¿Qué herramientas y estrategias podemos emplear para que nuestros hijos, nietos y los jóvenes mantengan una fe que perdure? Nuestro mundo día a día cambia desde su avanzada tecnología, hasta en la forma de cómo nos relacionamos con lo que nos rodea. Transmitir el conocimiento bíblico no es algo tan simple sino que significa un compromiso con uno mismo y con aquellos que pueden recibir esa fe.

Encendamos en los jóvenes un deseo sincero de búsqueda espiritual, que les permita afrontar los dilemas de la vida con convicción y esperanza.

1. Enseñanza Intencional y Constante: 

La Biblia nos instruye a enseñar diligentemente a nuestros hijos sobre los caminos de Dios. Esto implica ser intencionales en la forma en que compartimos nuestra fe, asegurándonos de que los principios y enseñanzas de Dios se incorporen a la vida cotidiana.

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” (Deuteronomio 6:6-7)

2. Modelar una Vida de Fe: 

Las acciones a menudo hablan más fuerte que las palabras. Al vivir una vida de integridad y fe genuina, mostramos a las futuras generaciones cómo se ve la fe en acción. Este ejemplo es una poderosa herramienta de enseñanza.

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16)

3. Transmitir las Obras y la Fidelidad de Dios: 

Recordar y compartir las obras de Dios y su fidelidad a través de las generaciones fortalece la fe de los jóvenes. Relatar las historias de cómo Dios ha obrado en la vida de las personas inspira a los jóvenes a confiar en Él.

“Nosotros no esconderemos a sus hijos, contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y las maravillas que hizo.” (Salmos 78:4)

Transmitir la fe a las futuras generaciones es un esfuerzo continuo que requiere dedicación, ejemplo y conexión genuina. A través de la enseñanza diligente, el modelado de una vida de fe y la narración de las obras de Dios, podemos asegurar que la llama de la fe siga ardiendo brillantemente en los corazones de nuestros hijos y nietos. Al hacer esto, cumplimos con nuestro llamado bíblico y preparamos a las generaciones venideras para enfrentar el mundo con confianza y esperanza en Dios.

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