6.- No matarás.

La vigencia de este mandamiento lo enseña el salmista de la siguiente forma:

“Escóndeme de los planes secretos de los malhechores, del asalto de los obradores de iniquidad, que afilan su lengua como espada, y lanzan palabras amargas como saeta, para herir en oculto al íntegro; lo hieren repentinamente, y no temen.” Salmos 64: 2-4

Porque hoy en día son las palabras las que pueden matar a una persona, en su interior duele más una maldición que una bala que pueda atravesar el corazón. En las personas ya es común que por las calles vayan maldiciendo como si fueran palabras sin efecto.

Cristo también nos enseña que quien se enojare con locura con su hermano será culpado de muerte, de una boca no puede salir bendición y maldición, una fuente no puede dar agua dulce y agua amarga. Por ello no es necesario tener cuchillo de metal o una pistola de fuego, las palabras son igual de mortíferas para las personas que todas esas armas.

7.- No cometerás adulterio.

Hubo un tiempo en que la gente entendía que el amor verdadero era un prerrequisito necesario para la intimidad y que el matrimonio, era la forma ideal de describir la unión perfecta entre un hombre y una mujer.

Hace falta mucho coraje para desafiar a una cultura que valora la promiscuidad sexual y que glorifica la obsesión con la pornografía. Nuestra sociedad le enseña a nuestra juventud a creer que el placer físico es el mayor bien que hay y que ser sexualmente atractivo es más importante que el carácter, la inteligencia y que cualquier otro logro humano. Desde el sexo casual hasta las uniones adúlteras, el mundo occidental contemporáneo ha cambiado el séptimo mandamiento por el libertinaje y la inmoralidad, teniendo que pagar el inmenso costo de hogares destruidos, fantasías incumplidas y el sufrimiento que surge de violar las leyes divinas que Dios nos enseñó para alcanzar la verdadera felicidad.

8.- No robarás.

Robadores de tiempo
Fuente: blog.doolphy.com

Hoy sigue castigado por las autoridades civiles cuando una persona roba una propiedad ajena; aunque muchos salgan impunes por sus delitos podríamos decir que sigue vigente esa ley. Pero nosotros mismos ¿hemos robado alguna vez algo?

Si nos ponemos a analizar las cosas que podemos quitarle a la gente con nuestras acciones, tal vez no sea algo tangible como un reloj, un auto, un celular o un vestido; pero sí podemos estar robando la paz, tranquilidad o el tiempo. Actuamos sin conciencia de que nuestras acciones afectan a terceros. El tiempo lo robamos en el trabajo, cuando decimos que trabajamos y en lugar de hacer eso nos ponemos a revisar el facebook o escribir en whatsapp en horas de trabajo. Una agencia estadounidense ha calculado que “el robo de tiempo le cuesta a la economía norteamericana 70.000 millones de dólares al año”.

Si estamos concientes de este mandamiento podemos dejar de malgastar el tiempo de otros y ser más responsables con nuestras actividades.

9.- No darás falso testimonio contra tu prójimo.

Las palabras pueden destruir reputaciones y matar amistades. Pueden herir a las víctimas con sus crueles púas con mayor severidad de lo que lo haría una sentencia de prisión dada por un juez en una corte.

El chisme, el amarillismo en los medios es como una cloaca social para los oídos; sin embargo nuestra cultura lo convierte en el principal objetivo de la prensa y en un tema constante de nuestras conversaciones. Es una enfermedad que nos inunda con malas relaciones y tiene serias consecuencias, debe ser castigado y no pasar por alto.

10.- No codiciarás.

Si pudiéramos apartar nuestro pensamiento de la codicia, hay muchos males materiales que tenemos por codiciar, se nos ha enseñado a envidiar lo que tiene el otro y no por ser positivo. Si la esposa del otro es más guapa, si la casa es más grande o el auto más nuevo, nuestra vista se desvía continuamente hacia los bienes ajenos, inconscientemente vemos por las puertas o las ventanas para ver al vecino o a las personas que pasan enfrente de nosotros.

Este mandamiento nos llama a la santidad, no es malo desear ser mejores; pero es ver el propósito de esos bienes, si no son para compartir o para ayudar, entonces cuál es la razón para tener esas cosas materiales, debemos saber vivir en un mundo material que nos forma a su conveniencia. Las tiendas de ropa, las marcas de auto, todo un sistema mundial nos llama al consumismo; pero nuestro Dios nos llama a ser seres santos, caritativos y amorosos con nuestro prójimo.

Así que recordemos que está ley de Dios ha sido creada para nuestro beneficio y a más de ser una serie de reglas para regir nuestra vida, son todas las recomendaciones para vivir mejor. Meditemos en estos mandamientos y veamos por nosotros mismos si tienen vigencia para las necesidades de nuestros días.

“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

Mateo 5:48

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