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El Aprendizaje del Amor y la Caridad Divina

La dificultad de aprender a compartir

Qué difícil es aprender a compartir, con tantas actividades que tenemos y la dispersión de nuestros pensamientos hacia lo que debemos hacer. Olvidamos que nuestro vínculo hacia la perfección es compartir, practicar la caridad de Dios hacia todo lo que nos rodea.

Ver la necesidad con ojos preparados

Es sencillo ver la necesidad cuando nuestros ojos están abiertos, pero de lo contrario, nos concentramos en la vanidad del mundo. El mundo pasa y su concupiscencia, y nuestra forma de ver está educada por los medios que bombardean constantemente, definiendo la vida desde la perspectiva del materialismo. Entonces, ¿por qué no educarnos con la palabra de Dios para aprender a ver con sus ojos la necesidad humana? La necesidad de los demás también es la nuestra y, cuando compartimos, el bien que hacemos también nos beneficia personalmente.

“Pon tu delicia en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmo 37:4)
“El que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” (Lucas 14:33)

La caridad como base del mandamiento de Jesús

Dios establece mandamientos donde se practica la caridad. Una de las bases de la enseñanza de Jesús es el primer y grande mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma y con todas tus fuerzas.” El amor de Dios es lo más especial que tiene su creación, porque todo se hizo con esa base del amor y todo fue para beneficio de la misma creación. Entonces entenderás de dónde proviene la perversión del mundo: lo malo que se está reproduciendo no proviene de Dios, sino del mal del corazón del hombre.

Aprender a amar a Dios es amarnos a nosotros mismos

Aprender a amar a Dios es amarnos a nosotros mismos, porque Dios es amor. Si fuimos creados por Dios, también fuimos creados en amor. Analizando este principio en la palabra, descubrirás que todo conduce a la caridad de Dios. Las leyes antiguas y la historia del pueblo de Israel son una muestra de ese amor que siempre los procuró para salvarlos y que conocieran el beneficio de guardar sus pactos. En el nuevo pacto con Jesús, el principio es el mismo: Él nos salva para que conozcamos el beneficio de permanecer en este pacto.

“Alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme.” (Jeremías 9:24)
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19)

La práctica de los mandamientos y el amor al prójimo

La aplicación práctica de los mandamientos de Dios nos trae como recompensa una relación de amor con los demás. El respeto mutuo, la comunicación efectiva, la empatía, la confianza y la honestidad son parte de la ley de Dios. Cada mandamiento que nos transmite Jesús en su Evangelio está conectado con obedecer a Dios y amar a nuestro prójimo.

El amor propio como reflejo del conocimiento de Dios

Amarnos a nosotros mismos es conocer a Dios. Recordemos que fuimos creados a su imagen y semejanza, y que somos amor y misericordia. La justicia está escrita en nuestro ser; vibra y llama todo nuestro ser cuando alguna injusticia es cometida, ya sea hacia ti o hacia lo que te rodea. Dios nos diseñó para notar cuando algo hace falta. Por eso, la enseñanza de Jesús es: “Busca primero el reino de Dios y su justicia.” Si comienza a importarnos nuestra integridad y salud, entonces Dios será primero antes que todas las cosas. Ahora buscamos en su palabra las recomendaciones para adquirir salud y recordar el beneficio de su misericordia, ese amor que, cuando nos envuelve, comienza a sanar.

El amor a Dios se demuestra guardando sus mandamientos

Jesús enseña que el verdadero amor a Dios no es solo de palabras, sino de obediencia:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15)
“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama.” (Juan 14:21)

Partiendo de aquí, descubres que el amor de Dios es hacia ti mismo. La ley te cuidará en todos los aspectos; tus pensamientos, sentimientos y emociones estarán protegidos por Él.

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos.” (Salmo 139:23)
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8)
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.” (Romanos 12:2)

Vivir en el amor de Dios y amarnos a nosotros mismos

Lo importante es que aprendamos del amor de Dios para amarnos a nosotros mismos. Ahí descubriremos el amor al prójimo, porque entendemos el beneficio de vivir en su amor, y Él nos guía a ponerlo en práctica hacia todo lo demás. Todo lo que nos rodea está conectado con el Creador, si a Dios le pertenecemos.

“Porque en él vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas han dicho: ‘Porque linaje suyo somos’.” (Hechos 17:28, RVR1960)

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