He aquí Dios es salud mía; aseguraréme, y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, el cual ha sido salud para mí. (Isaías 12:2)
En los tiempos que estamos viviendo, existen y han surgido un gran número de símbolos de divinidades o suprema autoridad que representan a muchas de las religiones que se conocen, incluyéndose seres vivos o muertos. Pero sólo hay un camino descrito en la escritura para llegar al verdadero Dios. Este Dios no basa su existencia en un jefe supremo que pueda hallarse entre las criaturas de la tierra sino en Dios, cuyo poder se ve manifestado en toda su creación; quien no solamente es capaz de crear, sino de sostener su creación también. “Mas Jehová Dios es la verdad; el es el Dios vivo y Rey eterno: a su ira tiembla la tierra, y las gentes no pueden sufrir su saña.” (Jeremías 10:10)
“En el principio crió Dios los cielos y la tierra”. “ Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente. Y Había Jehová Dios plantado un huerto en Edén al oriente, y puso allí al hombre que había formado”. (Génesis 1:1, 2, 7, 8) Este es el Dios verdadero que fundó la fe del hombre en un pueblo.
No obstante lo anterior, el hombre no satisfecho o conforme para sujetarse al plan que Dios había hecho para él, pronto se hizo desobediente, logrando con esto la ira de su Creador, y con ello la sentencia de su muerte, pues el mismo Dios había dicho: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;…” (Génesis 1:26) pero el hombre desobedeció, y como consecuencia de esto, perdió todo lo que Dios le había entregado, ya que está escrito: “ He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas.” (Eclesiastés 7:29)
A partir de estas circunstancias vemos que Caín inventó una forma para desaparecer a su hermano que era más honorable que él; Los hombres de Babel promovieron un proyecto para edificar una torre que llegará a los cielos, logrando que por su ambición el Mismo Creador confundiera sus lenguas y no se entendieran entre sí. Desde entonces muchos dioses de madera, de oro, de piedra, de barro, etc. Fueron inventados, y por esta razón El Dios del cielo, se airó de tal manera que buscó otras gentes que pudieran ser un ejemplo en medio de las demás naciones, pero estas gentes de igual manera se unieron a sus vecinos adorando a los ídolos que ellos veneraban, rebelándose así contra el Todopoderoso, por lo que David dice: “ Allegáronse asimismo a Baal-peor, y comieron los sacrificios de los muertos. Y ensañaron a Dios con sus obras, y desarrollóse la mortandad en ellos”. (Salmos 106:28, 29) y El Profeta declara: “ Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor: porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos”. (Jeremías 10:14).
En el Edén Dios tenía un plan Divino para los hijos de Adán y Eva, pero su desobediencia acarreó sobre ellos la vergüenza. De igual manera sus hijos, y todo hombre se olvidó de la justicia de Dios, entrando en un proceso de rebelión extremada, hasta que un diluvio de aguas fue derramado sobre ellos, salvándose únicamente la simiente de la tierra. Pero ésta también faltó y fue destruida en su naturaleza pecaminosa. Dios aparece a Moisés en el transcurso del tiempo y se presenta ante él como El Dios de sus padres, haciéndose conocer con el nombre de Jehová, mandando que guiara a su pueblo por el camino de la verdad.
En los libros de Jueces, 1º. De Reyes, Jeremías, veremos que el pueblo de Israel en varias ocasiones, convivió con pueblos que los hicieron desviarse de su fe y del culto al único Dios verdadero, por lo cual fueron castigados, y esto lo vemos ya en nuestra época.
En la actualidad vamos a escuchar muchos nombres de divinidades, representantes, profetas, etc., que inmediatamente se identificarán con alguna de las religiones que suenan en el mundo, pero vamos a ver también que en Las Sagradas Escrituras a estos representantes, dioses o como les llamen, el Señor los compara con langostas, y que torna en nada a los poderosos, y aún más en referencia a los dioses que se hacen los hombres:
“ …Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos”. (Jeremías 10: 8-11) “Vanidad son, obra de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán… ” (Jeremías 10:15,16)
Finalmente, El Apóstol Pablo nos dice: “ Acerca , pues, de las viandas que son sacrificadas a los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, o en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Nosotros empero no tenemos más que un Dios, El Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por cual son todas las cosas, y nosotros por él…” ( 1 Corintios 8:4-13) y esta es la verdadera fe en Dios, por eso es muy importante velar y estar en comunicación con Él, en estos días que hay tanta confusión, buscar al verdadero Dios de todo nuestro corazón y él responderá nuestra necesidad con ayuda de su hijo Jesucristo y del Espíritu Santo.
Reedición Boletín Bethesda SÁBADO 09 DE MAYO DE 2009 AÑO 15 No. 493