El pasaje de Génesis 1:26-27 se erige como la piedra angular que define el valor inherente y el propósito trascendental del ser humano:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad sobre los peces del mar, las aves del cielo, las bestias, toda la tierra y los reptiles que se arrastran sobre ella. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
Este fragmento sagrado subraya que la humanidad fue diseñada con un propósito distintivo: reflejar la imagen divina en la creación. Sin embargo, surge una interrogante crucial: ¿qué implica verdaderamente ser portadores de la imagen de Dios?
El Significado de Ser la Imagen de Dios
La noción de la imagen de Dios ha sido un tema de reflexión teológica durante siglos, y aunque el debate persiste, se destacan ciertos pilares esenciales:
- Dignidad Inherente Cada ser humano posee un valor intrínseco, sin importar su origen o circunstancias, pues lleva en sí la marca de lo divino. “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.” (Salmos 139:13)
- Compromiso con la Justicia Social Estamos llamados a amar, proteger y trabajar por la equidad, promoviendo la paz y la justicia en nuestro entorno. “Aprended a hacer el bien; buscad la justicia, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.” (Isaías 1:17)
- Cuidado del Medio Ambiente Como administradores de la creación, debemos esforzarnos por preservar y proteger el mundo natural que nos ha sido confiado. “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y los que en él habitan.” (Salmos 24:1)
- Búsqueda de la Santidad Vivir una vida que honre a Dios y refleje su carácter es el llamado supremo de aquellos que llevan su imagen. “Sed santos, porque yo soy santo.” (1 Pedro 1:16)
La Imagen de Dios y la Fractura del Pecado
La narrativa bíblica expone cómo el pecado introdujo una fractura en la relación con Dios, distorsionando la imagen divina en nosotros. Sin embargo, esta imagen no fue obliterada. Aunque marcados por la caída, seguimos portando vestigios de esa huella celestial.
Redención y Restauración: La Imagen en Cristo
El evangelio proclama una esperanza renovadora: mediante Jesucristo, Dios provee redención y restauración. Por medio de la fe en Él, nuestra naturaleza espiritual se transforma, permitiéndonos reflejar nuevamente la imagen divina.
Como lo expresa Colosenses 3:10:
“Y se han revestido del nuevo ser, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador.”
Conclusión
La doctrina de la imagen de Dios constituye un fundamento esencial para la fe cristiana. Nos recuerda quiénes somos, cuál es nuestro propósito y cuál es la esperanza que nos sostiene. Al comprender esta verdad, somos inspirados a vivir de manera más plena y significativa, reflejando el carácter de nuestro Creador en cada aspecto de nuestras vidas.