¿Alguna vez hemos aceptado que somos impotentes para librarnos de algo que nos está afectando? El aislamiento, la sobreprotección y el orgullo son algunas señales de los miedos que nos aquejan y que se manifiestan en nuestras interpretaciones para proteger el ser que hay dentro de nosotros.
La fijación del miedo se produce porque más allá del cuerpo, que tiene su propia lógica, subsisten programaciones mentales e ideas que continúan alimentando un mecanismo que ya es inútil.
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