Me has oído enseñar verdades, que han sido confirmadas por muchos testigos confiables. Ahora enseña estas verdades a otras personas dignas de confianza que estén capacitadas para transmitirlas a otros.

2 Timoteo 2:2 NTV

Recuerdo que la predicación estuvo excelente, estuve tan presente que pude recibir más de un mensaje inspirador al salir de la Iglesia, luego de despedirme de mis hermanos, llegué a casa y me sumergí en un cúmulo de actividades ordinarias.

Ese día, un amigo que no es de la Iglesia se acercó y me hizo una pregunta sencilla, jovial y a la vez sincera, –¡¿qué tal tu día?!– me preguntó,  su expresión y postura corporal indicaban disponibilidad a una charla, yo le contesté con una sonrisa y una gran expresión de gozo –¡excelente!–; cuando intenté darle detalles, me percate que por alguna razón había perdido el mensaje que tanto gozo había generado en mi. ¿Cómo es eso posible? me dije internamente. Rápidamente hice un recuento mental de lo que había hecho durante la predicación y posterior a la predicación, me di cuenta que no había hecho ninguna anotación de las citas Bíblicas que el hermano Predicador había compartido y tampoco había escrito el mensaje o mensajes que me habían inspirado tanto. Era mi responsabilidad, había recibido un hermoso regalo y ahora simplemente lo había perdido o más bien archivado en algún lugar de mi memoria. Recordé que en la radio había escuchado que algunos peces pequeños tenían una memoria de dos minutos, así que aunque estuvieran dentro de una vaso con agua, ellos siempre veían algo nuevo, así que me sentí como un pez.

¿Puedo verme en un espejo y luego olvidar mis propias facciones?

Pues, si escuchas la palabra pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo; te ves a ti mismo, luego te alejas y te olvidas cómo eres.

Santiago 1:23‭-‬24 NTV

Entendí por tanto, que sólo me había desconectado, no era que yo tuviera una memoria de pez, sino que había desconectado mi ser de la maravillosa palabra de Jehová y me había sumergido en el mundo del afán, el mundo de los quehaceres ordinarios. En resumen, me desconecté de lo extraordinario para conectarme a lo ordinario.

¿Cómo puedo entonces mantenerme conectado con el mensaje de vida y a la vez cumplir con las necesidades ordinarias? Después de discernir sobre esto, descubrí tres nuevas verdades para mí vida, te las comparto a continuación pero ahora como un obsequio para ti:

  1. DIOS CONFÍA EN TI (2a. Timoteo 2:2). 

    • Si has recibido un mensaje, ten la certeza de que Dios confía en que sabrás guardar su palabra; eres una persona confiable.
  2. GUARDAR LA PALABRA ES PONERLA EN ACCIÓN. (Santiago 1:25).

    • ¿Cuál podría ser una acción inmediata? ¡Compartir su palabra con otras personas! Ten presente que lo que has recibido es un regalo maravilloso que puedes compartir, no somos egoístas, ¡somos abundantes!. Puede ocurrir que no todos quieran recibir el mensaje, pero eso ya no depende totalmente de ti, ten la certeza que en el camino encontrarás a verdaderos adoradores.
  3. LO QUE HAGAS, HAZLO PARA DIOS. ( Colosenses 3:17)

    • Si ya leiste Santiago 1:25 (la cita del punto #2) te habrás percatado que la verdadera libertad se vive estando en armonía con los mandamientos de Jehová,  por tanto hay que alinear nuestras acciones y nuestras palabras al servicio de Dios; entendiendo que lo que hacemos, para Dios lo hacemos, obrar de esta forma nos permitirá disfrutar de esa libertad. ¡Grandes Bendiciones están por venir!

Espero que este breve relato sea de Bendición a tu vida, síguenos aquí en Túnika, tenemos más experiencias por compartir.

 

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