón” entrenados. Ellos veían la realidad espiritual detrás de la física y recibían visiones del futuro de Dios.

  • Habacuc 2:1-3 (NVI):“Me pondré en guardia; stationado en la muralla, velaré para ver qué me dice y qué he de responder… Aunque parezca tardar, espéralo; porque sin falta vendrá.”
    • Análisis: Habacuc entrena activamente su mirada. Se coloca en posición de espera para ver la palabra de Dios. Su visión se traduce en una promesa que requiere fe para ser vista: “aunque parezca tardar”.
  • 2 Reyes 6:17 (NVI):“Y oró Eliseo: ‘Señor, te ruego que le abras los ojos para que vea.’ El Señor abrió los ojos del siervo, y éste miró y vio que la colina estaba llena de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.”
    • Análisis: Este es el desenlace del entrenamiento: Dios abre nuestra vista espiritual para ver la realidad de Su protección y poder (la vida eterna actuando en lo temporal). Es la confirmación de que lo invisible es más real que lo visible.
  • Apocalipsis 21:1-4 (NVI):“Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva… y oí una potente voz que provenía del trono y decía: ‘¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios!… Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor…'”
    • Análisis: La visión final de Juan es el destino de nuestra esperanza. Entrenar nuestra mirada hoy es comenzar a vislumbrar esta realidad eterna. Es saber que el camino, aunque estrecho, conduce a un lugar donde Dios mismo enjugará toda lágrima de nuestros ojos. La vida eterna es la culminación de una vista bien entrenada en las promesas de Dios.

Conclusión

Dios nos invita a un entrenamiento diario de la vista. No se trata de negar la realidad física, sino de interpretarla a través de la lente de la fe, la esperanza y la eternidad. Al elegir fijar nuestros ojos en Jesús (Hebreos 12:2), en Sus promesas y en la necesidad del prójimo, nuestros “ojos del corazón” se fortalecen. Dejamos de ser distraídos por la vanidad y comenzamos a ver el mundo como un campo de misión, nuestra vida como un viaje hacia la eternidad, y a las personas como objetos del amor de Dios. Como los profetas, aprendemos a ver lo invisible y a vivir con la certeza de que la visión final de Dios—un cielo nuevo y una tierra nueva—es la verdadera y eterna realidad.

Justicia, Misericordia y Humildad: Los Pilares para una Vida y Familia que Honra a Dios

Introducción: El Problema de Enfocarnos en Nosotros Mismos

Hoy, muchos hogares y relaciones se han vuelven superficiales, dominados por lo material y lo inmediato. Las conversaciones profundas y el tiempo de calidad son reemplazados por distracciones, dejando un vacío espiritual y emocional.

El pueblo de Judá cayó en cautiverio no solo por su idolatría, sino porque olvidaron lo esencial:

  • Justicia en sus relaciones.
  • Misericordia en sus hogares.
  • Humildad para depender de Dios.

Dios les advirtió por medio de Miqueas 6:8: No bastaba con rituales religiosos (holocaustos); Él quería corazones transformados.


1. La Justicia de Dios en Nuestros Hogares

“Como Dios es justo, busca que Su justicia esté en los que le temen” (Salmo 33:5).

¿Qué implica la justicia divina en la familia?

✅ Equidad: Tratar a cada miembro con dignidad (Colosenses 3:21).
✅ Cubrir necesidades integrales: No solo lo material (comida, educación), sino también:

  • Espiritual: Oración y enseñanza bíblica en casa (Deuteronomio 6:6-7).
  • Emocional: Escuchar activamente, notar cambios de ánimo (Romanos 12:15).

Acciones prácticas:

  • Conversaciones intencionales: Preguntar: “¿Cómo estás… de verdad?”
  • Defender al vulnerable: Proteger a los más débiles (Salmo 82:3).

Resultado: Familias que reflejan el carácter de Dios y se convierten en faros de bendición.


2. La Misericordia: El Antídoto Contra la Amargura

“La misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13).

¿Cómo se manifiesta en el hogar?

  • Perdón rápido“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos” (Efesios 4:32).
  • Amor incondicional: Aún en desacuerdos (1 Pedro 4:8).

Ejemplos cotidianos:

  • Padres e hijos: Guiar con paciencia, no con enojo (Efesios 6:4).
  • Matrimonios: Dejar el orgullo y ceder (1 Corintios 13:4-5).

Clave: La misericordia no ignora el pecado, pero elige restaurar (Gálatas 6:1).


3. Humillarse: La Puerta para Andar con Dios

“Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).

Tres aspectos clave:

  1. Dependencia total“Sin mí, nada podéis hacer” (Juan 15:5).
    • Aplicación: Orar juntos por decisiones familiares.
  2. Quebrantar el orgullo: Reconocer que Dios sabe más (Proverbios 3:5-6).
    • Ejemplo: Admitir errores y pedir perdón.
  3. Sumisión a Su voluntad: Como Jesús en Getsemaní (“No se haga mi voluntad, sino la tuya”).

Beneficios:

  • Paz en medio de pruebas (Filipenses 4:6-7).
  • Familias unidas bajo Su dirección (Salmo 127:1).

Conclusión: Un Llamado a la Acción

¿Cómo comenzar?

  1. Evaluar: ¿Hay injusticia, falta de misericordia u orgullo en mi hogar?
  2. Actuar:
    • Justicia: Escuchar y suplir necesidades profundas.
    • Misericordia: Perdonar y amar sin condiciones.
    • Humildad: Poner a Dios en primer lugar.
  3. Confiar“El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará” (Filipenses 1:6).

Promesa:
“Si volvéis a Jehová de todo vuestro corazón… Él os recibirá” (Joel 2:12-13).

El Aprendizaje del Amor y la Caridad Divina

La dificultad de aprender a compartir

Qué difícil es aprender a compartir, con tantas actividades que tenemos y la dispersión de nuestros pensamientos hacia lo que debemos hacer. Olvidamos que nuestro vínculo hacia la perfección es compartir, practicar la caridad de Dios hacia todo lo que nos rodea.

Ver la necesidad con ojos preparados

Es sencillo ver la necesidad cuando nuestros ojos están abiertos, pero de lo contrario, nos concentramos en la vanidad del mundo. El mundo pasa y su concupiscencia, y nuestra forma de ver está educada por los medios que bombardean constantemente, definiendo la vida desde la perspectiva del materialismo. Entonces, ¿por qué no educarnos con la palabra de Dios para aprender a ver con sus ojos la necesidad humana? La necesidad de los demás también es la nuestra y, cuando compartimos, el bien que hacemos también nos beneficia personalmente.

“Pon tu delicia en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmo 37:4)
“El que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14:33)

La caridad como base del mandamiento de Jesús

Dios establece mandamientos donde se practica la caridad. Una de las bases de la enseñanza de Jesús es el primer y grande mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma y con todas tus fuerzas.” El amor de Dios es lo más especial que tiene su creación, porque todo se hizo con esa base del amor y todo fue para beneficio de la misma creación. Entonces entenderás de dónde proviene la perversión del mundo: lo malo que se está reproduciendo no proviene de Dios, sino del mal del corazón del hombre.

Aprender a amar a Dios es amarnos a nosotros mismos

Aprender a amar a Dios es amarnos a nosotros mismos, porque Dios es amor. Si fuimos creados por Dios, también fuimos creados en amor. Analizando este principio en la palabra, descubrirás que todo conduce a la caridad de Dios. Las leyes antiguas y la historia del pueblo de Israel son una muestra de ese amor que siempre los procuró para salvarlos y que conocieran el beneficio de guardar sus pactos. En el nuevo pacto con Jesús, el principio es el mismo: Él nos salva para que conozcamos el beneficio de permanecer en este pacto.

“Alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme.” (Jeremías 9:24)
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19)

La práctica de los mandamientos y el amor al prójimo

La aplicación práctica de los mandamientos de Dios nos trae como recompensa una relación de amor con los demás. El respeto mutuo, la comunicación efectiva, la empatía, la confianza y la honestidad son parte de la ley de Dios. Cada mandamiento que nos transmite Jesús en su Evangelio está conectado con obedecer a Dios y amar a nuestro prójimo.

El amor propio como reflejo del conocimiento de Dios

Amarnos a nosotros mismos es conocer a Dios. Recordemos que fuimos creados a su imagen y semejanza, y que somos amor y misericordia. La justicia está escrita en nuestro ser; vibra y llama todo nuestro ser cuando alguna injusticia es cometida, ya sea hacia ti o hacia lo que te rodea. Dios nos diseñó para notar cuando algo hace falta. Por eso, la enseñanza de Jesús es: “Busca primero el reino de Dios y su justicia.” Si comienza a importarnos nuestra integridad y salud, entonces Dios será primero antes que todas las cosas. Ahora buscamos en su palabra las recomendaciones para adquirir salud y recordar el beneficio de su misericordia, ese amor que, cuando nos envuelve, comienza a sanar.

El amor a Dios se demuestra guardando sus mandamientos

Jesús enseña que el verdadero amor a Dios no es solo de palabras, sino de obediencia:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15)
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama.” (Juan 14:21)

Partiendo de aquí, descubres que el amor de Dios es hacia ti mismo. La ley te cuidará en todos los aspectos; tus pensamientos, sentimientos y emociones estarán protegidos por Él.

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos.” (Salmo 139:23)
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8)
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.” (Romanos 12:2)

Vivir en el amor de Dios y amarnos a nosotros mismos

Lo importante es que aprendamos del amor de Dios para amarnos a nosotros mismos. Ahí descubriremos el amor al prójimo, porque entendemos el beneficio de vivir en su amor, y Él nos guía a ponerlo en práctica hacia todo lo demás. Todo lo que nos rodea está conectado con el Creador, si a Dios le pertenecemos.

“Porque en él vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas han dicho: ‘Porque linaje suyo somos’.” (Hechos 17:28, RVR1960)

La muerte, nuestro límite de tiempo para aprender a vivir

La muerte como maestra espiritual

Cuando estamos en contacto constante con la muerte, por cualquier motivo que sea, la Palabra de Dios nos ayuda a recordar sus enseñanzas. Enseñanzas muy profundas sobre su significado y su propósito. Aunque nuestro Dios, desde el principio, marcó los términos al hombre para que disfrutara de la vida, tenemos la tendencia natural en nuestra carne de desviarnos y malgastarla.

La temporalidad de la vida: sabiduría de Salomón

Si bien por nuestras faltas traemos la muerte, Dios ha provisto de todo un conocimiento vasto para que no solamente aprendamos de ella, sino que cambiemos y nos transformemos, porque si algo es cierto, como dice Salomón, es que todos vamos a morir; es decir, tenemos un tiempo límite para disfrutar de la vida.

La administración del tiempo divino

Cuánto tiempo nos queda, no lo sabemos, pero si eres consciente todos los días de que ese día, tarde o temprano, llegará, te ayudará a entregarte a lo que Dios te da cada día y disfrutarlo. Agradecer porque se nos da tiempo. Qué haces con tu tiempo, eso está en tus manos, en las de nadie más, porque no podemos culpar a nadie de lo que hacemos con nuestro tiempo de vida.

La igualdad ante la muerte: Eclesiastés 9:2-4

“Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.” — Eclesiastés 9:2-4

El límite divino

Este suceso que es la muerte es nuestro límite que Dios ha marcado para toda su creación, y aunque queramos encontrar diversos caminos que nos lleven a prolongar nuestra vida o no pensar en lo que pasará más allá de nuestra muerte, lo más importante es: ¿qué vas a hacer cuando llegue ese instante?

Las consecuencias de ignorar nuestra mortalidad

Si lo ignoras, entonces se cumplirá lo que nos enseña la Biblia: descenderemos al sepulcro y no nos llevaremos nada de lo que has trabajado durante toda tu vida: los esfuerzos en tu carrera, trabajo, lo que construiste o destruiste, lo que amaste o no. Ahí termina tu tiempo y toda tu obra.

La sabiduría divina ante lo inevitable

La sabiduría de Dios nos ayuda a ser conscientes y ubicarnos dónde estamos. La posibilidad de que en cualquier momento podemos morir es latente y te puede ocurrir en cualquier momento y lugar, porque no hay edad ni tiempo específico para que ocurra.

El control divino sobre la vida y la muerte

Es una realidad inevitable, porque ambos eventos le pertenecen a Dios: el momento en el que respiramos y hay espíritu de vida, y en el que morimos y ese espíritu nos abandona. Esto no está en nuestro control; no depende de nosotros determinar cuántos días viviremos.

Vivir con propósito: consejos prácticos

Así que siempre que tengas un problema, angustia o dificultad, piensa en que vas a morir. Vamos a suponer que tienes una discusión con tu pareja, y el enojo te ha llevado a guardar tu sentir y alejarte, dejar de amar o de compartir lo que hay en tu corazón.

El peligro del enojo prolongado

“Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar. El enojo no debe durarles todo el día.” — Eclesiastés 4:26

La urgencia de vivir plenamente

No debería hacer falta que llegues al filo de la muerte para sentir el impulso de vivir plenamente. La sabiduría de Dios nos enseña que no podemos andar pensando que mañana haremos una cosa u otra.

Relaciones significativas en perspectiva eterna

Esta es la conciencia que nos permite desarrollar Dios, para tener relaciones profundas y significativas, para no perder el tiempo con el mundo digital que nos puede robar nuestra humanidad.

Lecciones de la Pascua: el Ángel de la muerte

Cuando recordamos la Pascua, el momento en que desciende el Ángel de la muerte, ¿qué crees que pensaba el pueblo que estaba en sus casas con la esperanza de que la sangre cumpliera su propósito?

Las distracciones modernas y su costo

Ahora, muchos de los instantes más valiosos nos los perdemos por enfocarnos en vivir la vida de otros, viendo esto en redes sociales, videojuegos, series o algún otro sistema de ocio que nos distraiga de lo que es más importante.

El ejercicio de la última semana

¿Y si esta semana fuera la última semana de vida que se te otorga? ¿Seguirías haciendo las mismas cosas y de la misma manera?

La pregunta del Ángel de la muerte

Estás viviendo la vida sin pensar en que un día morirás, y el Ángel de la muerte viene a ti y te dice: “Vamos, ya es hora”, y exiges tu semana de vida o un aviso previo de que morirás.

La victoria sobre la muerte

“¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?”

Revisando nuestras prioridades

Sabes que vas a morir. El momento y el tiempo no. Dejarás tus posesiones y a tus seres queridos; tu amor y también tus odios; esperanzas y sueños perecerán.

Los obstáculos para vivir plenamente

¿Qué es lo que nos impide vivir la vida plenamente? ¿Qué hay en nuestro interior que tiene tanto miedo y nos impide vivir nuestra existencia?

Conclusión: Vivir sin miedo

El Ángel de la muerte está acechando nuestros pasos, y sin aviso vendrá en algún momento. Así que comencemos a vivir cada día para soltar nuestros miedos y temores, para poner en práctica lo que aprendemos de Dios.

El Propósito del Sufrimiento: Cuando el Dolor Transforma tu Fe

Introducción: Nuestra Relación con el Sufrimiento
Cuando pensamos en el sufrimiento, es algo que nadie quiere experimentar. Conscientemente evitamos todo lo que nos pueda producir dolor. Sin embargo, nuestra alma frecuentemente atrae el sufrimiento; aunque no lo elijamos, está presente en nuestras vidas a través de la alimentación, lo que vemos, lo que hablamos y en nuestros pensamientos. Muchas cosas nos dañan sin que descubramos cómo liberarnos de ellas.


Mi Encuentro Personal con el Dolor
Hace años sufrí una enfermedad que afectó mi hígado y riñones. Hubo momentos en que no me reconocía al verme al espejo: veía a una persona enferma. Siempre fui deportista con buena alimentación, pero estaba profundamente enfermo por dentro. Así comenzó un viaje espiritual donde descubrí, gracias a Dios, el propósito transformador del sufrimiento.


Sufrimiento: ¿Castigo o Campo de Entrenamiento?
*”El sufrimiento no es un castigo, sino un campo de entrenamiento para nuestra fe. Como dice Romanos 5:3-5…”*
“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.

El Proceso Divino Revelado

  1. Tribulación (sufrimiento, angustia)
  2. Paciencia (resistencia desarrollada)
  3. Prueba (validación del carácter)
  4. Esperanza (certeza en Dios)

Este proceso bíblico nos ayuda a crecer y reconocer nuestra dependencia del Creador. Sin conciencia de este propósito, repetiremos experiencias dolorosas.


Lecciones de los Héroes Bíblicos
Las Escrituras muestran numerosos ejemplos de sufrimiento redentor. José, traicionado y esclavizado, resume esta verdad:
“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20).

Como humanos nos enfocamos en lo inmediato, pero Dios transforma el dolor en beneficio eterno cuando confiamos en Él.


El Fuego que Purifica
Dios usa el dolor para refinarnos como el oro en el crisol. Nuestras obras -motivadas por vanidad, celos o envidia- son expuestas en este proceso:
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro […] sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:6-7).


Jesús: Nuestro Modelo de Transformación
Cristo no evitó el sufrimiento; lo redimió para darnos ejemplo:
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8).

En Getsemaní nos enseñó a orar en el dolor:
“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39).


Reinterpretando Nuestro Dolor
Como Job, descubrimos facetas de Dios en el sufrimiento:
“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).

Abracemos el proceso sin quejas, enfocados en nuestra transformación interior:
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales” (Santiago 1:2-4).


Conclusión: Del Callejón al Puente de Fe
El sufrimiento no es un callejón sin salida, sino un puente hacia una fe profunda donde descubrimos:

  • Nuestras limitaciones y fortalezas
  • La gloria de Dios obrando en nosotros
  • Su misericordia y paz sobrenatural

“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17).


Invitación a la Acción: Tres Pasos Prácticos
Esta semana, cuando sientas dolor:

  1. Anota una bendición oculta en esa prueba
  2. Comparte tu lucha con alguien de confianza
  3. Clama“¡Dios está conmigo en el fuego!” (Isaías 43:2)

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2).

El Padre y Madre que todos necesitamos

Un momento, una oportunidad

Si todas nuestras necesidades fueran cubiertas, ¿en qué condición nos dejaría? Como no nos falta nada, ¿qué buscarías, a quién acudirías para que te ayudara si no hay más necesidad? Por esto necesitamos descubrir la primera necesidad: el regresar con el Padre que me hizo (Juan 14:6), la relación más importante en mi vida, porque olvidamos que tenemos necesidad de Él (Salmo 42:1-2). Él suple todas nuestras necesidades (Filipenses 4:19), pero en nuestra búsqueda por tenerlo todo, las suplimos por una versión terrenal, la cual se ha ido deteriorando a través de las generaciones (Romanos 1:21-23).

Entonces, si descubres que esta es una relación especial e importante en tu vida, ¿a quién acudirías para restaurarla? (Hechos 4:12) Podríamos pensar en alguna versión de lo que los demás definen como Dios, o a la fuente de Eternidad. Al mismo Dios que nos formó y nos hizo (Isaías 43:1).

Si piensas por algún momento en este Dios, ¿cómo sería?, ¿qué es lo que alcanzarías a visualizar? Quiero poner esto en tu corazón: ¿ese Dios dejaría a sus hijos desamparados? ¿Forzaría a alguien a ser su Dios? ¿Te dejaría a la deriva en el conocimiento?

Si este Dios hizo el universo y todo lo que nos rodea, entonces cuidaría a toda su creación, dando leyes para que todo cohabite y que sea de beneficio lo uno con lo otro. Este Dios conocería todos los problemas del hombre y le daría su conocimiento para prevenir los males que guarda el mundo (Salmo 32:8).

Este Dios lo podemos definir como la fuente de conocimiento y de amor (1 Juan 4:8). Fuente inagotable de lo que nosotros. Si es amor, paz, perdón, justicia y esperanza. Todo nos lo podría suplir, porque no hay mejor Padre y Madre que Él.

Entonces, si ya identificaste de dónde provienen nuestros males: todo es conocimiento e ignorancia. Lo bueno y lo malo, justo e injusto, santo y profano, vida y muerte. Enseñanzas que se han transmitido con el tiempo, pero hoy tenemos la oportunidad de hacer una nueva creencia (2 Corintios 5:17).

Dios envió a su Hijo para esto: para recordarnos que hay un Dios al que debemos regresar (Juan 3:16). Si nos hemos apartado, está en nuestras manos la decisión (Josué 24:15). Jesús nos reconcilia con Dios (2 Corintios 5:18), y nos enseña que hay que ser criados nuevamente. Una crianza donde Él tiene todo el conocimiento para nosotros (Colosenses 2:2-3).

Para que disfrutemos de una vida nueva (Juan 10:10), vida llena de amor y misericordia, para que nada malo te acontezca a ti o a tus cercanos. Es entonces creer en un Dios que es único y que tiene el poder de dar vida, así como de quitarla, porque conoce lo más profundo de nuestro ser . Recuerda, le importamos y hará todo lo necesario para salvarnos y que ha estado para nosotros siempre, cuidando y protegiendo a cada uno de sus hijos por que nos ama y no descansa de recordarnos(Juan 10:28-29).

El beneficio de las leyes escritas

Las leyes escritas son cruciales para el orden, la justicia y el bienestar de cualquier comunidad. Sin ellas, surgen problemas de inestabilidad y desigualdad.

Las Leyes de Dios: Desde lo Oral hasta lo Escrito

La iglesia establecida por Cristo, que Dios fundó para la salvación de la humanidad, siempre ha operado bajo leyes. Inicialmente, estas leyes divinas se transmitieron oralmente a través de los patriarcas, asegurando un orden familiar y social.

Cuando el pueblo de Dios se convirtió en una nación y se estableció en una tierra, Dios entregó sus leyes de forma escrita en dos tablas de piedra, junto con preceptos adicionales. Estas leyes abarcaban todos los aspectos de la vida del pueblo, buscando su perfección y sirviendo de ejemplo a otras naciones. Durante aproximadamente 4000 años, antes de la venida de Jesús, estas leyes, ya fueran orales o escritas, fueron transmitidas fielmente, guiando a las generaciones.

Jesús y la Perfección de la Ley

En tiempos de Jesús, la interpretación y aplicación de las leyes de Dios se habían corrompido. La gente cumplía los sacrificios de forma superficial, sin un arrepentimiento genuino ni comprensión de su verdadero propósito.

Jesús no vino a abolir la ley, sino a cumplirla y perfeccionarla. Él la cumplió literalmente, dando ejemplo a su pueblo. Además, reveló nuestras deficiencias humanas en el cumplimiento de estas leyes y nos enseñó cómo volver al orden divino original. Las leyes de Dios son perfectas y siempre nos ofrecen oportunidades de crecimiento y perfeccionamiento personal.

El Nuevo Cumplimiento a Través de Cristo

La clave para el cumplimiento de la ley es Jesús. Él es la piedra angular que derriba las barreras de la antigua ley, permitiendo que cualquier persona la guarde con fe. Antes, se necesitaban tabernáculos, animales y sacerdotes para la reconciliación con Dios. Ahora, Jesús cumple cada aspecto de esas leyes en sí mismo.

Gracias a que las leyes están escritas, podemos comprender cómo cumplirlas hoy en día. Las futuras generaciones tienen un fundamento sólido para entender el “porqué” del cumplimiento en Cristo. En Él, establecemos la ley, y desde esta perspectiva, cada precepto divino es un beneficio y una bendición para la humanidad.

La Transición de la Ley de Moisés con Jesús

La Ley de Moisés experimentó una transición significativa con la llegada de Jesús. No desapareció, sino que algunas de sus prácticas, que eran “sombras” de la realidad futura, cambiaron para dar paso a la plenitud en Cristo.

Las leyes de Dios se dividen en:

  • Los Diez Mandamientos (Decálogo Divino): Permanecen inalterables.
  • La Ley de Moisés: Incluye normativas diversas (sanitarias, civiles, agrícolas, judiciales, militares, etc.).

La transición se centró en la sección del Culto de la Ley de Moisés. Prácticas como la circuncisión, el sacerdocio y los sacrificios detallados en Levítico cambiaron fundamentalmente porque Cristo, a través de su muerte, absorbió el propósito de estas prácticas, siendo desde el principio una prefiguración de Él.

Vigencia y Adaptación de las Leyes Divinas

Las leyes de Dios siguen vigentes, pero su aplicación puede variar por circunstancias y transiciones. Algunas ordenanzas vinculadas a prácticas paganas antiguas ya no se ejecutan, aunque podrían resurgir si esas costumbres volvieran.

Ciertas leyes (como las de sacrificios o las cabañas) fueron suspendidas temporalmente debido a condiciones específicas (desierto, cautiverio), pero no fueron abolidas; se retomaron cuando fue posible. De manera similar, las leyes agrícolas, aplicables en Israel, no rigen para judíos dispersos, pero sí para miembros de la Iglesia de Dios que cultivan.

Para los gentiles convertidos, los Diez Mandamientos permanecen vigentes. Sin embargo, algunas partes de la Ley de Moisés no se aplican o han sufrido transiciones (como el sacerdocio). Esto no anula la ley, sino que la establece de una nueva forma.

En la era evangélica, algunas leyes que eran “contrarias” a los gentiles fueron suprimidas por el sacrificio de Jesús. Esto permitió la unificación de judíos y gentiles en Cristo, eliminando barreras que impedían la adoración conjunta en el Templo.

En el futuro Templo milenial, solo los redimidos transformados tendrán acceso. Los gentiles incircuncisos no transformados no podrán entrar, ya que las leyes de ese tiempo serán conocidas por todas las naciones. La destrucción del Templo en el 70 d.C. llevó a los judíos a una reevaluación de la Ley de Moisés y su ley oral, esperando su restablecimiento pleno al regresar a su tierra.

Citas Bíblicas Clave:

  • Salmos 137:1-4
  • Éxodo 23:19; Números 15:18-21; Deuteronomio 26:1-2
  • Romanos 3:31
  • Hebreos 4:2; 10:8
  • Colosenses 2:14
  • Isaías 35:8; 52:1; Ezequiel 44:7; Hechos 11:3
  • Hebreos 10:1-10
  • Hebreos 9:24
  • Éxodo 20:3-17; Deuteronomio 5:7-21
  • Deuteronomio 23:13; Deuteronomio 24:1; Éxodo 23:19; Éxodo 23:1-3; Deuteronomio 25:1-3; Deuteronomio 24:5
  • Hebreos 7:12
  • Apocalipsis 13:8

El Poder de la Transformación: Cómo Dios Nos Guía al Cambio

Anhelamos cambios, pero nos frustramos por no lograrlos.

Todos experimentamos momentos en los que anhelamos un cambio. Ese deseo surge cuando reconocemos algo que frena nuestro crecimiento. Como seres humanos, no solo crecemos físicamente, sino también en espíritu y alma. Pero, ¿qué pasa cuando intentamos cambiar y no lo logramos?

Anhelamos cambios, pero nos frustramos por no lograrlos.

¿Por Qué Nos Resistimos al Cambio?

Si reflexionamos, las razones para cambiar suelen ser más fuertes que las excusas para quedarnos igual. Sin embargo, nuestra mente a veces nos engaña, haciéndonos creer que los obstáculos son insuperables. Buscamos escapatorias en lugar de enfrentar lo que necesitamos transformar.

Piensa: ¿Cuándo fue la última vez que hiciste un cambio significativo en tu vida? Tal vez fue tu bautismo, matrimonio, una mudanza o una decisión importante. Esos momentos te llenaron de satisfacción porque estabas alineado con tu propósito. Dios quiere que crezcamos, no solo en esta vida, sino hacia la eternidad.

“Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” (Efesios 4:15).

Dos Fuerzas en Conflicto: Dios vs. El Engaño

Dios desea bendecirnos con crecimiento, y si fallamos, Él nos da nuevas oportunidades. Pero existe una fuerza opuesta que quiere vernos fracasar: el enemigo, quien nos hace creer que conformarnos es suficiente. En cambio, el Espíritu Santo nos recuerda que fuimos creados para algo mayor.

“Como niños recién nacidos, deseen con ansias la leche pura de la palabra, para que por ella crezcan para salvación” (1 Pedro 2:2).

Este deseo de cambio debe alimentarse día a día. La Palabra de Dios nos recuerda que somos Sus hijos y que Sus promesas son reales. No basta con querer cambiar; debemos buscar el camino correcto.

Jesús: El Camino hacia la Verdadera Transformación

“Más bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén” (2 Pedro 3:18).

Jesús nos muestra cómo nacer de nuevo, convirtiéndonos en nuevas criaturas. Con Él, nuestras acciones están llenas de bendición y propósito. Dios nos moldea, pero requiere que renunciamos a nuestro yo antiguo.

Si has intentado cambiar y no lo logras, no estás solo. Si ya tienes el deseo y crees que Dios puede ayudarte, apóyate en Su Palabra. Jesús venció todas las pruebas porque se mantuvo cerca del Padre.

“Porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).

Dios no solo inspira el deseo de cambio, sino que también nos da la fuerza para lograrlo. Con Él, podemos alcanzar lo imposible: una vida transformada y una herencia eterna.

La promesa de Cristo: Un Espíritu entre nosotros

Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe

La fe en Cristo Jesús no se limita a reconocer Su existencia. Su vida, muerte y resurrección marcan para todo creyente el inicio de una nueva forma de vivir.

El Consolador: Nuestro Guía en Tiempos de Confusión

Antes de Su partida, Jesús preparó a Sus discípulos y les prometió que no estarían solos:

“Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” (Juan 14:26).

Este Consolador es nuestro guía principal, quien nos ayuda a entender dónde estamos y hacia dónde vamos. Vivir en este mundo sin esta promesa trae condenación, no solo en la muerte, sino en una vida dominada por pensamientos que consumen el alma y el espíritu.

La Crisis Espiritual y Emocional del Mundo Actual

Las estadísticas reflejan una profunda necesidad espiritual en la humanidad:

  • Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el primer año de la pandemia, los casos de depresión y ansiedad aumentaron más del 25%.
  • Actualmente, mil millones de personas viven con algún trastorno mental, siendo los jóvenes y las mujeres los más afectados.
  • Uno de cada siete adolescentes (10-19 años) padece problemas de salud mental, con un incremento del 47% desde la pandemia.

Estos datos nos invitan a reflexionar: ¿Dónde está nuestra esperanza?

No Basta con Creer, Hay que Dejarse Transformar

Muchos creen en Cristo, pero Él enseñó que no es suficiente solo con creer; debemos cambiar nuestra vida y dejarnos guiar por el Espíritu Santo. En un mundo lleno de información y confusión, el Espíritu Santo nos ayuda a discernir la verdad.

“Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).

Verdad y Justicia: La Perspectiva de Dios

No se trata solo de conocer lo verdadero, sino también lo justo. Mientras que cada persona tiene su propia “verdad”, la justicia de Dios busca el bienestar de todos, más allá de creencias, razas o idiomas.

El Espíritu Santo nos ayuda a alinear nuestros pensamientos con los de Dios, para que no dependamos de nuestra prudencia humana, sino de Su sabiduría.

¿Por Qué Es Tan Importante el Espíritu Santo?

Jesús no habría prometido el Espíritu Santo si no fuera esencial para nosotros. Vivimos en un tiempo marcado por:

  • Egoísmo (“cada uno busca lo suyo”).
  • Guerras y conflictos.
  • Divisiones familiares y sociales.

Pero el Espíritu Santo:

  • Nos recuerda que no estamos solos.
  • Nos guía a la verdad eterna.
  • Nos prepara para el regreso de Cristo.

Conclusión: Una Vida con Propósito Eterno

El Espíritu Santo no se ve, pero se manifiesta en nuestro interior, recordándonos:

  • Que este mundo es temporal.
  • Que la injusticia, la muerte y el dolor no tendrán la última palabra.
  • Que Cristo regresará, y debemos estar preparados.

Si queremos vivir en plenitud y esperanza, no podemos ignorar la promesa del Espíritu Santo. Él es nuestro ayudador, nuestro consolador y nuestro guía hacia la vida eterna.

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13).

¿Estás listo para recibir Su dirección?