¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; empero y á él y á ellas deshará Dios. Mas el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo: Y Dios que levantó al Señor, también á nosotros nos levantará con su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré pues los miembros de Cristo, y los haré miembros de una ramera? Lejos sea. ¿O no sabéis que el que se junta con una ramera, es hecho con ella un cuerpo? porque serán, dice, los dos en una carne. Empero el que se junta con el Señor, un espíritu es.
Huid la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre hiciere, fuera del cuerpo es; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio: glorificad pues á Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1ra. de Corintios 6:9-20)
Esta lectura nos ayuda a entender la habitación que hay que preparar para que el Espíritu Santo de Dios habite en nosotros, pero primero hay que preguntarnos ¿qué es el Espíritu Santo? y ¿por qué lo necesitamos en nuestra vida?.
Si me amáis, guardad mis mandamientos; Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros. (Juan 14:15-17)
El Espíritu Santo es el consolador prometido por nuestro Señor Jesucristo, ese espíritu es el que nos guía a la verdad y solo le conoce aquel que hace la voluntad de Dios. “Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará á toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir”. (Juan 16:13) Con esa verdad que no es propia sino que la lleva del Padre, nosotros entendemos que se convierte en nuestra guía para seguir las pisadas de Cristo y alcanzar esa santidad que necesitamos para que Dios esté con nosotros y nos de el poder para obrar las cosas que son justas. Sin esa guía estamos perdidos, porque nosotros como hombres nos equivocamos y elegimos continuamente caminos de perdición, pero el Espíritu Santo nos ayuda a recordar que hay algo más allá de nuestro entendendimient, nos redarguye si nos equivocamos en las decisiones que tomamos.
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abre. ¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?, ó, si pescado, ¿en lugar de pescado, le dará una serpiente? O, si le pidiere un huevo, ¿le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas á vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo á los que lo pidieren de él? (Lucas 11:9-13)
Sí creo que necesito de ese Espíritu Santo hay que trabajar para que more en nosotros, no podemos equivocarnos hay ciertas características que el hijo de Dios debe tener para convertirse en una morada para algo santo que proviene de Dios, mencionaremos algunas que leemos en la lectura inicial:
- Ningúno que obra maldad puede convertirse en esa morada.
- Somos invitados a dejar toda obra de maldad atrás, pudimos ser algunos pero ahora lavados por Jesucristo no podemos creer que esas obras nos van a justificar delante de Dios.
- A los que siguen en esa condición nuestro Dios no los quiere ver más ahí, quiere que cambiemos para que seamos perfeccionados. Dios nos dice que es posible que dejemos esa forma de vivir y de pensar, limpiados y lavados en Jesucristo.
- Nuestro Dios nos da la libertad de elegir, pero no todas nuestras elecciones son adecuadas, hay algunas que nos pueden dañar; dañan nuestro cuerpo y dañan nuestro espíritu.
- Nuestro cuerpo es un elemento que nos ha dado Dios para que lo cuidemos y lo apartemos de la fornicación. Ese cuerpo forma parte de Jesucristo si nosotros lo preparamos para él.
- No podemos hacer comunión con las cosas que nos alejen de la santidad, si queremos comunión con Jesucristo, hay que apartarlo del pecado que contamina nuestra alma y nuestro espíritu.
- Dar gloria a Dios con este cuerpo (evitar vicios y costumbres que lo enfermen) y con nuestro espíritu (evitar pensamientos y sentimientos que provocan que el cuerpo caiga en deseos de error) para que podamos ser una morada preparada a recibir de ese Espíritu Santo.
Recuerda que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, es un ejemplo Adán formado sin impurezas ni malos pensamientos, un estado que se presentaba para tener comunión e instrucción de Dios cuando habitaba en el huerto del Edén. A partir que nos corrompemos, también rompemos esa comunión con el Eterno y somos expulsados de ese Huerto, hasta que seamos limpiados y podemos estar preparados para entrar nuevamente en comunión con Él.
En este tiempo abundan las cosas que contaminan y que no ayudan a santificar nuestro cuerpo, si encontraramos un propósito de edificación estarían justificados el uso o consumo de drogas y vicios que absorben nuestros sentidos. Pero ninguno de ellos nos hace bien, salen fuera de nuestro control porque quien se alimenta es nuestro cuerpo de todas esas cosas, se nos olvida que nuestro espíritu necesita de alimento, que no hay nada material que lo pueda nutrir, son las cosas que descienden de lo alto que hacen más fuerte nuestro espíritu.
Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu; Hablando entre vosotros con salmos, y con himnos, y canciones espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; Dando gracias siempre de todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo: Sujetados los unos á los otros en el temor de Dios. (Efesios 5:18-21)
Porque los que son de Cristo, han crucificado la carne con los afectos y concupiscencias. Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu. (Gálatas 5:24,25)
Y es así como nuestro cuerpo puede ser morada del Espíritu Santo, es algo que necesitamos para podernos defender de todo lo que atormenta diariamente al mundo, nuestro Dios nos puede vestir de santidad por medio de esa guía divina. Por promesa de Cristo ese espíritu puede guiarnos para llevarnos al conocimiento verdadero de nuestro Salvador, para que no haya nada que inquiete nuestra alma, vivamos en paz y nuestros pensamientos sean dirigidos hacia las promesas que nos da Dios para todos los que creemos en Él.