Mucho se ha escrito y se ha predicado referente al pueblo elegido de Dios, pero muchas veces no se han puesto bases bíblicas para saber cuál es este pueblo. El hecho de que una iglesia, cualquiera que sea, diga que es el pueblo de Dios, sin más demostración que la que su fundador y ministros enseñan, no es una razón convincente; es más bien, una pretensión que puede estar equivocada.

Escrito por: Min. Santiago Montiel

Actualmente hay muchas iglesias que tienen cinco o cien años de existencia, pero todas ellas, o se dividieron de otras, o hubo un hombre que leyendo ligeramente la Biblia y ayudado por alguna Concordancia, encontró algunos pasajes que animaron su espíritu para predicar, y éste, después de todo, formó un grupo de personas, y ahora tanto él como el grupo sostienen que son la verdadera iglesia, predicando únicamente la salvación y el arrepentimiento; pero sin saber bajo qué condiciones viene la verdadera salvación, ni cómo es el verdadero arrepentimiento.

En consecuencia, fácilmente se ve que estas iglesias nuevas no tienen las virtudes del Espíritu Santo, porque no son la iglesia primitiva, ni tampoco son la iglesia que padeció la tremenda persecución en el tiempo de los emperadores romanos. Sin embargo, a pesar de todo lo dicho, hay hombres que tienen cauterizada la conciencia, y obstinados por su manera de pensar, hacen caso omiso de lo que la Biblia expone para ser la verdadera iglesia.

Pero la Palabra de Dios que es infalible, nos está enseñando con caracteres visibles que el Dios del cielo tiene particularmente un pueblo, o sea la iglesia por la cual Cristo derramó su sangre y la hizo depositaria de su doctrina y de sus dones. Esto es claro entenderlo porque desde que Cristo comenzó su ministerio hasta que ascendió a los cielos, instruyó a los apóstoles para que continuaran dirigiendo a su iglesia.

¿Cuál es el fundamento que nos sostiene para pensar de esta manera? ¿El pueblo judío es el verdadero pueblo de Dios? ¿Son los gentiles el pueblo de Dios? ¿Quiénes forman la iglesia comprada por el grande sacrificio de Cristo? Vea el sentido de este pasaje:

“Sed sin ofensa a judíos, a gentiles, y a la Iglesia de Dios” (1ª Corintios 10:32).

Por este pasaje concluimos que la Iglesia de Dios no son los judíos, mucho menos los gentiles, como se trata de enseñar en los tiempos modernos.

Es necesario, ante todo, tomar en cuenta que los términos “Iglesia de Dios”, “la buena Oliva” y “el Israel de Dios”, son similares. Ya vimos en 1ª Corintios 10:32, que la Iglesia de Dios no son los judíos, ni tampoco los gentiles, sino es la familia de Dios aquí en la tierra, y esta familia lleva el nombre del Padre de nuestro Señor Jesucristo (Efesios 3:14,15) cuyo nombre, como está escrito en Amós 4:13 y 5:27, es Dios.

Este es el pueblo o iglesia que Pablo perseguía antes de su conversión a ella, y única a quién él mismo dirige todas sus amonestaciones y los mandamientos del Señor (consulte las siguientes citas: Gálatas 1:13; 1ª Corintios 1:2, 3; 2ª Corintios 1:1; 1ª Timoteo 3:15; 1ª Corintios 14:37, etc.).

No podríamos nunca pasar por alto que “Cristo Jesús vino al mundo a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Pero aquello que se había perdido no eran los gentiles, “Sino las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:5,6).

Las ovejas perdidas de la casa de Israel

Recordemos el hecho cuando una mujer cananea se acercó a Cristo diciendo: “Señor, hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija es malamente atormentada del demonio”, a lo cual respondió Jesús: “No soy enviado sino a los ovejas perdidas de la casa de Israel ” (Mateo 15:25,24). Una vez más tenemos aquí la confirmación de que la Iglesia de Dios no son los judíos ni los gentiles, sino las ovejas que estaban perdidas de la Casa de Israel. Estas ovejas perdidas formaron “la elección de gracia” que nos habla el apóstol Pablo en Romanos 11:5-8:

“Así también en este tiempo han quedado reliquias por la elección de gracia. Y si por gracia, luego no por obras, de otra manera la gracia ya no es gracia, y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, aquello no ha alcanzado. Mas la elección lo ha alcanzado; y los demás fueron endurecidos, como está escrito: dióles Dios espíritu de remordimiento, ojos con que no vean, y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy”.

Esta elección son los mismos “144,000” señalados de todas las tribus de Israel (Apocalipsis 7). Cuando Cristo fue desechado de los suyos, estos le aceptaron como su Salvador, por lo cual les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:11-13).

Estos ciento cuarenta y cuatro mil son las primicias que nos habla el Apocalipsis: “Y ninguno podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil, los cuales fueron comprados de entre los de la tierra. Estos son los que con mujeres no fueron contaminados; porque son vírgenes. Estos, los que siguen al Cordero por donde quiera que va; estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para Dios y para el Cordero” (Apocalipsis 14:3,4). “Y oí el número de los señalados: ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las tribus de los hijos de Israel”. (Apocalipsis 7:4).

La elección de gracia.

En esta forma vemos que esta “elección de gracia”, forman la “Buena Oliva”, en la cual los gentiles, siendo acebuches, han sido ingeridos a ella. Jesús mismo, al predicar a aquellos judíos incrédulos, decía: “…Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais… si vuestro Padre fuera Dios, ciertamente le amaríais: porque yo de Dios he salido, y he venido; no he venido de mí mismo, más él me envió” (Juan 8:38-42). Notemos pues, que entre todos los israelitas que había en los días de Jesús, se distingue fácilmente una porción, a la cual el apóstol Pablo llama “la elección de gracia”, que son hijos de Abraham. “No empero que la palabra de Dios haya faltado; porque no todos los que son de Israel son Israelitas; ni por ser simiente de Abraham, son todos hijos; mas en Isaac te será llamada simiente… no los hijos de la carne son los hijos de Dios, sino los hijos de la promesa, y que son contados en la generación” (Romanos 9:6-8). Es claro entender entonces lo que Pablo dice. Solamente los que creyeron en Cristo de los hijos de Israel forman la Buena Oliva, porque éstos son hijos de Abraham. Otra vez el testimonio dice: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente la simiente de Abraham sois, y conforme a la promesa los herederos” (Gálatas 3.29).

Pablo sigue describiendo este cuadro en la forma siguiente (hablando de los judíos incrédulos): “Digo pues: ¿Han tropezado para que cayesen? En ninguna manera; mas por el tropiezo de ellos vino la salud a los gentiles, para que fuesen provocados a celos… Que si algunas de las ramas fueron quebradas, y tú, siendo acebuche, has sido ingerido en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la grosura de la oliva; no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron quebradas para que yo fuese ingerido. Bien: por su incredulidad fueron quebradas, mas tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, antes teme” (Romanos 11:11, 17-20).

Los gentiles adheridos a la elección de Gracia, los 144,000 señalados.

El apóstol inteligentemente nos está aclarando que nosotros, siendo gentiles o acebuches, hemos sido ingeridos en la Buena Oliva, en la Iglesia de Dios, formada primitivamente por 144,000 israelitas que fueron la elección de gracia. Y todavía el apóstol nos hace el siguiente recordatorio: “Por tanto, acordaos que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne, que erais llamados incircuncisión por la que se llama circuncisión, hecha con mano en la carne; que en aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la república de Israel, y extranjeros á los pactos de las promesas, sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:11,12).

Finalmente queremos dejar una pregunta para que sea contestada conscientemente y con el corazón en la mano. ¿Todos los grupos religiosos de nuestros días, llámense como se llamen, pretendan lo que pretendan, están ingeridos en la buena oliva? ¿Están haciendo de acuerdo a las obras de Abraham (Génesis 26:5) y son en verdad la simiente de bendición? Recuerde que para ser el verdadero pueblo de Dios tiene que estar imprescindiblemente ingerido en la buena oliva, en el Israel de Dios; de otra manera está fuera de la República de Israel y vive sin Dios y sin esperanza en este mundo.

Las ramas naturales fueron quebradas, y no es remoto que esto nos acontezca a nosotros si nos separamos de la verdadera Iglesia de Dios. Cuántos inquietadores hay por todos lados, que prometen salvación viviendo ellos en completa corrupción; por eso el apóstol Pablo nos amonesta en la forma siguiente: “Os ruego, hermanos, que miréis a los que causan disensiones y escándalos contra la doctrina que vosotros habéis aprendido, y apartaos de ellos… de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras de sí” (Romanos 16:17; Hechos 20:30).

“Mirad por vosotros, porque no perdamos las cosas que hemos obrado, sino que recibamos galardón cumplido. Cualquiera que se rebela, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene á Dios: el que persevera en la doctrina de Cristo, el tal tiene al Padre y al Hijo” (2 Juan 8,9).

(Tomado de El Abogado de la Biblia, Agosto 1958)

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