“Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor; Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Marcos 10:43-4.
La vida de nuestro Señor Jesucristo, fue de servicio ejemplar. Lucas dice que “anduvo en el mundo haciendo bienes”. Ningún aspecto de la vida humana le fue indiferente. La salvación de las almas de los hombres siempre fueron su objetivo, pero sabiendo que todos los males humanos tiene una sola causa: “El pecado”. Al luchar contra éste, socorrió a los hombres en sus múltiples consecuencias.
Jamás vemos a Cristo tomando el lugar primero, sino procurando ser ejemplo de humildad y servicio. Los verdaderos siervos del Señor deben procurar imitar cada día sus obras. No es el caso de una ostentación religiosa, sino de un servicio callado y humilde.
Como un ejemplo para reflexionar: Una mujer que tenía el carácter de una misionera voluntaria, deseaba ganar una familia para Cristo.Visitaba a una señora que hacía trabajos de costura, y en ocasiones no podía acudir al estudio de la Biblia porque no había terminado su labor. Entonces aquella mujer que la visitaba, iba y le ayudaba en lo que podía,así la señora terminaba a tiempo su labor y asistía a los estudios. A la postre, aquella señora que era visitada, ya convertida, vino a ser la madre de un hombre que sirvió a la Iglesia: he ahí el resultado del servicio cristiano.
Es un privilegio servir a otras personas. Como el Gran Maestro, nos ha encomendado: ¡vayamos pues, a donde nos necesitan!
Cierto patrón tenía una pregunta algo rara que solía sorprender a los que le solicitaban trabajo en su empresa; sin relación aparente con la entrevista que realizaba a sus posibles empleados, les solía interrumpir con la siguiente pregunta:
-Déjeme averiguar de paso, ¿le gustaría a usted construir un puente? Generalmente el solicitante quedaba tan sorprendido que no sabía qué contestar. Quizás respondía: ¿Qué cosa? ¿Construir un puente? ¿Dónde?, etc.
Pero si tenía muchos deseos de encontrar trabajo, probablemente le contestaría: ¡Por supuesto que me gustaría construir un puente!
El patrón contrataría a tal hombre en el acto. Porque su idea era que si un hombre quería construir un puente, tendría deseos de unir dos lugares separados, tendría imaginación e iniciativa, etc.
Jesús hace esta pregunta hoy día a sus seguidores: ¿Queréis construir puentes a través de los abismos de prejuicio racial, divergencias económicas, supersticiones muy arraigadas, odios entre los pueblos, etc.? SEAMOS CONSTRUCTORES DE PUENTES PARA UNIR LO QUE EL PECADO HA SEPARADO: EL HOMBRE Y DIOS; EL HOMBRE Y SU HERMANO.
Tomado del Boletín Bethesda 534 1 de Mayo de 2010