“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.” (Oseas 6:3).

Conocer a Dios es una vida de estudio y de interés, no es decirlo solamente con los labios y manifestar que creemos en un ser supremo. El conocer a Dios es entender también que el hombre puede tener su propia versión del Dios verdadero; pero no hay quién nos pueda mostrar la verdadera gloria de Dios, sino el mismo Dios que ha puesto un guía para la humanidad y que en nuestros tiempos es el Espíritu Santo.

En el mundo cada cultura ha interpretado a su dios de la manera que le ha convenido; hay una infinidad de dioses que podemos nombrar; así como las coincidencias que encontramos en las diferentes religiones. Cada interpretación denota una necesidad; por ejemplo: la necesidad del agua, del dinero, del amor, de la paz, de la guerra, etc. Para todas esas necesidades encontramos dioses en la cultura universal. 

Tláloc, el dios del agua en la cultura mesoamericana. Poseidón, dios del mar en la cultura griega. Júpiter, el dios de la lluvia para los romanos. Osiris, el dios egipcio de la muerte; etc. La historia nos cuenta de todos ellos, y no podemos negar que estas culturas, que también fueron grandes imperios, existieron. Todos estos pueblos fueron politeístas, tuvieron su momento escrito en la historia y ahora los podemos recordar por escritos o películas. Y así como no podemos negar la existencia de estos pueblos y los dioses que crearon, tampoco podemos negar que el único pueblo monoteísta que cuenta la historia antigua es el pueblo de Israel.

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.” (Jeremías 6:16).

El profeta Jeremías nos recuerda de unas sendas que fueron trazadas en la antigüedad para nuestra salvación; si los hombres quisieran enseñar la verdad nos hablarían de esas sendas y no lo harían con sus propias palabras sino con Palabra de Dios. La realidad, lamentablemente, es que en el mundo no buscan al Dios verdadero, prefieren al dios creado, dioses que seguirán emergiendo según la visión del mismo hombre.

“El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos. Sus caminos son torcidos en todo tiempo; Tus juicios los tiene muy lejos de su vista; A todos sus adversarios desprecia.” (Salmos 10:4,5).

Así que Dios nos advierte que si nos quedamos con la interpretación del mundo del dios verdadero, entonces no lo buscamos realmente a Él; por ello, los seres humanos no pueden desarrollar la verdadera justicia, vivir en paz y gozar de las riquezas de los tesoros del cielo, pues se aferran a los bienes materiales, la humanidad se encuentra destituida de la gloria de Dios, y así seguirá si continúa haciendo sus propios caminos.

Como está escrito: “No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3:10-18) “…Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” (Ro. 3:23).

Esa es una condición y puede ser temporal si decidimos buscar a Dios, el Todopoderoso en su infinita misericordia conoce los corazones de todos nosotros, nos da la oportunidad (mediante el conocimiento de su Palabra) de poder limpiar nuestras almas del pecado que hemos cometido por ignorar las leyes divinas.

“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” (Isaías 9:2).

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

Así que aquí está Cristo para darnos luz, luz que representa el conocimiento de la verdad y la justicia de Dios, para que podamos librarnos de las tinieblas que representan la ignorancia, la potestad de nuestra alma y nuestro espíritu lo tiene Satanás, el enemigo antiguo de la humanidad que busca que vivamos en su ignorancia, sin poder acceder a la luz de Dios.

“Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.” (Hechos 26:18).

Así que las gentes se han equivocado, el día de hoy podemos ver que es responsabilidad de todos el no buscar al Dios verdadero, si hay corrupción, mentira e injusticia, es porque no buscamos al que nos puede dar entendimiento para no andar en la vanidad de nuestro sentido, satisfaciendo los deseos de la carne por la dureza de nuestro corazón, creyendo que por nosotros solos podremos salir adelante.

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” (1a. Juan 3:1).

Busquemos al Dios verdadero por medio de su Palabra, no dejemos que alguien más nos enseñe su propia interpretación, verifiquemos si lo que nos dicen es cierto. Y lo más importante: pidamos en oración que se nos muestre la verdad.

 

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