Hay un sin fin de costumbres en las que cree el mundo, desde las más complejas hasta las más absurdas, cada una de ellas su origen no es el importante, porque muchos no saben el por qué la siguen. Lo importante es lo que obtienen por medio de esas costumbres, pero ¿De dónde surgen esas costumbres?¿Tienen algún fundamento verdadero y justo?.
Tal vez te interesen ver algunos ejemplos de costumbres en algunos países como China, Estados Unidos, Alemania y Polonia:
https://www.avantrip.com/blog/curiosidades/las-6-tradiciones-mas-extranas-del-mundo
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Hechos 20:28-30
Así que no hay nada nuevo, en los tiempos de nuestro Señor Jesucristo también nos encontramos con varias costumbres que las hicieron mandamientos para poner cargas a la gente que quería acercarse a Dios.
Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén;los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos. Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Marcos 7:1-5
Viendo este primer ejemplo, si entrara alguien invitado a tu casa y se sentara a la mesa a comer sin lavarse las manos, bajo la tradición de los ancianos de los tiempos de Cristo, ese invitado estaría cometiendo pecado y lo condenarían. La tradición en principio es algo bueno, como la higiene, que busca el evitar enfermedades y no transmitirlas a las que nos rodean, de hecho dentro de la ley de Dios hay leyes higiénicas que nos previenen de muchos daños. Pero hablando de esta tradición nos dice que evitaban comer si antes no se habían lavado las manos, condenando a los que no lo hacían de esa forma, mandamiento que habían creado ellos por una tradición, que con el tiempo se volvía en superstición, mala suerte y el no lavarte puede provocar malestar en la mesa y la provocación de la descomposición de los alimentos que había causado el disgusto. El anfitrión de aquella mesa acabaría enojado porque no llevan a cabo las cosas que había aprendido por una costumbre, incluso no volvería a invitar a esas personas que no tienen el mismo pensamiento que él.
Este es un ejemplo de cómo una creencia que no tiene un buen fundamento puede acabar dañando el espíritu de quienes la practican, el capítulo 7 de Marcos nos sigue enseñando:
Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:
Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honra. Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Marcos 7:6-9
Para nuestro Señor Jesucristo siempre fue el obedecer a su Padre, ejecutar su palabra y no crear nuevas costumbres que podían invalidar el mandamiento que ya había dado Dios en la antigüedad. Piensa por un momento las cosas que haces por tradición y que quien no vaya según ese pensamiento tu lo condenas. Hay muchos ejemplos que en apariencia son inofensivos, pero que su fin acaba con el espíritu de las personas, llevándolas a creencias ajenas a las de nuestro Dios. Sigamos leyendo el capítulo 7 de Marcos:
Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán(1) (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte,y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre,invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas. Marcos 7:10-13
En estos versos vemos un mandamiento que conocemos, honrar a nuestros Padres. Este mandamiento se lee dentro de las tablas que entregó Dios a su pueblo y que su mensaje es respetar a los Padres que nos ha dado Dios, independientemente si sean buenos o malos, nuestro deber es honrarlos. Entonces aquellos hombres utilizaban lo que ya habían destinado para guardar el mandamiento de honrar a los padres, como una ofrenda a Dios. Lo declaraban Corbán y así se liberaban de la ayuda a los padres, y dentro de sí pensaban que era para Dios y no hacían nada malo, pero por su costumbre invalidaron el mandamiento de Dios.
La costumbre de llevar kipá no proviene de un precepto o mandamiento propiamente dicho, a diferencia del talit o chal ritual, o de los tefilín o filacterias, aunque se ha arraigado con el correr de los siglos, al punto de convertirse en uno de los atributos más emblemáticos del judaísmo. Aun así, sus orígenes son igualmente milenarios, y se remontan al Talmud (Maséjet Kidushín, “Tratado de casamientos”, 31:1), simbolizando la necesidad de tener presente en todo momento que Dios está por encima de los hombres, mujeres y las cosas.
Esta costumbre si la estudiamos detenidamente (https://es.chabad.org/library/article_cdo/aid/528233/jewish/La-Kip.htm) es una costumbre con un fin muy hermoso en su aplicación, aceptar y nunca olvidar que Dios está por encima de todo. Pero la costumbre trajo consigo un mandamiento que condena a todo aquel que no lo usa, impidiendo que las gentes se acerquen a Dios, invalidando el mandamiento por sus propias creencias.
Así que las costumbres podrían tener algo bueno detrás de ellas, pero no podemos olvidarnos que Dios tiene sus propios pensamientos y sus caminos, el nos muestra el camino a seguir, para que no erremos e impidamos a otros llegar a conocerlo como Él quiere ser conocido. Dios nos recomienda algo muy importante:
Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Deuteronomio 4:5
Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella.
Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día.
Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.
Deuteronomio 10:12-18
Nos toca a nosotros analizar las cosas, la enseñanza de Dios siempre estará, ya de nosotros la elección de seguir costumbres de hombres o el mandamiento de Dios.
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Korbán (en hebreo, קָרְבָּן) se refiere a una variedad de ofrendas para sacrificios descritas, ordenadas y explicadas tanto el Tanaj (Bíblia Hebraica) como en el Talmudy que eran ofrecidas por los israelitas antiguamente, y en su lugar por los Kohanim (sacerdotes) en el Templo de Jerusalén. Korbán deriva de la raíz hebrea K [a] R [o] V (קרב) que significa venir a Dios o acercar, algo similar a la palabra latina sacrificium, sacrum facere (hacer sagrado).