El apoyo hoy en día, como lo ha sido siempre, es necesario para el logro de nuestros objetivos; nuestra condición y necesidades nos hacen dependientes de otros. Cuando hay diferencia de pensamientos e ideas nos pueden separar de los demás, apartándonos, buscando trabajar solos en lugar de trabajar en equipo.
El compañerismo es un concepto antiguo, en la Biblia vemos muchos ejemplos, desde antes de la fundación del mundo, nuestro Dios trabajó junto con Jesucristo, y en la Obra tuvieron a su servicio al Espíritu Santo, cada uno en su orden y con la Obra que el Padre disponía. Dios vio necesidad de crear a la mujer para que acompañara al hombre; ya que los trabajos en este mundo -bien administrados- debían ser repartidos conforme a los dones y virtudes que se les había dado.
Y Jesús le dijo: Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Mateo 22:37-40
Para la práctica de este necesario concepto que es el compañerismo, algo primordial para todo hijo de Dios es conocer a su Creador, tomando en cuenta que si hemos sido creados conforme a la imagen de Dios, nos vamos a conocer más cuando conozcamos de Dios.
Simple y profundo, conocer del ser supremo que nos creó, con todo lo que lo compone, sus características -muchas de ellas ni el hijo las posee-. Nosotros podemos hacernos una idea de Dios, nuestra mente viaja y se hace un concepto de sus leyes, de sus mandatos, planes para la humanidad, etc.; pero si las ideas que nos hacemos acerca de Dios están determinadas por conceptos, imágenes, ideas, etc., y éstas vienen de influencias externas, nuestra imagen se verá contaminada y borrosa de la verdadera imagen del hijo de Dios. Todo lo que es externo ha tenido su propia experiencia y sabiduría; pero ésta ha sido adquirida por el hombre, no es que sea mala dicha sabiduría, sólo que no podemos tener una imagen pura de nosotros con esta influencia, hay cosas que pueden ser locura si queremos combinar las dos cosas, sin saber acomodar lo espiritual y lo carnal.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos, no con palabras aprendidas de sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, expresando realidades espirituales. El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas. En cambio, el hombre de espíritu lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarle. Porque ¿quién conoció la mente del Señor para instruirle? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.1ª Corintios 2:12-16
Así que nuevamente, no podemos actuar solos, dependemos de Dios, y Dios nos ha dejado un consolador por medio de Jesucristo, ese espíritu nos ayudará a encontrar y conocer nuestra imagen verdadera, para saber quiénes somos en realidad, ver que hay amor, y que el compañerismo es natural en el ser humano, no está condicionado, buscamos el beneficio de todos y nuestro deseo es que todos lleguen a esa plenitud de Cristo, siendo transformados en nuevos hombres y listos para recibir la vida eterna.
Conociendo a Dios y dejando que Él me muestre mi verdadera imagen, entonces puedo amar a mi prójimo y ver por sus necesidades, y no porque eso me haga sentir bien, sino porque es mi necesidad, es parte de mí, hacerlo me hace completo, ponerlo en práctica me hace hijo de Dios, y mi cercanía con Él es más íntima.
Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su vida por sus amigos.