“Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor; Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos.”
(Marcos 10: 43,44)
La vida de nuestro Señor Jesucristo fue de servicio ejemplar. Lucas dice que “anduvo en el mundo haciendo bienes”, ningún aspecto de la vida humana le fue indiferente. Las almas de los hombres siempre fueron su objetivo, pero sabiendo que todos los males humanos tienen una sola causa: El pecado; al luchar contra éste, socorrió a los hombres en sus múltiples consecuencias.
“Porque el hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:45).
Jamás vemos a Cristo tomando el lugar primero, sino procurando ser ejemplo de humildad y servicio. Los verdaderos siervos del Señor deben procurar imitarle cada día. No es el caso de una ostentación religiosa, sino de un servicio callado y humilde.
Como un ejemplo para reflexionar: Existió una mujer que tenía el carácter de una misionera voluntaria, la cual deseaba ganar una familia para El Señor. Visitaba a una señora que hacía trabajos de costura, y en ocasiones no podía acudir al culto porque no había terminado su labor. Entonces aquella mujer que la visitaba, iba y le ayudaba en lo que podía, y la señora terminaba a tiempo su labor y asistía a los servicios. A la postre, aquella señora que era visitada, ya convertida, vino a ser la madre de un siervo de Dios: he ahí el resultado del servicio cristiano.
Es un privilegio servir a otras personas. Como el Gran Maestro, nos es encomendado el servicio cristiano: ¡vayamos pues, a donde nos necesitan!
Cierto patrón tenía una pregunta algo rara que solía sorprender a los que le solicitaban trabajo en su empresa; sin relación aparente con la entrevista que realizaba a sus posibles empleados, les solía interrumpir con la siguiente pregunta:
-Déjeme averiguar de paso, ¿le gustaría a usted construir un puente? Generalmente el solicitante quedaba tan sorprendido que no sabía qué contestar; quizás respondería: -¿Qué cosa? ¿Construir un puente? ¿Dónde?, etc.
Pero si tenía muchos deseos de encontrar trabajo, probablemente contestaría: -Sí, por supuesto me gustaría construir un puente.
Así, el patrón contrataba a tal persona en el acto. Su idea era que si un hombre quería construir un puente, tendría deseos de unir dos lugares separados, tendría imaginación e iniciativa, etc.
Jesús hace esta pregunta hoy día a sus seguidores: ¿Queréis construir puentes a través de los abismos de prejuicio racial, divergencias económicas, supersticiones muy arraigadas, odios entre los pueblos, etc.? SEAMOS CONSTRUCTORES DE PUENTES, PARA UNIR LO QUE EL PECADO HA SEPARADO, EL HOMBRE Y DIOS, EL HOMBRE Y SU HERMANO.
Boletín Bethesda 07 DE FEBRERO DE 2009 AÑO 15 No. 483