La obediecia y sus recompensas. ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando escuchas las palabras: acatamiento, sumisión, subordinación, respeto, sometimiento, docilidad, disciplina?. Todos estos son sinónimos de la Obediencia Para poder acceder a una recompensa, hay que seguir una serie de pasos. El Todopoderoso también tiene sus recompensas para poderlas recibir también ha trazado pasos a seguir. Los cuales si cuidadosamente ponemos en práctica, recibiremos el beneficio por escuchar su consejo y ponerlo por obra.
“Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos a Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna”
Romanos 6:22
Cristo con su sangre, nos ofrece la libertad de todas nuestras faltas, para que lo hagamos ahora en una nueva vida. Con nuevos hábitos y costumbres que iremos aprendiendo con el conocimiento de su evangelio.
Creyendo en está promesa, el paso siguiente es que lo aceptemos como ese cordero que dio su vida por nosotros, y seguir sus enseñanzas.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hechos 4:12
La obediencia al evangelio nos puede Salvar de una vida sin propósito y alejados de las enseñanzas del Padre. Cuando tomabamos una decisión por nosotros mismos nos damos cuenta que hay consecuencias, así que Cristo nos reconcilia con la obediencia hacia su Palabra.
Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Lucas 24:27
Jesús y su obediencia al evangelio
El Maestro vino y le mostró a su pueblo cómo resolver todos los problemas que acarreamos en nuestra vida. Él es la guianza al bienestar y la paz interior. El que nos enseña el verdadero amor y el significado de nuestra vida.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. 1 Juan 5:10-12
La obediencia al evangelio y el Testimonio de Cristo está presenta para todos los que lo busquen, vino a ofrecer Salvación a todo el mundo. Y abre las puertas para que nuestras angustias, dificultades, enfermedades y todo lo que este en nuestra contra, lo podamos depositar en él. A cambio sólo hay que poner en práctica sus enseñanzas.
21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; 24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. 1 Pedro 2:21-24
El recordatorio de obediencia de Jesús
Así recordamos que un hombre Justo y sin pecado, murió por nosotros, que la historia no puede borrar este evento que marcó a la humanidad. Y ejemplo nos dió para que no perdamos el rumbo a la Salvación.
Las cosas que a nuestros ojos son difíciles, el mostró que si es posible, de esta forma vencemos al mundo y sus creencias. Siempre se expresó con verdad y a todos les manifestaba sus fortalezas y la necesidad ferviente de estar cerca de su Padre.
Creer en Cristo no es sólo decirlo con nuestros labios, sino manifestarlo con nuestros actos, como nos lo muestra el apóstol Juan cuando dice: “El que dice, Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él: mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él: por esto sabemos que estamos en él. El que dice que está en él, debe andar como él anduvo”.
1 Juan 2:4-6
Desde que el hombre fue puesto sobre la tierra se le recomendó cumplir con la voluntad de Dios. Guardando sus mandamientos y practicando todas las disposiciones que el Señor ha establecido.
Dentro de su plan, se debe creer en el evangelio de Jesucristo, porque su enseñanza reitera la obediencia a Dios. Puesto que Jesucristo reafirma la práctica de la justicia cuando cumplimos con los mandamientos:
“... la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y los profetas: La justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él; porque no hay diferencia; por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:21-23),
De esto último también nos afirma la consecuencia que es: “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). En estas palabras nos enseña que debemos arrepentirnos, convertirnos y poner nuestra vida al servicio del Omnipotente.