Jesucristo antes de su manifestación en carne ya existía, en él se manifestaron dos naturalezas: la espiritual y la material. Es un punto doctrinal fundamental y básico para nuestra fe. Ya que todo está relacionado con Jesucristo, y Él es el único que pertenece a la eternidad, a lo angélico y terreno. Así como el Apóstol Pablo lo considera como la piedra fundamental para la edificación de la iglesia (Efesios 2:20-21), también lo es de todo el universo (Salmos 118:22).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna” (Juan 1:16)
Cuando él existía en la eternidad no se le conocía como Jesús, ni como Cristo, únicamente se le conocía como el Hijo. Porque el nombre Jesús solamente lo podría tener hasta el momento de salvar al pueblo de sus pecados. La palabra Jesús significa Salvador; estaba profetizado que llegaría a realizar la salvación de Israel (Salmos 130:8; Lucas 2:11; Mateo 1:21).
Tampoco se le conocía como Cristo, este nombre significa Ungido y en ese tiempo todavía no era ungido, sino hasta que vino a Juan el Bautista para ser bautizado de él, en el rió Jordán (Hechos 10:38; 4:27).
Por tanto, la palabra Jesucristo es una palabra compuesta que significa el Salvador Ungido.
Según el texto bíblico: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Por esta revelación divina, sabemos que antes de que Jesús fuera engendrado en el vientre de la virgen María, él ya vivía, ya existía con su Padre, como dice el proverbista Salomón: ¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?” (Proverbios 30:4; 8:1, 23).
Antes de tomar materia, nos dice la Palabra de Dios que era conocido como el Hijo de Dios, como Verbo de Dios, razón por la cual dijo Jesús: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58; 1:1-2; Hebreos 1:1-6).
Jesucristo fue creado antes de toda criatura angelical y humana: “el primogénito de toda criatura” (Apocalipsis 3:14; Colosenses 1:15). Jesucristo al ser creado, participó de la gloria que Dios le otorgó y por medio de él. Dios creó lo metafísico y toda la materia (Proverbios 8:22-30; 1a Corintios 1:24, 30; Colosenses 1:15-17; Juan 17:4-5; Hebreos 11:3). Y permaneció con el Padre hasta que lo introdujo en la tierra para cumplir el propósito que preparó el Omnipotente: para la salvación de la humanidad (Hebreos 1:6).