“Así hablad, y así obrad, como los que habéis de ser juzgados por la ley de libertad.” (Santiago 2:12)
Si por un instante nos imaginamos que las leyes, todas, las que rigen al mundo, al universo, la naturaleza, a los humanos desaparecieran. Es decir, que de pronto la fuerza y las normas que han sostenido a las cosas y a los hombres dentro de ciertos límites perfectamente establecidos o definidos , perdieran su vigencia. Los astros saldrían de sus órbitas rompiéndose así la armonía sideral, provocándose una catástrofe de tales consecuencias que ni la imaginación mas exaltada podría atreverse a describirla. En el mundo natural, la carencia de leyes provocaría una anarquía total, que desembocaría en la muerte de todo lo que tiene vida. Si desaparecieran de improviso las leyes que rigen a la sociedad, que dan estabilidad a los gobiernos, y que mantienen a los hombres dentro de ciertos límites de acción y de seguridad para ellos y los demás, nos veríamos en una anarquía tan caótica que nuestra civilización desaparecería casi totalmente, y si algunos lograran sobrevivir, tendrían de todos modos que imponer una ley: “ La ley del mas fuerte”, la ley de las cavernas.
Con lo expresado anteriormente, nos podemos dar cuenta, de la importancia y lo indispensable que es la existencia de la ley, sin leyes la vida sería imposible, pues gracias a la Ley de gravitación Universal, los planetas y los distintos astros se mantiene en el lugar que les a designado EL CREADOR, se mueven en sus órbitas con precisión absoluta. En los seres microscópicos encontramos las mismas leyes que rigen a los grandes cuerpos, y también son invariables y vigentes. Las leyes físicas mantienen la cohesión de los cuerpos y permiten la continuidad del ambiente. Los mismos principios se aplican a la mente y el cuerpo humano, todo depende de las leyes, todo debe de ser regido por ellas.
Ahora bien, si las leyes de la naturaleza que rigen y regulan la vida en general son importantes, ¿Cuánto mas lo serán las leyes de Dios?, el Decálogo , los diez mandamientos (¿Son los 10 mandamientos para nuestros días?), fueron dados por El Creador para nuestra protección, para nuestra seguridad como personas, seres que formamos la familia humana, debemos por lo tanto respetarlos, ya que el quebrantarlos, produciría caos en nuestras vidas. Mientras nos mantengamos dentro de los límites establecidos por El Señor en sus mandamientos, la vida será agradable y habrá para nosotros esperanza de salvación. No así cuando nos alejemos de ellos y los quebrantemos.
Dios tiene sus mandatos, tiene una ley, que es modelo de leyes para todos los pueblos y gobiernos de la tierra. De hecho quizás podríamos afirmar que todas las leyes que los hombres han creado para regular la vida, tiene directa o indirectamente su fundamento, su inspiración, en el Decálogo Divino. La ley de Dios sirve para darnos a conocer Al Creador mediante sus mandamientos, nos revela su carácter y su amor por nosotros. Constantemente algunas personas preguntan: y bien, ¿Cómo puedo conocer a Dios? ¿Cómo puedo saber cuales son sus ideas y sus propósitos? Hermano mío, para contestar esas preguntas, para conocer a Dios, ahí están los Diez mandamientos que nos muestran su carácter y su voluntad, quien conozca a fondo la Divina Ley, también conocerá a Dios y obtendrá su protección y será libre del pecado. Por ejemplo: Dios es amor, y Jesús, al hacer una síntesis de la ley de los diez mandamientos dijo:
“Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:37)
En nuestra vida cotidiana, y considerando la forma como realizamos nuestras actividades, confirmaremos que el apego a las leyes nos da tranquilidad y libertad, y consecuentemente veremos el éxito en nuestro actuar, pues no hay temores porque estamos respetando las distintas leyes, trátese de la naturaleza que se trate, ya que todas tienen un origen común. En nuestro caso, si reflexionamos sobre el éxito o fracaso de algo que emprendamos, confirmaremos que aplicamos las leyes del orden, las leyes naturales, las de protección al medio ambiente, del amor, etc., ¡ o no! Si fue lo segundo, debemos recapacitar para enmendar el camino mientras sea posible, ya que de no ser así seguiremos fracasando.
No Olvidemos, que la LEY DE JEHOVA ES PERFECTA, y si acatamos lo que de ella emana tendremos siempre BENDICIONES.
Boletín Bethesda No. 472 Año 14 8 de Noviembre de 2008.