Dios, en su infinita bondad, estableció un orden armonioso en el que el bien y la justicia prevalecían. Sin embargo, la entrada del pecado en el mundo, como consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva, rompió este equilibrio perfecto y dio lugar a la presencia del mal, la enfermedad y el sufrimiento.

1. Dios como fuente del bien:

La Biblia establece que Dios es la fuente absoluta del bien. Es un ser Perfecto, Santo, Justo y Amoroso. Todo lo que Él crea y hace es bueno y puro.

Génesis 1:31: “Y vio Dios que todo lo que había hecho era bueno, y hubo tarde y mañana: día sexto.”

Esta cita del libro del Génesis describe la creación del mundo por parte de Dios y la afirmación de que todo lo que Él creó era bueno. Dios es la fuente del bien y la perfección en el universo.

2. El pecado como introducción del mal:

La Biblia enseña que el mal entró en el mundo como consecuencia del pecado de Adán y Eva. Al desobedecer a Dios en el Jardín del Edén, la humanidad rompió su relación perfecta con su Creador, introduciendo así el mal, la enfermedad y la muerte en el mundo.

Romanos 5:12: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.”

Pablo a los Romanos establece una conexión clara entre el pecado de Adán y Eva y la existencia del mal en el mundo. El pecado rompió la armonía original con Dios, trayendo consigo consecuencias negativas para toda la humanidad.

3. La lucha entre el bien y el mal:

La Biblia presenta la vida como una lucha constante entre el bien y el mal. Los seres humanos, dotados de libre albedrío, tenemos la capacidad de elegir entre seguir los caminos de Dios, caracterizados por el amor, la justicia y la bondad, o caer en la tentación del mal, que se manifiesta en formas como el egoísmo, la crueldad y el pecado.

Santiago 1:14-15: “Cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Luego, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado ha madurado, produce la muerte.”

Santiago nos recuerda que tenemos la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Nuestras decisiones, basadas en nuestras pasiones y deseos, pueden llevarnos por un camino de pecado y muerte, o por un camino de obediencia a Dios y la vida eterna.

El bien y el mal son dos fuerzas opuestas que definen la realidad humana, Dios nos ofrece un camino de amor, justicia y paz. Sin embargo, el pecado nos presenta la tentación del mal. La vida en la tierra se convierte así en una lucha constante en la que cada individuo tiene la libertad de elegir a cuál lado se quiere unir.

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