El Ingenioso Hidalgo: Don Quijote de la Mancha es una obra entre dos tiempos, Miguel de Cervantes Saavedra la empezó a escribir en la orilla de la edad media y la concluye en otro puerto: el del Renacimiento, cuando España empieza a unificarse y a expulsar a los moros de la península. El libro de Cervantes es, pues, un reflejo de una generación que retoma una tradición cristiana casi prohibida, y en el cual Dios y su hijo Jesús Cristo son invocados de principio a fin.

En la historia de la humanidad, la Biblia y la obra de Cervantes son dos de los libros más importantes. Entre ellos hay una gran relación por lo cual no es raro que el universo cervantino esté empapado de una cosmovisión bíblica.

 

Existe en las obras de Cervantes, una gran humanidad y una sed de justicia que declara en todo el texto Don Quijote, quien desea que el lector vea la influencia que hay de los textos bíblicos en la obra, donde hay más de 300 citas y referencias a las Sagradas Escrituras y a personajes bíblicos. Cervantes tenía un alto concepto de la Biblia, a la que también llamaba Divina Escritura y Sacra escritura y además, la considera infalible en aquello que enseña y señala que “este libro sólo tiene un propósito, que es llevar las almas al cielo”.

No hay noticias sobre las versiones o traducciones de la Biblia que utilizó Cervantes para escribir su libro, cuando el Tribunal del Santo Oficio llevaba a cabo una labor para aniquilar a todos los que no estaban de acuerdo con el pensamiento oficial, aunque quizá utilizó la versión protestante de la Biblia, que es, los sacros libros del Viejo y Nuevo Testamento. Trasladada en español. La Palabra del Dios nuestro permanece para siempre, 1569. Aunque se trata solamente de una hipótesis, lo que sí se puede afirmar es que Cervantes era un hombre conocedor de las Escrituras.

Don Quijote puede ser un modelo interesante para el cristianismo por la gran hambre y sed de justicia que siempre tuvo; incluso cuando renunció a ser Don Quijote, nunca renunció a sus ideales.

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