También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.

Marcos 2:27

La necesidad de un día de reposo es inconcebible para muchos. Y es que el ajetreo de nuestras actividades y responsabilidades no nos dan tiempo. Y sí, en definitiva todo gira alrededor de lo que pensamos y decidimos. Pero es bueno considerar primero que el descanso no es solamente para la parte física, también lo es para lo emocional y lo espiritual. Nuestra mente se cansa y satura por los pensamientos que nos inundan.

Así que Jesús nos recuerda el propósito del día de descanso. Fue por nuestra causa y por necesidad de nuestra salud. Como ya lo mencionamos Dios sabe que necesitamos reposar de todas nuestras obras, y que dediquemos tiempo para atender el ser que no se alimenta de lo físico. Lo espiritual también necesita de alimento. Cuando le das una pausa a tu vida y te detienes a considerar tus pensamientos. Algo maravilloso pasa, porque nos estamos dando tiempo en nuestra relación con Dios. No la relación con el trabajo, los amigos, la familia o cualquier otro aspecto. Porque para atender estos aspectos tenemos otros seis días. Pero el séptimo es para descansar de toda nuestra obra.

Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras”

(Isaías 58:13)

Nuestra voluntad nos lleva a tener el control de nuestra vida, cuando tenemos ese control descubrimos que muchas veces nos equivocamos. Aunque en nuestro pensamiento no está el hacer mal, nuestro desarrollo no se completa. Esto se debe porque no solo somos materia, también somos espíritu. Muchos de nuestros pensamientos y las palabras que utilizamos, no son para construir buenas relaciones, sino que nos destruyen y alejan de las bendiciones del Todopoderoso.

Marcos 2:27

Parece que 365 días no son suficientes para terminar nuestros pendientes o alcanzar nuestros objetivos. Pero no nos equivoquemos, se nos puede ir la vida trabajando, pero sin alcanzar lo que necesitamos. Nuestra salud espiritual, emocional y física.

La necesidad de un día de reposo lo hace El Eterno como una institución divina, desde un principio Dios lo estableció para que fuera dedicado para alabar al Creador del Universo (Éxodo 20:8-11). Por esta razón el Altísimo estableció este día como descanso para los hombres, para que rompan su rutina cotidiana y tengan un intervalo de tiempo sagrado, para dedicarlo única y exclusivamente al servicio del Omnipotente.

Seis días se liará obra, mas el día séptimo es sábado de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que hiciere obra el día del sábado, morirá ciertamente”

Éxodo 31:15

Y no es que hoy muramos inmediatamente, cuando no guardamos este mandamiento de Dios. Pero nuestra muerte es por no darnos el tiempo para conocer a nuestro Padre celestial. No conocemos completamente su Voluntad y los planes que tiene para nosotros. Necesitamos darnos el tiempo para comunicarnos con Él. Dejar nuestra creatividad y pensamientos para otros momentos. Cuando contamos con el alimento espiritual que nos concede Dios por medio de su palabra, ahora nuestra semana tendrá otro sentido.

La observancia del sábado es de tarde a tarde, por tanto debe ser santificado cuidando que las horas que abarcan este día sean dedicadas a Dios (Éxodo 23:12; Levítico 23:32), no realizando obras que nos aparten del verdadero motivo que es la adoración al Creador (Números 15:32-36).

La pausa y el descanso es también a nuestros sentidos, porque acostumbramos a darle siempre lo que quiere. Pero las necesidades del cuerpo no son solo sabor o cantidad, también es el saber escuchar a nuestro cuerpo. Cuando el cuerpo enferma, también nos avisa, pero no estamos acostumbrados a escucharlo y atender sus necesidades reales.

…Mañana es el santo sábado, el reposo de Jehová: lo que hubieres de cocer, cocéalo hoy, y lo que hubiereis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana”

Éxodo 16:23

Otra recomendación la encontramos en las palabras con que Nehemías amonesta al pueblo; porque la actividad de comprar y vender hacía que ellos se olvidaran de la santificación de este día: “…Y reprendí a los señores de Judá, y díjeles: ¿Qué mala cosa es esta que vosotros hacéis, profanando así el día del sábado?…” (Nehemías 13:15-20), por lo que se encontró en la necesidad de tomar medidas drásticas para hacer que el pueblo cumpliera y no volviera a incurrir en el mismo error, como lo habían hecho en la generación anterior los hijos de Israel.

El mandamiento nos requiere que dejemos a un lado las cosas materiales, y nos prohíbe hacer nuestra voluntad en este día santo; sin embargo, tenemos el deber legal de hacer el bien en sábado. Nuestro Señor Jesucristo nos dejó ejemplo dando sanidad a los enfermos. Debemos cuidar de no hacer ningún trabajo en este día que nos reditúe ganancias materiales. Pero tampoco debemos negarnos para hacer el bien al necesitado, si la ocasión lo amerita.

La necesidad de un día de reposo es notable, no podemos continuar con nuestra vida tan acelerada. Pasando por alto todo lo que Dios enseña en su Palabra. (Eclesiastés 5:1), olvidando cualquier interés personal o mundano de diversión, alimento o vestido, de los cuales nuestro Padre celestial sabe que necesitamos (Salmos 84:1-4; 134:1-3; Mateo 6:25).

Recommended Posts