En la travesía de criar hijos que sigan los principios de los Diez Mandamientos, es indispensable la sabiduría en la educación y crianza. Es en el seno de un hogar impregnado de empatía, validación y una inteligencia emocional cultivada donde florecen el respeto y la obediencia.


Para la Iglesia de Dios, los Diez Mandamientos representan parte de su esencia, sirviendo como el eje moral de nuestra comunidad. Estos preceptos se erigen como pilares en la vida diaria, estando presentes en las casas de oración, donde son leídos en los cultos a Dios, e incluso también adornando algunos de nuestros hogares, precisamente para tenerlos en cuenta siempre.

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón: Y las repetirás á tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.»Deuteronomio 6:6-7


En la tarea de ser padres, muchos anhelan que sus hijos internalicen estos valores como su guía moral. Sin embargo, no basta con la mera comprensión de estos valores. Los infantes requieren de habilidades sociales y emocionales para aplicar dichos principios en sus vidas.

La importancia de la educación en el hogar

El hogar, más que la escuela, es la cuna donde los niños absorben la moral y los valores. El hogar constituye la primera escuela de aprendizaje emocional, donde los infantes exploran sentimientos y relaciones. En este sentido, educar en la moral y enseñanza de las Sagradas Escrituras, junto con el desarrollo de habilidades emocionales y sociales, se posiciona como una de las labores primordiales en los primeros años de vida.

 «Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.»Proverbios 22:6


Tomemos, por ejemplo, el quinto mandamiento del Decálogo: «Honra a tu padre y a tu madre». Este mandamiento está intrínsecamente ligado al desarrollo moral y conductual de los niños. La obediencia y el respeto filial son los vehículos mediante los cuales se perpetúan los valores de las Sagradas Escrituras de generación en generación, fundamentales para la continuidad de la Iglesia.

«Honra á tu padre y á tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.»Éxodo 20:12


La Obediencia a las personas

La obediencia y el respeto demandan habilidades sociales y emocionales que se adquieren a lo largo del crecimiento del niño. Estas habilidades, como la autoconciencia, el autocontrol y la empatía, constituyen la paleta amplia de destrezas necesarias para la integridad moral, incluyendo el honor a los padres.

«Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres; porque esto es justo.«Efesios 6:1


Entonces, ¿cómo inculcamos a nuestros hijos el respeto y la obediencia? A menudo, los padres asumen que estas virtudes surgirán naturalmente, dados los cuidados proporcionados. Sin embargo, las relaciones humanas no son meramente racionales, sino emocionales. Es imperativo que los padres enseñen a sus hijos los fundamentos de la empatía y la validación. Estas habilidades, esenciales para navegar la compleja interacción entre el respeto y las emociones, deben ser impartidas deliberadamente, iniciando en el hogar.

«Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.«Efesios 6:4


Al desarrollar la capacidad de reconocer y gestionar las emociones, los niños adquieren la facultad de honrar a sus padres incluso en momentos de tensión emocional. Fomentar un ambiente donde los hijos se sientan validados y escuchados es crucial para evitar conflictos y promover una relación de respeto mutuo.

«Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley.«Gálatas 5:22-23


Los niños, al absorber el comportamiento de sus padres, reflejan el ejemplo de respeto y consideración. Por consiguiente, si los padres son ejemplo de respeto entre ellos, de respeto a sus propios padres y a los demás, están sembrando las semillas necesarias para que sus hijos también tengan esos valores.

«Mucho se alegrará el padre del justo: Y el que engendró sabio se gozará con él.»Proverbios 23:24


En la encrucijada entre el respeto filial y el control emocional, los hijos adquieren la capacidad de internalizar y aplicar los valores de las Sagradas Escrituras como guía moral. Recae sobre los padres la responsabilidad de enseñar estos valores y habilidades emocionales y sociales. Los Diez Mandamientos, entonces, se presentan como un punto de partida invaluable en esta noble misión, en donde la transmisión generacional se convierte en una de las claves del éxito para los integrantes de la Iglesia.

«Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida: y enseñarlas has á tus hijos, y á los hijos de tus hijos.»Deuteronomio 4:9

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