Miguel de Cervantes, amaba las Sagradas Escrituras y las tenía en alta estima. En el prólogo de la primera parte de El Quijote, Cervantes se refiere a la Biblia llamándola Divina Escritura.
Una prueba contundente es el poema que aparece en sus Comedias, titulada El Rufián Dichoso, en el cual exalta el Salterio davídico:
“Salmos de David benditos,
cuyos misterios son tantos
que sobreceden a cuantos
renglones tenéis escritos;
vuestros conceptos me animen
que he advertido veces tantas,
a que yo ponga mis plantas
donde el alma no lastimen;
no en los montes salteando
con mal cristiano decoro,
sino en los claustros y el coro
desnudas, y yo rezando.”
Las citas bíblicas en las páginas de El Quijote son numerosísimas. Rodríguez Marín, entre muchos otros cervantistas, destaca la abundancia de citas escriturales y alusiones más o menos directas a la Biblia, tanto en El Quijote como en las obras de Cervantes, Dios es columna en que se apoya el escritor: Los Trabajos de Persiles y Segismunda, alude a uno de los libros de las Sagradas Escrituras poco conocidos entre los cristianos de aquella España: El Levítico. Allí Mauricio responde a Constanza, y le dice así:
“En verdad, señora, que si yo no estuviera enseñado en la verdad católica, y me acordara de lo que Dios dice en el Levítico, no seáis agoreros ni deis crédito a los sueños, porque no a todos les es dado el entenderlos.”
En El Quijote se hallan más citas y alusiones escriturales y lo más sorprendente del caso es que Cervantes no escribe su novela con un ejemplar abierto de la Santa Biblia al lado, del cual puede copiar citas textuales, es evidente que el autor cita los textos y pasajes de la Biblia de memoria, entremezclándolos con su propio discurso, lo que prueba que la conocía y la leía asiduamente.
El cervantista, Juan Antonio Monroy, en su libro La Biblia en El Quijote, afirma que después de realizar tres lecturas minuciosas de la obra de Cervantes, encontró hasta trescientas referencias a las Sagradas Escrituras.
Finalmente, Cervantes cita a la Reina de Sabá y Salomón, en el capítulo 21 de la primera parte. A David y Betsabé, en el capítulo 27 de la primera parte. En el capítulo 13 de la primera parte hay un paralelismo con el capítulo 10 del Evangelio según Juan. En el capítulo 22 de la segunda parte, Cervantes mezcla textos de los libros de Job, Salmos, Eclesiastés e Isaías. Más de trescientos personajes bíblicos son citados por Cervantes en El Quijote, y todos ellos, sin excepción, son tratados por el autor con sumo respeto.