“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho” (Juan 14:26)
Sabiendo nuestro señor Jesucristo que pronto iba a dejar a sus discípulos, los consoló prometiéndoles el Espíritu Santo, por lo que les dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros” (Juan 14:16-17).
Este consolador es el Espíritu Santo o Santo Espíritu (Juan 14:26), él nos guía en el camino de la verdad y permanece en nosotros, nos recuerda el juicio venidero (Juan 16:7-14) y redarguye del pecado. El Espíritu también nos ayuda en lo que nos conviene pedir en oración (Romanos 8:26-27).
Cuando somos llamados para testificar delante de los hombres acerca de la fe que practicamos, es el Espíritu Santo quien dirige nuestras palabras, de modo que no tenemos congoja de cómo debemos responder (Mateo 10:19-20).
Muchos proclaman que el Espíritu Santo está en nuestras vidas, nosotros podemos confirmarlo y no dejarnos engañar, porque el mismo Espíritu nos guía a toda verdad (Juan 16:13). De modo que todo aquel que cree y enseña una cosa que está en contra de la Palabra de Dios, tal persona no posee el Espíritu Santo.
Estas palabras parecen duras, pero nos hacen ser cuidadosos, porque Satanás continuamente anda alrededor buscando a quien devorar (1a Pedro 5:8), él es experto en el engaño y trata de destruimos.
Hermanos, es importante pedirle en oración a Dios que mantenga siempre su Santo Espíritu en nosotros, como pidió el rey David. Y nosotros abrir nuestro corazón para recibirle y practicar los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23, 25), de esta manera evitaremos que Satanás esté en nuestro corazón y saldremos vencedores para escuchar en el día postrero las palabras de bienvenida del Señor Jesucristo (Salmos 51:11-12)
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